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Ignacio Villa (Cuba)

Ignacio Villa (Cuba)

Por Ricardo R. González (*)

Nadie lo pudo predecir. Ni siquiera los más allegados a aquel hogar de Guanabacoa que acogió a un negrito nacido el 11 de septiembre de 1911 y quien resultara, a la postre, un ícono de la cultura cubana.

Tampoco aquellos que concurrían al cine silente de aquel pueblo donde inició sus primeras presentaciones en el entonces incipiente camino del arte.

Uno de los 12 hijos del matrimonio integrado por Inés Fernández, ama de casa, y Domingo Villa, cocinero de una fonda, ante una familia que pasó por situaciones económicas complejas, pero sin renunciar al ambiente festivo criollo de la villa como detalle que  marcó la personalidad creadora y la alegría del artista.

Poco a poco, Ignacio Jacinto Villa Fernández fue ganando su espacio, y en 1923 comenzó a estudiar solfeo y teoría musical. Su aspiración era convertirse en Doctor en Pedagogía y en Filosofía y Letras, pero al matricular, en 1927, en la Academia Normal para Maestros, la crisis provocada por el gobierno de Gerardo Machado cambió el rumbo y, afortunadamente, le hizo dedicarse a la música.

Ya en.1933 llegó a escenarios mexicanos como pianista acompañante de esa gloria universal llamada Rita Montaner. A ella le correspondió el epíteto de Bola de Nieve en juego irónico con el color de su piel y la pequeña estatura que portaba, aunque otras hipótesis se lo achacan a un periodista de la época.

Considerado como un notable pianista no escapa de un singular estilo de interpretación, muy cercano a las corrientes francesas de los tiempos.

Entre sus piezas inolvidables por esa manera peculiar aparecen «Ay amor», «La flor de la canela», «Drume negrita», «Babalú», «Alma mía», y el clásico de Eliseo Grenet «Ay mamá Inés», del que Bola hizo una versión inigualable.

De su autoría son: «Si me pudieras querer», «No quiero que me olvides», y «Tú me has de querer», por citar algunas.

Dos menciones particulares merecen «No puedo ser feliz», de Adolfo Guzmán, y la versión que realizara de «La vie en rose» (La vida en rosa), de Edith Piaff.

Sin embargo, la radio lo sorprende en 1950 cuando se inició en la cadena de radio CMQ "El gran show de Bola de Nieve", en el que cantaba acompañado por una orquesta e invitaba a artistas nacionales e internacionales de renombre.

Viajó ininterrumpidamente por casi todo el mundo, y tuvo la dicha de interpretar las canciones en español, inglés, francés, italiano y portugués, aunque cantaba principalmente en su lengua materna. Y al preguntársele su nacionalidad siempre se definió como latinoamericano.

Compartió escenario con grandes figuras como la española Conchita Piquer; Teddy Wilson, Art Dayton y Lena Horne en Filadelfia; Ary Barroso y Dorival Caymmi en Brasil; la cubana Esther Borja; y la argentina Libertad Lamarque.

En 1965 el restaurante Monseñor, ubicado en el centro de la capital cubana, fue reparado y convertido en el Chez Bola. Este sitio resultó la locación habitual para sus actuaciones, a la vez que le permitía estar más cerca del público.

Entre las curiosidades que rodean su vida aparece su ejercicio como profesor de Matemática, y otra significativa ocurrió en los Estados Unidos, luego de presentarse en el Carnegie Hall, de Nueva York. Eran tantos los aplausos que lo hicieron salir nueve veces al escenario como agradecimiento a los asistentes.

Bola de Nieve padecía de diabetes y asma, y en enero de 1969 se le descubrió una cardiopatía arteroesclerótica, sin contar un infarto que sufrió en 1970.

Su postura ante el arte fue radical, por ello, declaraba: "los trastornos que me está ocasionando la diabetes no me incapacitan para continuar martirizando al piano y a mi público".

La última actuación fue el 20 de agosto de 1971 en el teatro Amadeo Roldán, durante un homenaje a Rita Montaner. Apareció en la televisión por última vez en el programa musical "Álbum de Cuba", un día después de haber cumplido 60 años.

Chabuca Granda junto a amigos y admiradores le preparaban un homenaje en Perú y, antes de partir, concedió una entrevista en Radio Habana Cuba que, también, sería la última.

En una escala en Ciudad México, a fin de continuar travesía hacia Suramérica y cumplimentar esta invitación le sorprende la muerte el 2 de octubre de 1971, pero fue traslado a su Patria y sepultado en su pueblo natal.

Cuba tuvo el privilegio de tener a Bola de Nieve. Hoy conmemora el centenario del cubano que aun sigue resonando en nuestros oídos con su entrega inmaculada y de quilates.

(*) Nota de Editor: Los trabajos publicados en temas (Artistas) han sido elaborados por este autor, a partir de informaciones de base, sin que consignen la totalidad de detalles, hechos, y personalidades que influyeron en el desarrollo artístico.

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