Villa Clara es Fidel
A las 7:00 a.m. partió el cortejo fúnebre de la Plaza de la Revolución Ernesto Che Guevara, en el segundo día del recorrido hacia Santiago de Cuba.
Por Ricardo R. González
Foto: Ramón Barreras Valdés
¿Cómo escribirte una crónica de despedida? ¿Acaso puede hablarse de un adiós o resulta simplemente un hasta luego? Preferiría esta última idea porque también queda multiplicada entre tu pueblo cuando Villa Clara vive momentos históricos aunque tristes.
Sé que la madrugada del 1 de diciembre la hiciste inolvidable en el mismo Santuario de la Solidaridad, denominado por ti, y donde encendiste la llama eterna en honor al Che Guevara y su Destacamento de Refuerzo. Sé que volviste a recordar las grandes epopeyas de la historia, y nada mejor que descansaras esta noche frente al Guerrillero de América, iluminándose los dos bajo esa estrella inapagable que asoma en el nicho del Che.
Estoy seguro que no les alcanzó el tiempo para trazar nuevas estrategias que insuflen al mundo de esperanzas, que le aporten a la vida toda la sabiduría emanada de mentes privilegiadas, de hablar de cambio climático cuando muchos te tildaron de iluso. En fin, de tantas cosas hasta que llegó la hora de emprender la travesía, la que siguió aquella Caravana de la Libertad, de enero de 1959, pero en sentido contrario.
A las 7:00 de la mañana partió el cortejo fúnebre desde el propio Memorial. Sobre el armón se colocó la urna de cedro que recuerda el entorno de Birán, las predilecciones familiares, y las travesuras de aquel niño bautizado como Fidel Alejandro Castro Ruz. Encima la enseña de la Patria, y los correspondientes honores militares por parte de la Compañía de Ceremonia.
Flores blancas alrededor del armón como muestra de amor y respeto. Ese que tributó los allí reunidos. Los que bien llamaste «vencedores de dificultades y obstáculos» como frase aferrada al corazón de los villaclareños.
Ello justifica el por qué de ese cordón de hombres y mujeres de las FAR, el MININT, de combatientes de la Revolución y del pueblo a los lados de esa avenida de la Plaza que se inserta a la Carretera Central, en las proximidades del Joven Club.
Antes, y durante toda la madrugada la estirpe del relevo rendía honor a su Comandante en Jefe. Y fueron 90 estudiantes seleccionados de los diferentes niveles de enseñanza en vigilia durante toda la noche frente al Che, por él y por Fidel.
La caravana emprendió el segundo día de su itinerario. El líder histórico de la Revolución Cubana se alejaba de Villa Clara, y mientras tanto un helicóptero de las gloriosas FAR rondaba por el aire para dejar el testimonio desde otro ángulo.
Quiso la casualidad que una brisa mañanera desprendiera de los árboles aledaños parte de sus hojuelas. Quizás para indicar que también acompañan a Fidel en su reencuentro con Cuba.
Y mientras en la Plaza culminaba la ceremonia una multitud permanecía a lo largo de la Carretera Central donde solo se escuchaba una voz que veneraba al líder. Era la estomatóloga Emilia González Águila que esta vez no ofrecía una consulta de estomatología desde su sillón en el policlínico Marta Abreu, si no que exhortaba a seguir, a confiar, a vivir, y encontraba el respaldo popular al margen de emociones.
Un pueblo compuesto por la diversidad de edades que no ocultó el rostro de hombres marcados por lágrimas. Allí todos, unidos, coreando Fidel, Fidel, Fidel al igual que ocurrió durante su paso por los municipios y poblados de la provincia, con el ímpetu de aquel guerrillero que desde una colina mira hacia lontananza en señal de futuro.
Por eso no hay crónica de despedida para el hombre de la cabalgata eterna, más bien es un hasta luego en medio del aún increíble viaje póstumo hacia la eternidad.
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