Julio César González Pagés: «Abogo por un mundo sin etiquetas»
Por Ricardo R. González
Hay neuronas intranquilas que emprenden su vuelo y llegan alto, máxime cuando se trata de configurar ese mundo que necesita —y reclama— un equilibrio a fin de que cada terrícola encuentre su espacio para el desarrollo de una vida plena.
En busca de estas sendas el doctor Julio César González Pagés, coordinador de la Red Iberoamericana y Africana de Masculinidades, y la cantante Rochy Ameneiro pactaron su complicidad hace apenas dos años. Así comenzaron a tejer historias alejadas de fantasías e ilusiones, y, sin hilos ni ovillos, surgió el proyecto Tod@s contracorriente que, en su edición de estreno, abogó por un NO a los diversos indicios de violencia.
La gira recorrió gran parte de un archipiélago en el que dichas manifestaciones no están ausentes y ocupan gran parte del día a día. Por eso, al término de aquella experiencia comprendieron que el camino resultaba incipiente y faltaba mucho por hacer.
Un segundo periplo acaba de finalizar. Esta vez en defensa de la diversidad cultural, algo imprescindible que reclama tolerancia, comprensión y respeto a pesar de que algunos la ven como una especie de «fenómeno», mientras otros la aceptan entre las realidades a asumir con el lastre de los prejuicios.
Para el doctor González Pagés se hace necesario el rescate de nuestra identidad, «porque muchas veces queda relegada por culturas globalizadas lejanas, y lo más triste es que no en pocas ocasiones se acuñan como síntoma de modernidad, incluso hay conductas que lideran y van en detrimento de la salud o el bienestar social».
— ¿Pudiera hablarse de una diversidad inclusiva?
— Constituye uno de sus basamentos; sin embargo, debemos ver lo que somos como cubanos y latinoamericanos, detenernos en aquellos aspectos que guardan relación con la idiosincrasia, sin copiar modelos que poco o nada aportan y nos alejan de las raíces.
— En una era de pérdida de valores estamos llamados a retos…
— El primero sería el rescate de valores encaminados a promover una cultura que no discrimine a las personas por raza, orientación sexual, o por residencia en zonas rurales o urbanas.
«Tributamos a una diversidad cultural mundial mediante una campaña, promovida por la UNESCO, hacia el desarrollo de un ser humano más pleno. A veces nos reímos de la forma de hablar de los orientales, y eso es matar culturas, ignorar la existencia de formas de ser diferentes que no resultan erradas, pues algo indica que somos diversos y respetables. Por ello sustento que la diversidad es atractiva de acuerdo a la forma en que la miremos».
— Entonces, ¿partidario de su defensa?
— Siempre que se aleje de la violencia, del racismo, la homofobia, y resulte inclusiva consideramos que va a ser diversa, cultural, y con nuevos temas a defender.
— Se habla de una campaña ¿quiénes son sus promotores?
— Inició el pasado 25 de marzo en La Habana con la presentación de un video clip de Rochy que toma como base la canción Quisiera, compuesta por Gerardo Alfonso. La estética de este audiovisual defiende no solo la diversidad sexual, si no también las formas de ser diferentes desde la raza, la estética… en fin… Se trata de promover y defender un abanico cultural que incluya la comida, la música, la ropa… de que no se sigan viendo a los orientales como palestinos o al homosexual como algo podrido de la sociedad.
«Hay etiquetas llamadas a eliminarse, a lograr un mundo que no discrimine, pues la diversidad cultural es el mejor modo de vivir pero sin etiquetas».
— En este proyecto hay una figura joven que, a pesar de sus 15 años, despunta dentro de esas campañas…
— Para nosotros Rodrigo García Ameneiro es nuestro líder de la campana El valiente no es violento. Muchas personas nos preguntan cómo se han insertado artistas tan conocidos como David Blanco, Elaín Morales, X Alfonso, Aldo López Gavilán y muchos otros.
«Apostamos por Rodrigo porque representa el futuro en estas temáticas culturales del país, y a la vez por su militancia como Embajador Cultural de la Red Iberoamericana y Africana de Masculinidades desde hace dos años.
«Se sintió feliz cuando supo que iba a ser la imagen de la campaña para Cuba como país que la inició a nivel de toda América Latina, por lo que tiene una alta responsabilidad. Ello denota que si les inculcamos buenos valores a los jóvenes desde temprano todo fluye de manera orgánica.
«Con Rodrigo ganaremos miles de ellos que deseamos vean en su imagen una estética diferente, solidaria, no violenta, y culta».
— ¿De qué forma incorporarse a esos buenos propósitos?
— Queremos algo logrado desde una cultura de paz, y a estas intenciones pueden sumarse artistas, deportistas y todo aquel que desee. Ya existen 42 campeones olímpicos y mundiales insertados a la campana que se unieron de una forma increíble.
«Mientras posean más medallas de oro resultan extraordinariamente sencillos. Todos acudieron a una jornada convocada en la Ciudad Deportiva, y estas glorias del deporte se vincularon de manera espontánea, y preguntaban cuáles eran las encomiendas inmediatas para apoyar y contribuir a cambiar lo feo del mundo».
— ¿Músicos y deportistas como especie de gancho?
— No tan categórico, lo que si resulta indiscutible es el liderazgo que poseen entre el público. Hoy en día la juventud sigue más a estas figuras que a otros, y ello puede reportar un efecto saludable para las generaciones.
«No solo admitimos a grandes personalidades si no a todos los que estén dispuestos a contribuir, incluso no tienen que resultar figuras populares, pues desde los CDR, la FMC y otras organizaciones se puede cooperar a tenor de que vale cualquier acción transformadora».
— A mi modo de ver toda campaña demanda nuevas aristas… alejarse de caminos trillados para lograr sus objetivos.
— Debe confluir una especie de complicidad entre lo novedoso y la inteligencia. Me parece excelente la inserción en esta gira del documental Maestra, perteneciente a la realizadora norteamericana Catherine Murphy. Ella buscó nuevas fórmulas para reflejar un hecho tan peculiar como fue la Campaña de Alfabetización.
«El producto artístico llega a sorprender por su factura y originalidad. Un resultado cultural de esta calidad dignifica a estas mujeres que ofrecieron lo mejor de si desde edades muy tempranas, a la vez que constituye una enseñanza para sus respectivos nietos en el afán de respetarlas como seres humanos y por lo que le aportaron a la historia de Cuba. Algo que incita a beber de esa sabia».
— Entonces, Maestra alfabetiza el alma?
— Constituye una lección renovadora en ese viaje al pasado, su tránsito por el presente y el futuro de una nación que pasa inviolablemente por el sustento cultural.
«Yo nací después del triunfo de la Revolución, y gracias al documental aprendí detalles que me eran desconocidos. Fue sorprendente la participación de esas féminas, muchas aun niñas, que le dieron el conocimiento y el saber a este país».
— A propósito ¿cree que el llamado nivel cultural y las categorías científicas ofrecen las credenciales de una persona?
— Podemos ser licenciados, masters, doctores… y resultar las personas más mal educadas del Planeta. No creo que los grados científicos o niveles puedan cambiar la vida. Influyen en mejorar conocimientos en torno a tecnologías, calidad de vida, y otras facetas, mas el espíritu hay que alimentarlo individualmente y orientarlos hacia los buenos caminos.
— Detengámonos en el papel de los medios de comunicación. ¿Hasta qué punto la prensa, la radio, la TV y otras vías alternativas y sus decisores están llamados a un cambio de mentalidad?
— Resulta un desafío total. Exhibimos lo peor del cine norteamericano, lo banal y reiterativo del thriller. Somos indiscriminados al exhibir productos violentos en la música, en los conciertos, en los espectáculos, Vimos en la Gala de Premios Lucas una coreografía en la que «matan» a todos los bailarines como parte de una puesta presenciada por 5 mil personas en el teatro, y por millones a través de la televisión.
«Son códigos errados, generan violencia, y los decidores tienen responsabilidad. Comparto el criterio de Rochy que los raceros para la política deberían aplicarse, también, en la amplia gama de temas por la no violencia, por lo que habrá que ganar en sensibilidad y en formación, pues en un país donde exista la violencia no puede haber desarrollo».
— Usted tiene el don de resultar un escritor polémico por el abordaje temático, pero matizado por la frescura de sus musas. Macho, varón, masculino y otros textos así lo demuestran. ¿Acaso el Julio César asociado a las editoriales se toma un descanso?
— Apenas un pequeño aire… Para la próxima Feria del Libro estoy terminando uno que se titula: Sexo, música y deportes cosa de hombres que deviene especie de continuidad de Macho, varón masculino, un título que sobrepasó los 40 mil ejemplares vendidos en todo el país, y hasta me cambió mi propio nombre
Ahora con la nueva producción deseo dar respuestas a estas tres temáticas como fuente de discusiones en los hombres por toda Cuba.
— Se atreve a darnos algún adelanto?
— Hay partes muy controversiales. Hablaremos de pornografía, de prostitución masculina, en fin… es solo un avance. Imagino que a algunas personas no les va a gustar tanto porque refleja realidades muy crudas; sin embargo, para eso estamos, para decir cosas que otros no desean o carecen de herramientas. Son verdades dirigidas siempre al mejoramiento humano, a ese que encamine a la consolidación de un mundo mejor y posible que a veces queda en un simple eslogan.
— Hasta qué punto este proyecto de Tod@as contracorriente, que inició degustando un plato de espaguetis en casa de Rochy, ha cambiado la vida de Julio César González Pagés?
— Mi obra está marcada por estas dos giras. Salir del escritorio y estar in situ ha modificado el sentido de mi vida. Estoy más sobre la tierra, pues el proyecto me ha llevado a la raíz, a salir de La Habana y traspasar el túnel, a llegar a ciudades y acercarme a sus habitantes, a compartir espacios con muchas personas.
«Una experiencia dura porque significa viajar, descansar poco, soportar el intenso calor, pero de excelencia porque ha permitido, en dos años, interiorizar muchas de las problemáticas actuales, que de otra forma me hubiera sido imposible».
— ¿Una apuesta por la suma y multiplicación de buenos valores?
— Cierto, en el afán de unir a todas las personas por la no violencia y a favor de la diversidad cultural. Una oxigenación intelectual y personal que me permite ser más sociable e inclinarme por códigos investigativos dirigidos a un mayor número de ciudadanos, sin desprendernos del rigor académico.
«Por todo esto, y por mucho más, creo que ha sido el plato de espaguetis más nutritivo que me he comido en la vida».
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