Las Hermanas Lago (Cuba)
Por Ricardo R. González (*)
El destacado periodista y realizador radial Roberto Bruce Trujillo sentó el precedente para la reseña al recordar, por estos días, el cumpleaños de Lucía Lago, una de las integrantes del inolvidable trío de las Hermanas Lago.
Otro de los íconos que tallaron una huella dentro de la cultura cubana al regalar una perfecta armonía que fuera catalogada, en su momento, como una de las mejores de Cuba, y la agrupación femenina más sobresaliente dentro de dicho formato en toda América.
Cantantes y guitarristas que se dieron a conocer en aquella función de aficionados realizada en el Teatro Nacional de La Habana cuando 1932 corría sus días, y justo fue premiar tanta entrega —aunque incipiente— con el primer premio de la jornada.
El camino quedaba abierto y comenzaba a transitarse. Poco a poco aparecieron en diferentes carteleras de los centros capitalinos, sin descartar las principales cadenas radiales, apoyadas en un repertorio que paseaba entre pregones, boleros y canciones tradicionales.
Integrado en su primera etapa por Cristina, Esperanza y Graciela, el trío logró, en 1940, un escaño cimero de popularidad. Por entonces, Isolina Carrillo asesoraba a una agrupación que introdujo novedades en cuanto al empaste vocal y su acompañamiento.
Así lograron ser las primeras, entre los colectivos femeninos de pequeño formato, que dio vía a la armonía de los tríos en la música cubana, a la vez que resultaron las pioneras en grabar canciones infantiles y anuncios comerciales.
En 1947 irrumpió Lucía Lago para ampliar la nómina a un cuarteto hasta que 1954 trajo la lamentable pérdida de Esperanza.
Sus presentaciones se extendieron a los Estados Unidos y a diversas latitudes latinoamericanas, mientras que sus rostros llegaron a la televisión, en 1951, con excelentes temas representativos de la música de nuestra área geográfica y del propio archipiélago.
Revisando el catálogo discográfico, la Empresa de Grabaciones y Ediciones Musicales (EGREM) recogió algunas de sus interpretaciones que, también, las otroras firmas PANART, Kubaney, y la ibérica VALERO-AYZA dejaron en sus matrices.
Sobresale el larga duración de cantos infantiles apoyadas por Leo Marini y el conjunto de Luis Santi.
Otra placa inolvidable fue la realizada junto al cantante Fernando Albuerne y la orquesta del maestro González Mántici.
Si de particularidades se trata mencionemos las interpretaciones de «Longina», «La bella cubana», «Recuerdos de Ipacarai», «Canción de navidad», y «Sombras», entre otras.
Iniciada la década de los 80, el trío recesó su actividad, aunque Lucía prosiguió sus presentaciones como solista en determinadas actividades como remembranzas de un aval de quilates que valió la Distinción por la Cultura Cubana, y la Medalla Décimo Aniversario de la Nueva Trova a una agrupación de valladares ganados en el amplio pentagrama del ajiaco musical de la mayor de Las Antillas.
(*) Nota de Editor: Los trabajos publicados en temas (Artistas) han sido elaborados por este autor, a partir de informaciones de base, sin que consignen la totalidad de detalles, hechos, y personalidades que influyeron en el desarrollo artístico.
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