El sueño incumplido de Marta Anido
Por Ricardo R. González
Foto: Ramón Barreras Valdés
Dinámica como cualidad indiscutible, santaclareña de alma y corazón, artífice cultural que no concibe el reposo porque conspira con la vida pudiera conformar un mínimo dossier de Marta Josefina Anido Gómez—Lubián, Hija Ilustre de la Ciudad a quien le faltan muchos sueños aun por cumplir.
Uno de ellos lo mantiene en esa carpeta de detalles pendientes, entre los que quisiera tener el poder de las hadas para hacerlo realidad, en esos que no los aparta porque desearía retomar en Santa Clara, su urbe, una escuela de ballet aunque fuera pequeña.
Los recuerdos fluyen rápido y evoca que resultó la segunda ciudad de Cuba en tener una compañía, allá por 1938, cuando la profesora rusa Nina Feodoroff se estableció aquí vinculada al Liceo Marta, creado por la progenitora de Anido Gómez—Lubián.
Sin embargo, desde los cuatro años la pequeña vistió ya con un tutú confeccionado por su madre al sentir la necesidad de mover las manos, ejercitar los pies y dar vueltas en aquel ambiente cultural de familia.
Así debutaron en el Teatro La Caridad, y Marta utilizó sus zapatillas de punta. Ha pasado el tiempo pero se ve danzando, envuelta en la magia de cada coreografía, de un Cascanueses con acento local, de Giselle, o con el Sueño de una noche de verano, por citar algunas.
«Santa Clara —dice— tiene tradición de ballet, son numerosos los admiradores, pero, lamentablemente, no disponemos de un cuerpo (de ballet) aquí formado. Muchas muchachas nuestras han engrosado la nómina del existente en Camagüey o de la compañía nacional y no se quedaron aquí. Es una ilusión que tengo, formar un colectivo pequeño, ya sea de cámara en un momento inicial y que luego se vaya incrementando».
Marta sabe que el tiempo cabalga de manera apresurada, por ello insiste en que si no llegara a cumplirse su anhelo deja el legado de que se trabaje por la existencia de una agrupación con sello propio.
— De cumplirse volvería Marta Anido, aunque sea imaginariamente, a calzar sus zapatillas de punta?
— Seguro, tengo guardadas unas pequeñas que si bien ya no me sirven me las pondría en las manos en la función inaugural porque se hizo realidad lo que tanto he soñado. Sería lo máximo, una satisfacción cultural y personal.
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