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soyquiensoy (Ricardo R. González)

Escuche hoy a Ramón, Tony, Fernando y René en programa especial de la TV Cubana

Escuche hoy a Ramón, Tony, Fernando y René en programa especial de la TV Cubana

Programa "La luz en la oscuridad" de Radio Rebelde, dedicado al Día de los Enamorados, con familiares de los Cinco. Foto: David Vázquez.

Desde hace ya una década cada domingo en la noche, por Radio Rebelde y Radio Habana Cuba, el sonido de “La luz en la osuridad” surca el aire y llega a miles de oyentes, conducido por las periodistas Arleen Rodríguez y Angélica Paredes. Pero emisión más reciente fue histórica. Tony, René y Ramón, que logran escuchar la transmisión y tender así un puente, noticioso y afectivo con su país y su familia, conversaron con los realizadores y sus familiares.

“La luz en la oscuridad” fue filmado por las cámaras de la Televisión, y esta noche, al concluir la transmisión del Noticiero de la TV los cubanos podrán apreciar lo que allí aconteció para celebrar el l 14 de febrero. Por primera vez se escucha la voz de Fernando y de Ramón, y por segunda vez a René y al poeta Tony. Gerardo, “el más preso de todos”, no pudo llamar, no pudo felicitar a su media naranja Adriana la que no ve hace ya 13 años.

Las esposas y Mirta, la madre de Tony, estaban en el estudio de Radio Rebelde y la emoción y las lágrimas acompañaron de una punta a la otra el programa, que estuvo al aire en la radio dos horas y 15 minutos.

Cubadebate comparte con sus seguidores la carta que enviara Tony Guerrero al escuchar el programa y un video resumen de esta transmisión. También, incluimos el poema que le dedicó Gerardo a Adriana, cuando se conocieron en octubre de 1986, de lo cual se habla en este programa.

Carta de Antonio:

Queridas Arleen y Angélica, y en especial a los queridos compañeros y compañeras de la radio que hicieron posible esa Luz de ayer domingo 12 de febrero:

Acabo de levantarme, y aun guardando las emociones vividas en cada palabra que se dijo y en cada canción que se puso, les hago estas líneas.

Yo tuve la extraordinaria e inolvidable oportunidad de reencontrarme con Fernando y con Ramón cuando fuimos a la resentencia en Miami. Guardo muy vivos cada uno de nuestros encuentros, en las contadas reuniones que nos autorizaron a tener. Escuchar sus voces me llevó a esos dias y sobre todo a aquellos meses y años del tortuoso y amanado proceso judicial en Miami. Escuchar sus voces me hizo reconocerlos como lo que son: hombres íntegros llenos de amor en los que se desborda la cubana. René lo dijo muy bien: ¡Cuidadito con Fernando!, porque cuando hay que ser un “jodedor”, en la mejor comprensión de esta palabra para nosotros, no hay quien le ponga el pie delante.

Rosa Aurora lo sabe bien. Aunque como ella aclaró, cuando se trata de algo que merece toda la seriedad y profundidad, allí esáa su palabra con un fuerte peso, directa y precisa. Ramón, como ustedes pueden ver, por donde quiera que pasa hace amigos a montones y los arrastra con él. Es la nobleza en persona, es el que comparte con todos, aunque en el handball hay que matarlo en la cancha para ganarle. Claro que si alguien le trae una suculenta comida te puede dejar ganar un partidito, como agradecimiento. Es un poeta, más natural que lo que yo soy haciendo versos. Con la misma decisión y valor que dice las verdades y que declara su amor a Elizabeth, se sienta y te escribe 4 poemas en un abrir y cerrar de ojos, salidos de su corazón que es mil veces más grande que su cuerpo.

Y bueno, escuchar a René llena el alma de fuerzas y nos hace sentir muy felices, a pesar de la prisión injusta a que sigue sometido, porque esa creo que es la mejor palabra con la que se puede describir su condición actual. Es cierto que yo me pasaba el día en la cama de arriba de la litera de aquellas celdas del hueco, sentado en posición de lotus escribiendo poemas y que las pocas veces que me paraba me quejaba de que me dolía la espalda, ¿pero cómo no?, si aquella posición de mirarla ya daba dolor de espalda.

Sucede que se me iban las horas y ni yo mismo me daba cuenta de la presión que ponía en mi cadera y espalda. Pero, bueno, le faltó contar la parte cuando, en aquel espacio tan reducido, él se ponía a hacer su rutina de ejercicios y que cuando ya estaba sudando hasta el punto que se empanaba el cristal de la ventana, en su carrera rápida en el lugar, lo que más parecía era una regadera de agua, mojando con su sudor hasta mis papeles con mis composiciones.

¿Cuántas cosas no vivimos? Pero, como él dijo, nuestra convivencia siempre fue en la más entrañable hermandad. Debo aclarar que mis cuatro hermano compartieron celdas por mucho más tiempo que yo. Resultó que un buen dia, a mi abogado se le ocurrió pedir separación para mi, y de repente me quedé solo el resto del tiempo en el hueco. Luego cuando bajamos al primer piso, con la población general, ellos se ubicaron en dos celdas y yo fui el que vivió con otras personas, que fueron muy variadas, porque allí la gente no duraba mucho tiempo.

Cuando hablaron Adriana, Olguita, Elizabeth y Rosa Aurora, lo confieso, con toda mi franqueza, me corrieron lágrimas por fuera y por dentro, y vi el amor infinito que las une a mis hermanos y una vez más corroboré que contra el amor del bueno no hay quien pueda. A ellas siempre llegue toda mi admiración y mi cariño hermano.

De mi madre solo digo lo que siento en todo momento: ella es mi inspiración, es mi guía, es mi luz y es, como ella explicó de manera irrefutable, mi novia eterna y mi amor indestructible e inseparable.

Esa canción de Massiel yo la cantaba en un coro escolar del que era el solista. Quizás ella ni se acordaba. Pero, además, a mi primera novia, digamos que oficial, con la que aun conservo una hermosa relación de amistad, le decían en su grupo de amigas la Massiel por su parecido a ella. Fíjate cuántas cosas puede hacer recordar una canción.

De las sucesivas novias mejor dejar el tema para otra ocasión. Y de las futuras también. Hay románticos que no tienen remedio. Yo hubiera querido escuchar por Simone…”procuro olvidarte haciendo en el día mil cosas distintas…”, canción que no se puede escuchar si te hacen un ultrasonido, como el que propuso René.

Bueno, se me quedan un montón de cosas por decir, pero cierro con una felicitación a los que hicieron realidad llevar nuestras voces y nuestro saludo de amor a todo nuestro pueblo y amigos del mundo.

Cinco abrazos.
¡Venceremos!
Tony 13 de febrero de 2012

Gerardo Hernández Nordelo escribió este poema el día en que coincidió con Adriana en una parada de ómnibus en la Rampa, en octubre de 1986:

Ante mí apenas distingo una silueta
que se empeña en dibujar ademanes didácticos
Y a mis oídos casi llegan detalles
de conceptos jurídicos y conflictos internacionales
pero en mi mente sólo está aquella muchacha
de la parada
la estudiante de Química
cuyo nombre ignoro
aunque conozco su tímida mirada
porque día a día agiganta el hechizo
de los amaneceres en La Rampa.

Esa muchacha, tal vez mañana
cuando al sentarse tome cortésmente mis libros,
se entere que un desconocido
admirador de su belleza,
desatendió una clase
por escribirle este poema
(Escrito por Gerardo en un turno de Derecho Internacional)

Gerardo obsequió este poema a Adriana al día siguiente de escribirlo, cuando aún no conocía su nombre, de ahí su título “Poema a la muchacha de la parada”.

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