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Bendita biodiversidad

Bendita biodiversidad

Por Ricardo R. González

Cada 22 de Mayo el mundo tiende un llamado para preservar la biodiversidad, ese abanico inmenso de organismos terrestres, marinos, y de otros ecosistemas que forman parte del universo como expresión de la vida en la tierra.

Diría más, este conjunto garantiza la supervivencia del Planeta donde la Naturaleza no solo proporciona lo indispensable para subsistir, si no también aquellas aristas que nos hacen más agradable el paso por el día a día.

Una mirada al entorno cubano reconoce que la ínsula presenta el 3,5 % de todas las aves, el 2,6 % en la variedad de escorpiones, y el 2,3 % del total de plantas conocidas hasta hoy.

Sin embargo, dicho potencial no escapa de riesgos debido a las amenazas que gravitan sobre el globo terráqueo atribuibles al deterioro y fragmentación del hábitat, o a la explotación excesiva de especies de plantas o animales.

A ello se suma la contaminación del suelo, el agua, y la atmósfera, y el instinto aventurero de introducir variedades provenientes de otros lares, sin saber sus características ni las posibilidades de adaptación.

Todo agravado por las indisciplinas y comportamientos humanos en torno a la caza y tala furtivas, o la modificación de los ecosistemas marcada por las irreverencias humanas.

La agudización de las lluvias o su reverso con períodos intensos de sequía se incorpora a la larga lista de factores que atentan contra nuestro propio patrimonio, a la vez super amenazado por las penetraciones del mar, y la intensidad o frecuencia de perturbaciones ciclónicas.

Poco a poco hemos perdido muchas especies que solo quedan en el recuerdo de algunos o en las fotos que lograron acaparar los libros especializados. Cada vez son más los sucesos de petróleo vertido sobre nuestros mares, de tanqueros de gran porte que dejan cicatrices irreversibles, o de aguas teñidas por hidrocarburos como consecuencia de residuos industriales y agrícolas que inundan sin compasión.

Cada vez más crecen las aguas albañales, mientras se devasta el inmenso tesoro de los arrecifes coralinos, o la desforestación provoca incrementos salinización en zonas costeras.

A diario miles de arpones coartan la vida de delfines o ballenas, un tirapiedra desconsiderado hiere las alas de un ave, en tanto decenas de hachas sacuden con fiereza la tranquilidad de los bosques.

Cada día más los experimentos nucleares y los misiles de guerra destruyen la mediana vigorosidad que le queda a una Naturaleza maltratada y agonizante, o una bella flor deja de desarrollarse a causa de unas manos que, de repente, la privó del entorno.

Y es que nadie tiene derecho a destruir lo que se nos entregó en favor de la vida, de esa que cada 22 de Mayo pide comprensión a fin de que las nuevas generaciones conozcan de flora, fauna y ecosistemas reclamantes del cuidado de todos, de esos que exigen el respeto de todos, y la civilización de aquellos que, aun viviendo en la era tecnológica, requieren higienizar su mente cuando el tiempo acorta en su S.O.S.

La vida lo implora en el afán de convertir cada día en un 22 de Mayo. Solo así abriremos las puertas para asegurar una bendita biodiversidad que, mientras tanto, se ahoga.   

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