Un Ángel que innova por la infancia
Texto y fotos: Ricardo R. González y cortesía del Dr. Ángel Camacho
En una de estas mañanas se suscitó el diálogo en el que un galeno confesó lo que significa para él la infancia y la vida porque a 29 años de haber obtenido su título de médico y sumar dos décadas como neurocirujano al Dr. Ángel Serafín Camacho Gómez le sigue fascinando aquellas ilusiones juveniles de navegar por los laberintos del cerebro y sus estructuras cercanas.
Tan aferrados eran aquellos sueños que desde el inicio de sus estudios de Medicina ya visitaba el Cuerpo de Guardia de Cirugía del hoy hospital oncológico Celestino Hernández Robau y la sala Nro. 2 de Neurocirugía para tratar de despejar incógnitas y beber de la sabiduría del ya desaparecido profesor Francisco Pérez Varona y de Alfredo Amado Donéstevez que aún permanece en activo.
Allí hizo guardias voluntarias siendo todavía un bisoño, y al día siguiente, a pesar de una noche marcada por el cansancio y las tensiones, se incorporaba a sus clases normales como algo que a muchos sorprendía.
Desde entonces quedaron lazos muy estrechos de familiaridad con esos íconos de las ciencias médicas hasta que en el segundo año de los estudios alcanzó uno de sus propósitos al convertirse en alumno ayudante de Neurocirugía.
«Un día de fiesta, aun lo recuerdo. Era solo un pequeño paso, y cuando me adentraba en los capítulos pertenecientes al sistema nervioso central, en las asignaturas de Anatomía y Fisiología, siempre me llamaba la atención aquel universo y lograba los mejores resultados académicos; sin embargo, al concluir mi carrera de Medicina vino una especie de desilusión debido a que la Neurocirugía no estuvo entre las opciones disponibles de aquel año, por lo que preferí ser médico de la familia».
— ¿En qué momento logras tu especialidad anhelada?
— Terminada la medicina general integral la vida me proporcionó el regocijo. Llegó una sola plaza de Neurocirugía en la convocatoria provincial y pude obtenerla. Así inicio la trayectoria en el hospital pediátrico universitario José Luis Miranda, mi único centro laboral en el ejercicio de esta rama y que no puedo separarlo de mi existencia.
— La inconformidad profesional de hacer cada vez más a favor de la infancia te convierte en innovador ¿Cómo fue esta experiencia presentada entre los 332 trabajos en el último EXPOANIR 2022?
— Mientras cumplía misión en la República Popular de Angola tuve varios instrumentos sofisticados en mis manos. Incluso los utilicé, y al regresar nos dimos a la tarea de diseñar algo para mejorar las condiciones de trabajo. Este empeño comenzó hace unos cinco o seis años y se sumaron los doctores Carlos Javier Artiles Rivero y Miguel Ángel Díaz Cruz. Entre todos lo diseñamos, y en la actualidad también lo utiliza el Dr. Ramón Sarduy Arana, que si bien no participó en la configuración, es parte del equipo, al que se suman colegas que en estos momentos están cumpliendo misiones o cursan adiestramientos en la capital cubana. .
— ¿Surge, entonces, el craneómetro con sello villaclareño?
— En efecto. Utiliza la electricidad disponible en el salón de operaciones y resulta muy práctico al facilitar el trabajo del neurocirujano. El instrumento lleva un dispositivo en la parte más externa que protege el cerebro a la hora de realizar los cortes en la zona precisa. Su diseño contempla un motor eléctrico pequeño de alta velocidad donde le fue adaptado un aditamento que pasa por debajo del hueso y permite efectuar la craneotomía con protección para la estructura cerebral del paciente.
— ¿Ventajas?
— Muy notorias. Disminuye de manera considerable el tiempo quirúrgico, el destinado a la anestesia, a la vez que favorece la hemostasia del hueso o mecanismo de defensa del organismo que previene la pérdida de sangre del interior de los vasos sanguíneos.
En su elaboración intervino el amigo Raúl Bernal Hernández, un ingeniero electrónico residente en Placetas, que nos apoyó en la parte mecánica a partir del diseño elaborado en la búsqueda del material idóneo, la soldadura y el trabajo en el torno.
— Indispensable para todas las intervenciones quirúrgicas de la especialidad?
— En la neurocirugía pediátrica operamos entre 150 y 200 casos anuales de las provincias centrales, y cerca del 90 % son cirugías intracraneales que utilizan el instrumento. Ya llevamos, aproximadamente, tres años con su utilidad y se han abordado unos 400 casos.
La ventana que se abre en el cráneo para la gran mayoría de las cirugías neuroquirúrgicas tienen dos vías de realización: una, de manera manual y otra con este instrumento para poner abordar las estructuras cerebrales.
— ¿Pudiera hablarse de aplicación en casos de extrema complejidad?
— Hay una patología en el niño que no aparece en el adulto. Se llama craneosinostosis o defecto de nacimiento en el cual los huesos del cráneo del bebé cierran prematuramente. Esto sucede antes de que el cerebro se forme en su totalidad, y a medida que el menor crece su cráneo puede ir deformándose cada vez más debido a la malformación, por lo que se impone solucionarlo en los primeros meses de vida.
— Sobre la «paternidad» del craneómetro ¿es una innovación exclusiva de Villa Clara?
— En nuestro Hospital Pediátrico nunca existió, pero pudiera darse el caso de un dispositivo ideado por alguien en otro colectivo o provincia. No me gusta ofrecer sentido de exclusividad porque puede que en la práctica no sea así, aunque yo no tengo referencias y la ANIR tampoco tiene reportes de creaciones similares que han sido innovadas.
Hay instituciones que si poseen equipos, pero resultan originales, principalmente en La Habana; sin embargo, no abundan en todos los centros ante su alto costo valorado entre los 25 mil y los 30 mil dólares, en tanto los más sofisticados ascienden a 40 mil dólares, y en la actualidad poseen tarifas mucho más caras.
— ¿Puede hablarse de efecto económico?
— Su diseño no sobrepasó los 4 mil pesos en moneda nacional. Compramos los materiales, las barrenas y otros accesorios, excepto el motor y el trabajo mecánico. Ya la ANIR nos está remunerando a tenor de la inventiva.
— ¿Y no lo pensaste al tener que desembolsar de tus ingresos personales?
— Si eres humano y tienes ante sí el enorme reto de salvar la vida de la infancia y propiciarle bienestar todo es minúsculo al lado de este empeño. Son en la gran mayoría niños menores de un año o en edades preescolar, adolescentes, por debajo de los 18 años, por lo que no tienes derecho a privarle la existencia a expensas de un valor metálico.
— Al entrar al salón rezas, das gracias, pides protección…
— Te confieso. Pido mucho que salga bien la criatura y que no fallezca ante una especialidad que es bien dura. Pido, también, que cada vez que mis manos puedan ayudar a alguien sea en bien, que ellas hagan todo lo posible por lograr esa gloria, aunque no siempre sea posible.
— ¿Y cuando terminas el acto quirúrgico?
— Si sale bien es la mayor satisfacción y respiro profundo. Informarle a la familia del éxito ante una misión cumplida que continua con el seguimiento del menor como algo importante. En cambio, sufrimos mucho cuando fallece un paciente. En lo personal cada día que pasa siento más por los niños que opero.
— En tu caso se manifiesta en la actualidad ese niño que llevas dentro…
— Totalmente. En cada pequeño hospitalizado busco la oportunidad de tenerlo bien cerca, juego con ellos, le regalo cosas aunque solo disponga de 100 pesos en el bolsillo, no para que nadie me lo agradezca, es porque lo siento como un deber humanitario. A los más sensibles trato de acogerlos y a veces con detalles que no se pueden hacer. Los niños son parte inseparable de mi vida. Hay familias que ya son mías, de esas que nunca se separan de mi corazón.
— En el orden profesional conocer la trascendencia de la Neurocirugía pediátrica villaclareña en el país ¿qué representa?
— El orgullo por el que trabajamos y el compromiso de seguir. Los resultados en Neurocirugía de este hospital resultan bien alentadores en toda Cuba, con tasas de mortalidad en extremo bajas, aunque lamentablemente no siempre es posible rescatar a la totalidad de los casos al presentar patologías incompatibles para la vida como ocurre en cualquier parte del mundo.
— ¿Y has tenido quejas de tu trato en el Hospital?
— Si las encuentras me lo haces saber porque es uno de los premios en mi vida. Servir al prójimo con excelencia y la mirada dirigida a que resulta lo principal. Eso es ética, y hay cosas que me llenan, pero las reservo para mí.
— Entonces ¿neurocirujano-innovador o innovador-cirujano?
— Neurocirujano-innovador hasta el último día.
PIE DE FOTOS
1.- «Hay procesos que de hacerse manuales se prolongan entre dos o tres horas en la craniectomía, y con el instrumento duraría cerca de una hora y media», puntualiza el Dr. Ángel Serafín Camacho Gómez.
2.- He aquí el equipo innovado aplicable en todas las cirugías que demandan la apertura de la bóveda craneana, ya sean traumáticas, tumorales, ocasionadas por malformaciones o cualquier afectación neuroquirúrgica con abordaje intracraneal.
3.- Quiso la casualidad que la realización de la entrevista coincidencia con la presencia del caso de una de las cirugías más complejas que se recuerda en el servicio a partir de una lesión espinal con evolución sin contratiempos. Celine Gabriela Rodríguez González tiene cuatro meses de operada y asiste a una consulta de seguimiento junto a su mamá Belkis González Viera, especialista en Medicina General Integral.
4.- Parte del equipo de Neurocirugía pediátrica. Junto al profesor Camacho (en el centro) aparecen, de izquierda a derecha, los doctores Diardy Ruíz Moya, Héctor Luis Méndez Mederos, Ramón Sarduy Arana y Yonny Martín Osco Mendoza.
5.- Ya en pleno quirófano el equipo está listo para iniciar la operación. Observe el craneómetro protegido con su funda verde y que tiene varias utilidades ante coágulos de sangre o hematomas cerebrales, en la reparación de aneurismas en esa zona, en malformaciones arteriovenosas y daños en el tejido que cubre la corteza cerebral, entre otros fines.
También puede ver este material en:
0 comentarios