Wil Campa, la Gran Unión y Alejandro y sus Ónix hacen bailar a Placetas
Texto y fotos Ricardo R. González
Qué tienen esas orquestas que estremecen la anatomía del cubano, provocan la sandunga y combinan ese arte de mover los pies y meditar con letras que se alejan de lo vulgar.
Diría que ante todo un sello de calidad, de amor a su público y de respeto ante la responsabilidad de subir a escena para alegrar el alma. Y esto lo ha logrado la edición de Conciertos Compartidos que, esta vez, trajo una especie de «mano a mano» afectuoso entre Wil Campa y la Gran Unión y nuestra villaclareña y renovada agrupación Alejandro y sus Ónix.
Placetas resultó un punto incluido en la gira a concluir este viernes en la plataforma central del Sandino, pero el público de la Villa de los Laureles demostró que sabe aquilatar lo bueno con las dichas que les llega a través de la música.
De pronto sonaron los acordes en la Plaza XX Aniversario. Comenzaba la cita. Los muchachos guiados por Alejandro Sánchez ratificaron que, sin abandonar el terruño, se puede hacer obras de factura bajo la batuta de un hombre con excelente formación.
Clarinetista, saxofonista, compositor, pedagogo, orquestador… Mucho más puede decirse de este músico que ha mantenido su trabajo con la agrupación durante casi dos décadas de fundada.
No por gusto incluye una voz femenina en el formato para matizar esa acuarela necesaria de voces, y ahí está con sus Ónix, a sabiendas que el trabajo colectivo constituye el mayor premio para un artista que se debe al respetable con el presupuesto de mantenerse en Villa Clara y entregar lo mejor a ese arte provinciano que dignifica la existencia.
Con el aplauso ganado en Cuba Alejandro y sus Ónix traspasa fronteras. México, España y muchas otras locaciones son testigos de que solo basta demostrar el talento para romper los obstáculos musicales.
Ahí está el disco Vengo calentico como regalo al bailador, pero que no se olviden esas esencias humanas del músico con la disposición de ayudar y tender manos a quienes lo necesiten.
En una conversación por estos días Alejandro me confesó que entre sus orquestas preferidas está la de Wil Campa y por ello comparte la escena con este músico pinareño que tampoco olvida su región y que se ha hecho a base de muchos esfuerzos en el largo camino.
Junto con su orquesta La Gran Unión, ya próxima a sus 16 años, demostró lo que es concebir un buen espectáculo integrado a las coreografías, a sus efectos, a lo novedoso a la hora de decir a partir de esa música cubana con un timbre auténtico que no se parece al de nadie.
La madrugada sorprendió en escena. Los asistentes pedían más mientras disfrutaban de temas acuñados por el éxito como La bambina, Mi filosofía, Me gustas tú, Fiesta, Escoba, como exhortación para barrer esas miserias humanas que invaden a este mundo, como también se ratifica en Pa los leones, tigres y panteras, o la inclusión de algo más relajado como el No te apartes de mí, un clásico de Roberto Carlos, que se adapta muy bien a las posibilidades de su vocalista líder, a tenor de la preferencia de Campa por aquellos íconos de la llamada Década Prodigiosa.
Si bien fue una magnífica entrega, un show para ser disfrutado por parte de ambas agrupaciones fue lamentable que no asistiera un público mayoritario. Lugareños aludieron a varios factores, pero de alguna manera será comentando en las voces del pueblo, por esos que quedan como testigos y dirán Que me quiten lo bailao, de la misma manera en que lo disfrutaron los presentes en una jornada arropada con buena vibra que ojalá tenga segunda parte.
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