«Con 2 que se quieran» Nelson Domínguez (Parte I)
“Entre la duda y la certeza me quedo con la duda”
Amaury. Muy buenas noches. Estamos en Con 2 que se quieran. Ahora, en 5ta. Ave y calle 32, en Miramar, en los maravillosos Estudios Abdala. Hoy nos acompaña un artista plástico extraordinario, uno de los más grandes artistas plásticos que tiene nuestro país y que ha tenido y una de las personas más simpáticas que yo conozco dentro del mundo de la plástica. Mi amigo querido y admirado, Nelson Domínguez. Nelson, bienvenido, mi socio. Qué grato que hayas podido hacer un tiempito para venir a estar aquí conmigo y, por supuesto, con los televidentes.
Nelson. Siempre es un placer inmenso.
Amaury. Oye, tú sabes que me llama mucho la atención y es que todos los artistas plásticos que han pasado por el programa, el Choco, Zaida, Fabelo, todos hablan de ti como el gran maestro. Incluso en algunos casos como el maestro de Academia y, en otros casos, con una reverencia muy especial como la persona imaginativa, la persona que les ha despertado, a muchos de ellos, los deseos de crear. ¿Cómo te sientes con eso?
Nelson. Realmente me sorprende y no me sorprende. Es decir, en primer lugar, porque estás hablando de personas a quienes yo respeto mucho y artistas que son importantes, muy importantes en la plástica contemporánea; artistas que ya están probados, que han hecho una obra, que ya van en un camino, en una línea recta, como decía Servando, hacia la gran pintura. Y yo creo que, bueno, para mí es, obviamente, un halago, ¿no?. Yo trabajé directamente…, bueno, Choco y yo estudiamos juntos. Pero nunca le di clases a Choco. Zaida es la única que fue mi alumna y que igualmente la respeto como una gran profesional, hasta el punto que ya a mí se me olvidó que ella fue mi alumna. Y ya profesionalmente compartimos las cosas sin miramientos. Ella mira y yo miento. (risas)
Amaury. A ella no se le olvidó que tú eres su maestro. Zaida es muy agradecida, tú lo sabes.
Nelson. Sí, Zaida siempre me ruboriza porque… bueno, yo pienso que es una dosis, una cuota de agradecimiento que el maestro, a veces, necesita. Yo, por ejemplo, me he encontrado a maestros míos de cuando estudié en la Ciudad Escolar Camilo Cienfuegos, en el Caney de Las Mercedes, que ahora justamente está cumpliendo el 50 Aniversario de su creación, y cuando me ven, me dicen: ¡Pero quién iba a pensar que este guajirito que llegó de la Sierra Maestra, y mira, hoy es un pintor! Y bueno, yo también les cuento que a mí me pasa lo mismo. Yo no sabía que iba a llegar a donde he llegado. Y sabiendo que no sabía que iba a llegar a donde he llegado, pienso que puedo llegar adonde no he pensado llegar.
Amaury. Claro, pero fíjate que aparte de tu obra, que conozco y que disfruto tanto, es que tú nunca te has creído el personaje que eres. O sea, tú eres un personaje muy importante en el mundo de la plástica y no has perdido el humor. Hace dos minutos, antes de empezar a grabar, Tato, nuestro sonidista, quien sale siempre al final del programa quitándonos los aparatos le dice a Nelson: óye, es un problema venir con pulóvers porque el micrófono no se puede colocar. Hazme el favor de decir lo que tú le respondiste. (risas)
Nelson. Bueno, es que esta es una prenda diseñada por uno de los grandes diseñadores de vestuario del ballet: “Safari Plizetski” que me lo diseñó (risas). Yo no iba a a venir con este pulóver, yo iba a venir con un safari, pero me dio un poco de pena, porque sé que tú eres muy moderno, pero vine también con tenis. (risas)
Amaury. Por lo menos algún otro vino con tenis. Ahora cuando critiquen mi tenis, dirán, bueno, también Nelson tenía. (risas)
Nelson. Oye, la gente me dice; Amaury está adelante. Amaury anda con traje, corbata y tenis; eso se usa. (risas)
Amaury. Uno nunca sabe si alante o atrás.(risas)
Nelson. Exacto, también es cierto eso, uno nunca sabe. (risas)
Amaury. Oye, Nelson, tú naciste en Baire, eso cualquiera lo puede saber porque está en tus biografías.
Nelson. En cualquier palabra de mis palabras está que yo soy de Baire.
Amaury. De Baire, por eso, y en el año 1947.
Nelson. Exacto.
Amaury. Eso fue el otro día (risas), ¿cuántos hermanos son? Háblame de tu familia y de tus hermanos, porque son muchos.
Nelson. Mira, nosotros somos seis hermanos de padre y madre, aunque yo nunca he hecho referencia, ni he hecho división porque todos somos hermanos.
Amaury. Claro.
Nelson. Igual, yo tengo hijos con tres esposas y para mí y para ellos son hermanos, y además también yo los he educado de la misma forma que mi padre nos educó a nosotros. Aunque fuéramos de madres diferentes, teníamos la necesidad del hermano. Somos, bueno, lamentablemente falleció uno, pero éramos 16 hermanos. 16 hermanos; bueno, seis de padre y madre, que éramos los mayores y los más chicos, que ya son hombres y mujeres.
Amaury. Que ya son de padre.
Nelson. Que viven en Bayamo todos, así que.
Amaury. ¿Ah, sí?
Nelson. Sí, y entonces.
Amaury. Este programa tiene cantidad de televidentes en Bayamo, para que tú sepas.
Nelson. Sí, sí, pues entonces. Yo lamento que mi padre no me hubiera dado un poco más de hermanos, porque así me sentiría…
Amaury. Pero ¿cuántos hermanos más tú quieres?
Nelson. Bueno.
Amaury. Había un documental aquí en el ICAIC que se llamaba 55 hermanos. Ahora, yo quería saber ¿cómo era tu relación de niño con tus padres? ¿Tus padres eran cariñosos? Yo tengo obsesión con eso y se lo pregunto mucho a la gente.
Nelson. Esa pregunta es muy interesante, porque mi padre era un hombre que hablaba poco, y hablaba muy bajito, apenas se oía cuando hablaba. Pero era, sí, era cariñoso. Papi era… yo, por lo menos sentía que era cariñoso. Los hombres de campo normalmente no son muy cariñosos con los hijos porque la vida es muy ordinaria, es muy pesada,¿no?
Yo, desde por la mañana, yo me levantaba con mi papá, si iba para el campo, yo iba al campo con él, si iba a arrancar hierbas yo iba con él. Si iba a lo que fuera, a recoger café, si iba a recoger las vacas, detrás de él yo me iba siempre, siempre yo andaba detrás de él. Yo era como el rabito.
Amaury. ¿Qué edad tú tenías cuando ellos se divorciaron?
Nelson. Bueno, cuando mis padres se divorciaron yo tenía como dos años, más o menos. Entonces me crió una madrastra extraordinaria a quien considero…
Amaury. …como una madre.
Nelson. Mi segunda madre o como una madre, porque las madres no son segundas, la madre es una.
Amaury. Es una que se puede multiplicar.
Nelson. Una que se puede multiplicar, exactamente. Y yo, cada vez que voy a Bayamo, siempre, la voy a ver y veo a mis hermanos. Y en fin, la vida familiar para mí es… en el campo era muy bonita, porque realmente en el campo uno… hablando el otro día así con alguien, yo le decía, que las personas que son del campo tienen un sentido de la observación bastante desarrollado. Yo no sé por qué, bueno, debe ser por la variedad de cosas que te encuentras, los ríos, los animales, todo, te encuentras todo, la propia naturaleza. Yo recuerdo una anécdota, una vez cuando era niño, me llamó la atención el sol, porque bueno, uno repara que existe el sol una vez, la primera vez y la luna y las estrellas, también, otra vez. Y yo me quedé mirando el sol y yo me recuerdo que entre unas matas de plátano así me quedo mirando al sol, y estaba en el sol concentrado y de repente se me produjo como un efecto de descomposición de la luz y yo veía que venían para arriba de mí muchas bolas en colores, y salí corriendo, llorando para la casa porque no entendía qué era lo que me estaba pasando. Ah, después entendí que la luz se descompone y todas esas cosas, pero me di un susto grande, ¿sabes?
Amaury. O sea, el sol se descompuso sobre las hojas de unas matas de plátanos.
Nelson. Sí, por los rayos del sol, mira, como hay neblina en el campo por la mañana, ves el sol, y sabes que la neblina es la que produce el arco iris o que multiplica el efecto del arco iris y eso me dio un susto tremendo. Y después de aquello, la observación del campo y de la naturaleza ha sido un elemento que me ha dado, en la pintura, en el arte en general, una forma de ver el arte, una forma de cerrar un cuadro, de darle la atmósfera que lleva la pintura. Yo guardo la imagen de los cafetales. Mi padre tenía una finca de café bastante grande y yo recuerdo las sombras, porque en los cafetales no es que haya sombras, es que la luz está tamizada entre los árboles grandes caen focos de luces, y eso es una cosa que yo creo que en la pintura mía existe. Yo generalmente dejo en los cuadros una luz fuerte, o sea, la luz de la tela. La luz máxima es la luz de la tela. Porque ni siquiera el blanco, tu das blanco y con el tiempo ese blanco se pone amarillo, se oxida un poco. Sin embargo, la tela hasta se va aclarando más. Eso existe también en la pintura de Lam (Wifredo). Lam, que es un pintor asiático, asiático en su forma y en su contenido es afro, ¿no?, yo creo que en él uno nota exactamente la utilización de la luz y la sombra, pero siempre la luz está donde tiene que estar.
Amaury. Fíjate, con el entusiasmo que tú me hablas de Lam yo puedo inferir que Lam es uno de tus referentes, por lo menos, de los referentes más cercanos.
Nelson. Sí, claro, y bueno, con esto tú concluyes pensando y diciendo: sin arte anterior, tú no puedes hacer arte. El arte viene del arte. Es decir, la referencia obligada del arte, es el propio arte. Y por eso también yo considero que aquellos que ingenuamente se creen originales, están negando que antes que ellos hubo otros. Por eso, también lo que tú decías ahorita: yo, por lo menos, nunca he pensado que no soy nada porque lo que uno sabe con respecto a lo que no sabe, es.. lo que tú sabes es tan poco, entonces sentirte orgulloso de saber tan poco, es un alarde de ignorancia. Pienso que el artista en general debe esforzarse por universalizarse y por conocer el Universo, ¿no?, por conocer dónde vives y de dónde tú vienes y usar todas tus raíces en la concepción de tu obra, ¿no?.
Amaury. Tú piensas que hay un cierto mirar por encima del hombro de los citadinos hacia las personas que son del campo, a los guajiros.
Nelson. Sí, pero cuando se dice eso de una persona que tiene valores se dice con dolor, se dice con cierto dolor. Yo me recuerdo que cuando yo entré en la Escuela Nacional de Arte, lo recuerdo como si fuera ahora mismo, entré asustado, te digo. Porque salir de la Sierra Maestra, directo a la Escuela de Arte a estudiar.
Amaury. Sí, sí, claro, claro.
Nelson. Era algo difícil. Yo al principio estaba muy asustado. Fui de la manigua a La Rampa, como decirte, ¿no?
Amaury. De la manigua a La Rampa.
Nelson. Dábamos clases de danza, clases de coro, de todo y, además, yo estaba metido en todo yo no sé cómo lo hacía.
Amaury. Yo me imagino.
Nelson. Y para mí eso fue realmente una…, claro, que después de eso yo me he dado cuenta, cuando llevé esa forma de vida que aprendí en la Ciudad Escolar Camilo Cienfuegos, me di cuenta que después yo seguí con la misma cosa de ser un curioso.
Yo, cuando salí de la escuela me di cuenta de que nosotros no sabíamos nada de grabado, absolutamente nada y fue un mundo que me deslumbró totalmente y, bueno, ahí en la Plaza de la Catedral aprendí muchas cosas. Ahí habían maestros como Ponce, Frémez, Contino, el propio Luis Miguel
Amaury. Sí, sí, eso era una maravilla.
Nelson. Roger Aguilar, que era mi maestro. Esas gentes eran, unos más jóvenes, otros más viejos, pero eran buenos maestros y con ellos pude aprender realmente muchas cosas. Y el mundo de la gráfica fue un bichito que me fue minando, bueno, y en la actualidad, tengo un taller de gráfica y ya en ese taller de gráfica trabajan alrededor de 50 artistas. Lo mismo jóvenes que viejos. Le damos servicios, ayudamos a los trabajos de diploma del ISA. Ahora mismo estamos dando una beca para el taller con todos los materiales, los gastos pagados.
Amaury. Saliste de una escuela y fundaste otra.
Nelson. Sí, bueno, el magisterio es una cosa continua. Yo pienso que uno no puede renunciar a eso, a enseñar. Hay un dicho que dice que: “el que da lo que tiene, a pedir se queda”. Y yo inventé otro que dice: “el que enseña lo que sabe, a aprender más se queda”.
Amaury. Ah, pero, eso me llevaría entonces, yo te preguntaría ahora, ¿qué es más importante para ti, la duda o la certeza?
Nelson. Yo, para mí es más importante la duda, la duda. La duda porque en la realidad, lo que yo te decía ahorita. Qué terrible debe ser enfrentarse a una tela en blanco y saber como va a quedar el cuadro. Eso para mí sería una cosa fastidiosa, yo creo que no pintaría si tuviera que pintar así. Yo prefiero tener siempre la duda de como va a quedar, de que voy a hacer, porque al final uno está haciendo una obra y, claro, ya cuando tú tienes un cierto oficio, tú sabes jugar con las cosas. Tú sabes, hasta cierto punto, a veces, hasta engañarte a ti mismo. Un cuadro que va en peligro, en bancarrota que se va contra el piso, ahí sale un truquito, ¡pa! y lo salvas y adelantas, y vuelves, y lo continúas y así.
Pero yo prefiero la duda. Yo prefiero la duda y esto me hizo pensar un poco ahora. Hay un dicho que dice: “valen más veredas provisorias, que caminos trillados”. Y el artista va, generalmente, de la vereda al camino. Porque tú vas haciendo tu propio camino, pero tienes que salirte a la vereda un poco a escudriñar, a ver qué hay por las guardarrayas, que hay por allá, buscando cosas y después vuelves a tu camino, te alimentas, regresas al camino y sigues. Yo creo que los caminos, todos los caminos están hechos de veredas. Así que, ese mi criterio.
Amaury. Eso es precioso. Ahora, yo quiero hablar de tus héroes. Eran los héroes soviéticos cuando tú estabas en la escuela.
Nelson. Bueno, mira, en la realidad cuando yo llegué a la Escuela Nacional de Arte, que se interrumpió la conversación ahí…
Amaury. …No, se puede continuar.
Nelson. Yo me encontré con los culturosos citadinos y ya todo el mundo se había leído todo. Sin embargo, yo había leído…
Amaury. Nunca se puede leer todo.
Nelson. No, bueno, habían leído mucho, pero el libro que estaba de moda, se lo habían leído.
Amaury. Ah, sí, bueno.
Nelson. Y yo aproveché para continuar mis ciclos de lectura, porque yo sí había leído mucho de la literatura que se publicaba en Cuba al principio de la Revolución. Yo era un peón del Realismo Socialista en el sentido…
Amaury. …Claro, aquel libro obligatorio, Así se templó el acero.
Nelson. Anja. Exacto, sí.
Amaury. Un nombre tan sugerente y tan difícil.
Nelson. Exacto, sí, sí. Y bueno, había muchos libros, algunos muy curiosos, uno que se llamaba El último almear.
Amaury. El último al-mear. (risas)
Nelson. Almear, completo. (risas) Y todos los libros aquellos de Los Elementos de la Filosofía de aquella época que se publicaron, yo leí todas esas cosas. Muchos no esperaron en la escuela que el guájaro había leído su poquito y que ya se había leído Don Quijote y todas esas cosas, se quedaron sospechosos: ¿Este será una agente de la ciudad haciéndose pasar por campesino?
Amaury. Y como tú eres medio chino.
Nelson. Bueno, mira, yo entré en un grupo donde todos eran graduados ya, habían estudiado cuatro o cinco años en Escuelas de Instructores de Arte, entre ellos el grupo de Choco, Paneca, Raimundo, Ernesto García, todos ellos eran graduados ya de Instructores de Arte. Y yo venía de la calle porque me gustaba nada más. El primer año me las vi mal. El segundo año no te voy a decir que me las vi peor, me las vi un poquito menos mal. Ya el tercer año me igualé más o menos con el grupo. El cuarto y ya el quinto año sacamos las mejores notas, Pedro Pablo, Flora y yo.
Amaury. Pedro Pablo Oliva, Flora Fong.
Nelson. Sí, fuimos los tres primeros expedientes. Yo me asusté, porque yo no sabía, no creía que iba a llegar hasta ahí. Y mucho más porque ellos venían con mucho más…
Amaury. Sí, tenían una formación mucho más sólida.
Nelson. Con mucho más oficio que yo. Y bueno, de esos alumnos, de los tres, Antonia Eiriz, de quien fui su asistente, ella me escogió a mí.
Amaury. Ah, de eso es lo que yo quiero hablar, que tú hables de ella.
Nelson. Me escogió como asistente de ella y eso fue…
Amaury. ¿Te escogió porque fue tu maestra?
Nelson. No, ella no fue maestra mía, maestra no.
Amaury. ¿Pero por qué te escogió, qué vio en ti? ¿Cómo llegaste a ella?
Nelson. Son las cosas que nunca entiendo, porque pasan cosas azarosas, como dijimos ahorita.
Amaury. Claro, que estábamos hablando…
Nelson. Los azares de la vida, y para mí fue la tercera escuela de mi vida Antonia Eiriz. Antonia me ponía a que yo preparara una clase y la impartiera a esos alumnos y ella sentada, mirándome. Por tu madre, aquello era algo impresionante, para mí aquello era algo que yo temblaba así, y realmente una cosa es coger la brocha y pintar y otra cosa es saber que en un cuadro hay un punto importante, que es la regla de oro, que es la banda de tensión. Todas esas cosas al principio no nos las enseñaron a nosotros, y lo aprendimos con Antonia y bueno, también con otros profesores que aplicaron el concepto del diseño. Creo que eso nos fue muy útil a todos los pintores, que es conocer también el diseño. Yo creo que un pintor tiene, básicamente, que ser un diseñador.
Amaury. ¿Cómo era ella? Porque su pintura, la pintura de Antonia es una pintura triste, oscura, melancólica, ¿no? ¿Cómo era ella?
Nelson. Ella era una mujer muy linda, primero.
Amaury. Sí, sí.
Nelson. Una mujer preciosa.
Amaury. Lo sé, que era muy linda.
Nelson. Era una mujer maravillosa, y era dulce. Antonia era una mujer dulce, no, no, y bueno, lo que pasa es que la pintura no tiene sexo.
Amaury. Claro, claro.
Nelson. Además, a ella le gustaba compartir, porque yo recuerdo que en Juanelo hizo aquellos talleres de papier maché, que hizo aquellas cosas tan maravillosas.
Amaury. Sí, sí, es la persona que empezó a hablar del papier maché en este país.
Nelson. Exacto, exacto. Tenía un problema físico que ella lo llevó a su pintura y eso me hizo pensar y voy a recordar a Servando de nuevo, que Servando decía: “Cuando un artista tiene un problema, si ese problema no sale en su obra, no es un problema.” Es decir, que eso realmente… también Servando fue uno de los grandes maestros de la escuela, aunque cuando yo llego, ya él no era profesor de la escuela. Servando, cada vez que yo hacía una exposición, yo le decía: mire, Servando, me gustaría que usted fuera, pero además, con un respeto. Y Servando iba.
Amaury. El que se merecía, que se merece.
Nelson. Hicieron un documental de Servando hace un tiempo, a mí me hicieron una entrevista y yo dije una cosa, que Servando era el pintor más elegante de la pintura cubana. Siempre andaba impecablemente vestido, era un dandy, como se dice.
1 comentario
Sebastião Roque -
Conheci Nelson Domingues no Brasil na década de 80, ou seja no século passado e ele continua igual. Jovem e Buena Gente! Gostaria de retomar contato com ele.
Forte abraço
Sebastião Roque