Los amores infinitos de Guedes Pérez
El condecorado con el título honorífico de Héroe de la República de Cuba durante 2020 confiesa que le falta mucho por entregarle a la vida.
Por Ricardo R. González
Fotos: Ramón Barreras Valdés
Los ardientes rayos solares traspasan el overol azul cuando se hacen sentir sobre el campo a punto de un agónico mediodía. Bien lo sabe Juan Gualberto Guedes Pérez, el hombre que ha forjado su disciplina en los cañaverales a pesar de recibir en esta época los embates del verano, y las picadas de la santanika y la pica pica presentes en las plantaciones cañeras.
Ello no le importa, y también confiesa que no es un superman para escapar del cansancio, máxime cuando el motor de su inseparable KTP-2 se calienta y lo agota, independientemente de subir y bajar varias veces esa mole de hierro amarilla que demanda vitalidad para su ascenso debido a la altura del equipo.
Llegar hasta él impuso vencer un terraplén de unos 10 km desde la Autopista ranchuelera hasta penetrar bien adentro en la zona de Rosalía, perteneciente a la UBPC Jesús Menéndez del central Ifraín Alfonso, que gracias a la destreza de Carlos Cabrera Carrazana, timón en mano, se pudo vencer lo que parecía una travesía interminable.
Allí estaba el hombre, el condecorado con el título honorífico de Héroe de la República de Cuba en 2020, junto a su pelotón de corte mecanizado integrado por 18 compañeros en total.
No es muy conversador porque prefiere la acción por encima de la palabra, pero tampoco niega su gusto marcado por el café, la condición de fumador vitalicio al devorar más de una cajetilla al día, y de darse un traguito de ron cuando aparece, mas siempre en su casa.
Juan Gualberto es un villaclareño adoptado. En realidad nació en cayo La Rosa, municipio de Bauta en la actual provincia de Artemisa. Allí recibió las primeras nociones estudiantiles hasta que en octavo grado decidió incorporarse al trabajo en la textilera Ariguanabo como fuente mayoritaria de empleo para los residentes en aquella demarcación.
«Era batanero, en función de convertir el algodón en hilo, aunque me aprendí el taller completo y cubría cualquier plaza. Luego cumplí el Servicio Militar en la República Popular de Angola y a mi llegada regreso de nuevo al centro para totalizar unos tres años de labor».
— El vínculo con Villa Clara ¿necesario o casual?
— En 1983 quien es actualmente mi esposa viajó a Bauta porque su hermana recién casada vivía allá y le pidió que pasara una temporada. Nos conocimos, yo venía algunas veces al batey del «Ifraín Alfonso» hasta que nos casamos y decidí quedarme aquí.
— ¿De una textilera a un central?
— Mi primer oficio fue de noviero (operario de la llamada novia o equipo de mantenimiento de las combinadas) en la Unidad Básica de Producción Cooperativa (UBPC), número 1, Alberto Villafaña, perteneciente al ingenio ranchuelero, Ifrain Alfonso. Al concluir la zafra 1983-84 ingreso en la escuela de Mecanización Agrícola en Caibarién y me gradúo de técnico agrónomo en la caña de azúcar. Ello me abrió las puertas y curso la enseñanza de las combinadas en tiempos de no zafra. Estuve dos años y ya en el tercero empiezo a operar el equipo en la contienda 1985-86.
— Las KPT-2 rebasan las dos décadas de explotación. ¿Puede hablarse de dolores de cabeza en estos años?
— Verdaderamente complejo, siempre hay problemas. En estos días se le reventó la manguera de petróleo y llegamos a casa pasadas las 8:30 de la noche, pero también te tienen en jaque la cadena del transportador, los segmentos de corte, el estado de los filtros de aceite, y la bomba hidráulica, sin dejar de mencionar la actual falta de combustible, por solo mencionarte algunos.
— ¿Y aparece la faceta de innovador?
— Son más bien prácticas necesarias a fin de solucionar los múltiples problemas que se presentan y debes resolverlos casi de inmediato.
— ¿Es cierto que quiere tanto a la KTP-2 como a su esposa?
— Una sonrisa asoma y riposta que son amores diferentes. La mejor prueba es que vine de Bauta para acá, pero todo lo que tengo se lo debo al equipo. Soy tremendamente cuidadoso, incluso no me gusta compartirlo, aunque ya hay un muchacho que a veces se lo entrego por sus propias características. Los años van pasando, uno tiene necesidad de ir a algún lugar y el trabajo no se puede detener, pero ese día en que tuve que ceder un poco se lleva en el alma.
— ¿Concluye la jornada diaria y todo termina allí?
— Antes de retirarnos hacemos limpieza general. Nuestro pelotón se caracteriza por eso. No dejamos nada para el día siguiente y realizamos todos los procederes independientemente de la hora que sea.
— ¿Cómo es cada despertar en su vida?
— Ahora llegamos al campo a las 6:00 a.m. pero normalmente hay que levantarse a las 4:00 de la madrugada para estar listo a que pasen a recogernos. Cuando hay mucha hierba debe esperarse a que seque el rocío y no afectar a la máquina, por lo que se sabe a qué hora llegamos al campo pero nunca la del regreso a casa.
— Disciplina ¿característica vital?
— Al empezar en los trajines de la zafra yo no me acordaba si era sábado o domingo, a veces me preguntaban qué día es hoy y respondía: no sé. Uno tiene que forjar la disciplina y olvidar ciertas cosas. Ahora la contienda es distinta, antes se comenzaba a las dos o las tres de la madrugada. Eran las nueve de la noche y si al ingenio le faltaba caña había que seguir en una zafra de sol a sol.
— Siempre se dice que las distinciones no son esperadas, mas resultar Héroe de la República de Cuba ¿qué significación personal tiene?
— Primero fueron las órdenes Lázaro Peña en sus diferentes grados, luego pasaron unos años y ni imaginaba remotamente merecer este honor hasta que me lo comunicaron. El día de la entrega siempre traté de mantener mi disciplina en tan espacio solemne, sin sentirme atado. Fue Díaz—Canel quien me impuso el título y me infundió mucha seguridad, me colocó la mano en el hombro y compartí la dicha con valiosas personalidades del país.
— Tanto Dianelys Díaz Águila, la secretaria general del Sindicato Azucarero en Villa Clara, como Omar León Palleiro, presidente de la UBPC Jesús Menéndez donde se encuentra en cortes en la actualidad, lo definen como un hombre sin límites para el trabajo e íntegro con su familia ¿Qué lugar ocupa esta en su vida?
— Lo es todo. Yo estoy en funciones de zafra cuatro o cinco meses, pero mi familia se encarga de la retaguardia. Sin ella no sería nadie. Mi esposa, dos hijas y tres nietos la conforman y quisiera tenerlos siempre cerca. A veces cuando termino temprano voy a ver a la más chiquita que se mudó, pero vive muy cerca.
— ¿El día que no quisiera recordar?
— El de la pérdida de mis padres (hace silencio) y en la vida laboral esos en que se me rompe el equipo, aunque siempre al llegar de noche a la casa pienso que voy a tener un buen día a la mañana siguiente a pesar de que en ocasiones resulte a la inversa.
— El nombre de Irma, ¿le recuerda algo?
— El huracán que nos azotó en 2017, el más fuerte en la cuenca Atlántica desde 2005. Después de proteger la vida contribuimos a la recuperación de los damnificados en el barrio. Había que atender las vulnerabilidades de la Zona de Defensa, así como la recuperación de las viviendas y la recogida de escombros.
— En qué se enfrasca el pelotón cuando la zafra finaliza?
— Damos un aporte a la siembra de caña, y el otro periodo es de recuperación de la maquinaria. Hay que desarmarlas completas y volverlas a armar en la próxima contienda. Es el período que se utiliza para soldar por aquí, empatar por allá ante los inconvenientes que presentan por el paso del tiempo junto a otros procederes necesarios porque de lo contrario no cortas caña.
— Si tuviera la posibilidad de transformar algunas cosas de la realidad cubana ¿cuáles modificaría?
— Muchas de las mal hechas que se ven y me molestan como los elevados precios generalizados en los productos, el irrespeto a los consumidores, las indisciplinas de las personas, el bloqueo cada vez más severo, y la falta de calidad en muchos renglones porque quisiera a mi Cuba como lo era hace unos años atrás.
— ¿Su deseo añorado?
— Solo uno. Seguir con fuerzas para continuar trabajando. Ya mi familia está consolidada, tengo mi casa… qué más puedo pedir.
Próximo al Primero de Mayo el héroe cubano manifiesta toda su devoción por la Patria. Esa inmensa que la lleva en el alma e incluye entre los amores infinitos de Guedes Pérez.
PRINCIPALES DISTINCIONES Y MÉRITOS
Orden Lázaro Peña de III Grado (2001)
Orden Lázaro Peña II Grado (2011)
Orden Lázaro Peña I Grado (2016)
Medalla Jesús Menéndez (2002)
Medalla 60 Aniversario de las FAR (2017)
Medalla por la Victoria de Cuba en Angola (1990)
Medalla de combatiente internacionalista (1983)
Vanguardia Nacional por cerca de 15 años consecutivos
Trabajador destacado en su UBPC y UEB a nivel nacional y provincial
Militante del PCC desde 1987
PIE DE FOTOS:
1.- Desde lo alto de su combinada que le ha permitido participar en más de 30 zafras azucareras con la condición de millonario en 12 de ellas.
2.- Momento en que recibe el título honorífico de Héroe de la República de Cuba. (Foto: José Raúl Rodríguez Robleda)
3.- Junto a Yandi González, el joven de 30 años que debe levantarse todos los días antes de las 4:00 de la madrugada para dejar a los integrantes del pelotón en su área de corte mecanizado.
4.- El pelotón que conoce de dichas y contratiempos en plena contienda.
5.- «Quien no sienta y ame su trabajo, nunca triunfará en la vida», precisa quien se inició como operador de combinadas en la zafra 1985-86 en áreas de la Unidad Básica de Producción Cooperativa (UBPC), número 1, Alberto Villafaña, del central Ifraín Alfonso.
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