La otra historia de Vivir del cuento
Luis Silva está acostado en el piso, Mario Sardiñas, sentado a su lado, con las piernas cruzadas, frente hay un televisor con la escena que acaban de filmar. Ignacio Hernández, Nachy, el director del estelar programa Vivir del cuento baja raudo las escaleras. Hay que repetir. Silva y Sardiñas, más Andy Vázquez que se les une, le dan la razón.
Se ponen de acuerdo para reiniciar desde un momento en el que la edición no se notará. Ese día la historia transcurre con niñas y niños que andan a su aire, frente a las cámaras y se preguntan por qué deben decir esto y no aquello, sin importarles que echan a perder una grabación. A los niños les inventan las preguntas según la característica de cada uno con el riesgo que tal acto implica pero buscando resultados verosímiles y cómicos.
Filman y repiten, hasta que Nachy dice que el resto se logrará con edición. Así es durante una semana seguida, realizando cuatro programas, y más: algunos pedazos se graban o repiten al día siguiente. El estudio lo tienen en cada oportunidad de diez de la mañana a seis de la tarde, ellos lo saben, es su camisa de fuerza.
Cuando se trata de exteriores los vecinos colaboran. Uno le brinda el portal, otro tira un cubo con agua, y buscan filmarlos o por lo menos retratarlos con actores y actrices, pero a veces les echan a perder una escena.
Luego llegará el largo proceso de edición, hasta que queden bien por lo menos cuatro propuestas. Antes de todo esto los guiones de Jaime Fort, el escritor más sistemático del espacio, como el resto de los textos, son sometidos a la discusión y fertilización por parte de todo el equipo, especialmente por las asesoras Karenia Cintra y Mariana Blanco. Tal acción es una constante para enriquecer cada una de las historias que se cuentan. Esto sucede, a veces en el mismo momento que se filma.
A propósito si el personaje central es Pánfilo (Luis Silva) que aporta, critica, quita, e interactúa con los invitados, el Chequera (Mario Sardiñas) que una ve por la tv no tiene nada que ver con el que además de su torpe, irresponsable y gracioso personaje, funge como una suerte de asistente de dirección durante todo el proceso de grabación. Atrás no queda Facundo (Andy Vázquez) que ayuda mucho a Nachy a la hora de filmar. Este actor me confesó que desde que empezó ha hecho 21 personajes. Pánfilo, Chequera y Facundo son los protagónicos.
El resto de de las figuras secundarias son: Aguaje y Bienvenido (Andy Vázquez); Chacón-El Carpintero (Wilber Gutiérrez), Cachita-Caché-(Irela Bravo), Evarista (Aris Teresa Bruzo), Proscopio (Lázaro Ramírez) y Leopoldino -el superior de Facundo, (Luis Manuel Iglesias).
Desde el 10 de marzo se transmite un nuevo “paquete” de programas. Nachy explica sus objetivos: “abordar los temas que mayor vínculo posean con la familia cubana contemporánea, generando disímiles situaciones que diviertan y a su vez nos permitan reflexionar acerca de las problemáticas de nuestra actualidad; mantener el desarrollo de las situaciones en exteriores, como complemento necesario para imprimir variedad y simpatía al programa; y añadir un nuevo personaje (Ruperto) interpretado por Omar Franco, un amigo del barrio de Pánfilo y Chequera, que llevaba 28 años en coma y milagrosamente ha despertado, por lo tanto necesita “ponerse al día” de todo lo que ha dejado de vivir durante este periodo”
Nachy y su equipo pretenden además “Conservar la presencia de figuras invitadas, velando por la calidad interpretativa de las mismas y el nivel de espectáculo que puedan aportarle al programa; incorporar un director de arte -Amaury Ramírez Malberti-con vistas a perfeccionar algunos elementos relacionados con la visualidad del programa (escenografía, ambientación, maquillaje) y como filosofía del programa continuar atendiendo sistemáticamente a la relación que establezcan los públicos con el mismo, la cual se refleja a través de los índices de teleaudiencia y gusto que alcanza este”.
Le pregunto al director del programa con mayor aceptación de audiencia en Cuba, por qué no se graba con público y su respuesta me convence “Tú has venido aquí varias veces ¿crees que los asistentes aguantarían la repetición de una escena tras otra?. ¿Renunciaríamos a los exteriores por filmar con público en butacas?”.
Pienso que Nachy tiene razón: ese espacio por el alto nivel de gusto alcanzado debe mantener esa “naturalidad” que trasmite cada lunes: formamos parte del grupo de Panfilo, Chequera, Facundo y todos los demás. Ese “estado de gracia” en los hogares cubanos se logra por guion, actuación, dirección y filmar hasta que la escena quede bien. Cuando reímos ante un chiste de Pánfilo no sabemos el tiempo que demoró en concebirlo, maquillarse, y grabarlo para que quedara bien.
Vivir del cuento es de los espacios que merecen ser “protegidos” por la televisión. Desde el director hasta el más simple utilero, merecen devengar salarios al nivel de lo que lograrían si se dedicaran a presentar esos espectáculos en teatros o plazas. Porque como dice Pánfilo la realización de este programa es OTRA HISTORIA, OTRA HISTORIA.
(Con información de Paquita Armas Fonseca)
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