Un encuentro inesperado con Emiliano Salvador
Andaba yo dando vueltas por el escritorio de mi computadora, cambiando archivos de un lugar a otro para no perjudicar la más reciente imagen -algo muy personal- que he colocado en la pantalla. De buenas a primeras, me tropiezo con uno que dice Llora / Marta Valdés. Era el regalo que me había dejado, en una visita ya lejana, el joven cineasta Esteban Insausti. La traía de parte de Angélica, la hija del pianista Emiliano Salvador* y era una evidencia de la ardua, amorosa e insistente labor de rescate que ambos cineastas habían venido realizando con el legado del desaparecido músico.
Confieso que, en el primer momento, me limité a dejarme llevar por la emoción de estar redescubriendo una muestra a más de la presencia de Emiliano en mi obra. Su sensibilidad y sus prodigiosas manos me habían regalado, en el primer disco de la serie dedicada al feeling por Pablo Milanés, no sólo un trabajo de excelente respaldo al cantante (por demás, absolutamente respetuoso en relación con mis ideas musicales) sino algunos de los más brillantes solos concebidos a partir de mis temas, de cuantos hayan quedado registrados en ese largo viaje a puerto seguro, desde la gaveta hasta el oído siempre soñado del buen receptor, que a veces se vuelve obsesión para el autor en relación con cada una de sus criaturas.
No sé cómo ni cuándo se empató Emiliano con mi canción Llora. Posiblemente, ella figuró entre las que grabé en un “casetico” para que Pablito escogiera y había quedado fuera de la selección. Jamás el músico, en la inmensa secuencia de encuentros que tuvimos desde finales de los setenta en lo adelante, esporádicos pero verdaderamente intensos, fue capaz de comentarme que esa canción le había tocado algún puntico de su alma sensible como para ahondar, mucho más allá de razones melódicas y armónicas, en el tumulto de emociones que la habían hecho nacer. Jamás se imaginó, tampoco, que el día que se le ocurrió — de buenas a primeras– descargarla de esta forma (dicen que en Tropicana), alguien grababa y, luego, alguien guardaría y haría rodar de soporte en soporte, al ritmo en que su acceso al desarrollo de las tecnologías se lo permitiera, las delicias de aquel momento de ejemplar conjunción entre su alma y la mía,
Un simple “clic” me ha despertado tantas interrogantes, me ha impulsado a tanta cosa y me ha permitido asomarme a tantas respuestas, que tomé la decisión de compartir este pedazo de Emiliano “en directo” entregando el pulso vivo de la canción. No tengo la posibilidad de asomarme a sus ojitos pero doy “clic” en el recuerdo y le pregunto y me parece que le encantaría la idea que se me ha ocurrido, en la madrugada de este domingo, mientras me aprieto a su memoria.
*Emiliano Salvador nació en Puerto Padre en 1951 y falleció en La Habana, en 1992.
Almendares, 9 de septiembre de 2012
(Con información de Marta Valdés. CubaDebate)
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