Te queremos, Santa Clara
Por Ricardo R. González
Foto: Carlos Rodríguez Torres
Hoy mi ciudad anda de fiesta porque la vida ofrece el privilegio de despertar envueltos entre lunas y alboradas.
Y cómo darte las gracias, te preguntó Santa Clara… ¿Con un poema? ¿en un verso? No, sin rima y con mis palabras.
Como darte las gracias si nos meces entre el aire fresco del Capiro y el trino de tomeguines cuando asaltan el espacio.
Eres tú la que llenas corazones y motivas, quien alienta y entristeces, la tesorera inigualable de recuerdos y nostalgias.
Eres tú la de pólvora libertaria, la de tamarindos que se adueñan de los bosques, la de mariposas perfumadas, y la de antaños adoquines que sustentan historias con el hilo del amor y la esperanza.
No importa que te falte el mar que distingue a otras ciudades, tampoco que no tengas rascacielos monumentales porque sigues siendo tú, y desde donde quiera se te extraña. Viajas en la cartera, en el auto, o en la mente de tus hijos por Madrid, Caracas, La Paz, Nueva York o La Habana…
No importa, porque anhelan, al menos, una imagen que refleje a la Glorieta, a la casa que habitamos, o a la escuela de la infancia. Algo que devele a la palma o una simple estampa que te identifique: Santa Clara.
Y te vemos linda, sin arrugas, al menos eso pretendemos en los ya inevitables 323 aniversarios. Y aunque la cabalgata del tiempo se haga indetenible te sentimos siempre fresca y renovada.
Se dice fácil, más cuantas vivencias prolongadas. Por eso, donde quiera que estemos, ilumínanos. Entréganos tu llave para dejar abierta la gran puerta de una urbe que tiene mucho de próceres y de Marta, para que nos muestres tus encantos y desdichas, para que sigas irrigando la vida con la propia devoción de quienes te aman.
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