«Con 2 que se quieran» Broselianda Hernández (Parte II)
Amaury. Pero ella también te imita a ti.
Broselianda. Me imita a mí, ¿por qué no la voy a imitar? Con la Leonor me pasó que siempre la llamaba y le decía: “¡no voy a poder, no voy a poder!” Leo esta escena y me muero de miedo. Y ella: “¿Cómo no vas a poder? Sí puedes”(imitando la voz grave de Isabel Santos) (risas) Entonces es una suerte de retroalimentación, o sea, hablamos mucho, es una persona que me ha dado mucho ánimo para seguir.
Amaury. En una época de nuestras vidas nos vimos con frecuencia y a ti te gusta cantar. ¿Qué te gusta cantar?
Broselianda. Bueno, yo canto de todo.
Amaury. Sí, pero tú cantas boleros, te gustan los boleros pasionales, te gustan esas cantantes de mucha…
Broselianda. Sí, me gusta “Heridas”, me gusta mucho Annia Linares. Yo la adoro. Me gusta todo. Hago monólogos así con unas grandes improntas que me dan y los ofrendo mucho a mis amigos, a los amigos más cercanos y les encanta.
Amaury. No te preocupes, no te de miedo, no te voy a hacer cantar. Lo haces muy bien, a veces; digo, para divertir lo actúas exageradamente pero sí lo haces bien, cantas muy bien. Roberto Blanco y el teatro. Tú debutas en teatro y Roberto Blanco dirigiéndote.
Broselianda. Bueno, me gradúo con Roberto con los Cuentos del Decamerón. Cuando me gradúo, una graduación muy linda con Roberto, había dos grupos en muy importantes en Cuba en ese momento, que eran el “Buscón” y el “Irrumpe”. A mí me mandaron para Isla de Pinos, algo de eso y yo dije: ¡Yo no, yo soy Diploma de Oro y yo me quedo en La Habana y voy para uno de esos dos grupos, que son los más importantes y yo quería estar en alguno de los dos!
Pero en el “Irrumpe” estaba Lili Rentería en ese momento, o sea, era la gran estrella de Roberto y José Antonio estaba buscando al personaje de la Ofelia, de Hamlet, en una versión muy linda que se llamó Cómicos para Hamlet y yo me fui a hacer el casting con José Antonio Rodríguez. Un casting maravilloso.
Amaury. ¿Qué cosa es un casting?
Broseliandia. Un casting, una prueba, porque estaban buscando una muchacha que hiciera la Ofelia y ese fue el personaje que me marcó. Entré por la puerta grande con la Ofelia y fue una cosa lindísima. Después empecé a girar con José Antonio. José Antonio fue mi gran maestro, mi gran todo.
A Roberto lo comparo un poco con Humberto, ¿no?: un hombre de una gran cultura, un gran conversador, una suerte de padre también, como lo fue José Antonio en su momento y yo tuve el privilegio de hacer la puesta, y la reposición después de tantísimos años de Yerma, que fue una puesta emblemática de Roberto. Ya Roberto estaba enfermo, yo en ese momento que estaba haciendo la María, no la Yerma, también estaba un poco enferma, y recuerdo que Roberto me alzaba por la cabeza como para controlar todos esos niveles de estrés y cuando muere Roberto, yo creo que es una de las muertes que más he sufrido en mi vida. Me conmocionó muchísimo.
Amaury. ¿Qué distancia hay entre la Broseliandia que triunfa, televisivamente en “Cuando el agua regresa a la tierra”, hasta “Doble juego”? ¿Cómo te has podido mover en la televisión? La televisión es un medio diferente al teatro y diferente al cine. Todo es más chiquito, se pueden hacer, me imagino, yo no soy actor, pero se pueden hacer gestos más contenidos que en el cine se convierten en una payasada.
Broseliandia. Bueno, en “Cuando el agua regresa a la tierra”, yo siempre digo, que cuando yo quiero, digamos, actuar bien, yo me coloco en aquella muchacha, que estaba como desnuda en el sentido de… desnuda como sin equipaje. Esa muchacha que no tiene técnica, que está frente a una cámara y es tan espontánea.
Amaury. Silvestre
Broseliandia. Silvestre, nació así y fue muy lindo, o sea, es un gran premio debutar en la televisión con una serie tan buena, con una cosa tan bien hecha y con un personaje tan bien estructurado. Con esa relación tan linda con el abuelo que me marcó.
Amaury. Tú dijiste en algún momento algo que a mí me impactó y es esta frase. Esta frase es tuya textual, escrito por ti: “Soy una mujer que lo quiere todo, pasión, libros, objetos, amigos”. ¿No te parece demasiado quererlo todo?
Broselianda. Sí, me parece demasiado. Yo siempre decía que yo era como el personaje de Meryl Streep en Plenty. Veía esa película y me veía a mí. No te creas, esa frase denota una ambición, pero una ambición bonita.
Amaury. Sí, y son las cosas que tú quieres, amigos.
Broselianda. Una ambición bonita, porque creo que me lo merezco, todo lo bonito me gusta. Los amigos, creo que tengo suficientes para ser feliz.
Amaury. ¡Y buenos!
Broselianda. ¡Y buenos, de verdad que sí! Soy muy feliz con mis amigos y de verdad que lo quiero todo y yo se lo decía a mi madre desde pequeña: ¡es que yo lo quiero todo, yo lo quiero todo, y ella me decía: Las personas inteligentes somos así, ¿sabes? (risas), vemos un objeto bonito y ¡qué linda esta taza! y tal libro y esta ropa porque es bonita, y este hombre y este niño. (risas)
Amaury. Voy a ir entonces…, porque ahí hablas de pasión, pero no hablas de pareja, o sea, la pasión puede ser una cosa mutante.
Broselianda. ¡Claro!. Yo creo que vivo de pasión en pasión. No es que… quizás le tenga miedo a la rutina, pero es que soy así… Yo creo que a esta edad uno no va cambiar tanto.
Amaury. ¡A qué edad, por favor! Tú eres una muchacha.
Broselianda. Mira, hay una cosa muy graciosa. Yo he ido caminando por la calle y la gente me dice: Brose, ¿cuándo tú vas a encontrar un hombre para tu vejez?
Amaury. ¿Para tu vejez? (con sorpresa)
Broselianda. Eso del compañero para la vejez…
Amaury. En un asilo hay muchísimos, en los asilos hay personas, enfermeros que se ocupan de eso cuando uno llega a la vejez. Pero tú eres una muchacha. Miren, ahora usted ven a Broselianda maquillada, además, Aymara (maquillista del programa) es una maravilla y la maquilló, pero cuando Broselianda llegó a este estudio hoy, parecía mi hija. No puede ser mi hija, pero puede estar cerca.
Broselianda. Me parece que no es una exageración de tu parte (risas).
Amaury. No, no lo es. Digo, que puedes ser mi hija, sí, que puedes ser mi hija es una exageración de mi parte. (risas)
Broselianda. Mira, no sé, a veces yo me siento de ochenta años, para qué decirte. A veces la depresión y… momentos bipolares, yo digo que soy muy bipolar… A veces le mando mensajes a mi mamá donde le digo: “Te mando un beso bipolar”, un beso intenso, pero sobre todo bipolar. Un beso que por la mañana va a ser muy alegre y por la tarde va a ser muy triste, pero realmente yo creo que no he terminado todavía de amar todo lo que se presente, ¿sabes? Porque hay personas que sí…, yo eso lo admiro, admiro las parejas de años… Quisiera, me da una envidia sana ese compañero de la vejez, pero yo necesito ese amor que quizás dura tres segundos, cuatro segundos, pero que me vuele la tapa de los sesos y que me levante del piso, que no tiene que ser ese día tras día… No es que eso no exista, yo creo que sí, pero a lo mejor yo no lo sé hacer.
Amaury. Hablemos de Sofía, de tu hija, tú tienes una hija adolescente.
Broselianda. Bueno, con eso te lo digo todo. Tengo una hija adolescente. Tengo una hija maravillosa.
Amaury. Que tú has criado sola.
Broselianda. Que yo he criado sola.
Amaury. Padre y madre.
Broselianda. Padre y madre y, ¿qué te voy a decir? Es mi vida, es mi todo. Le he dedicado todo tipo de cosas, desde funciones, entrevistas, mi vida entera se la he dedicado.
Amaury. ¡Vamos a dedicarle también el programa este!
Broselianda. ¡Vamos a dedicárselo!
Amaury. Mira, no había pasado, nunca le habíamos dedicado el programa a alguien. Vamos a dedicarle este programa, está dedicado a Sofía, la hija de Broselianda.
Broselianda. ¡Claro!
Amaury. Tú llegas a tu casa con un personaje, ya fuiste y lo hiciste. Sobre todo cuando estás haciendo teatro, más que cine, teatro que es todos los días haciendo lo mismo o casi lo mismo, porque nunca se hace lo mismo. ¿Cómo te desprendes de esos personajes en tu casa cuando llegas? ¿Normalmente qué pasa cuando tú llegas del teatro, llegas 11-12 de la noche después de una función? ¿Cómo ese personaje se va para volver a engancharlo al día siguiente?
Broselianda. Bueno, Amaury, eso es tétrico. Déjame decirte que yo pensaba que eso era un mito y yo hice un personaje en Vacante, Ágabe, que era… lo tuve que dejar. Porque era un personaje que removía todo, todo mi ser y salía en un carro todo el tiempo el personaje… Me levantaba de madrugada y era el personaje, el personaje y llegar con toda esa carga de dos horas de función. Además tenía una carga física fuerte; esa descarga de adrenalina, pérdida de peso. Incluso se habla que los actores de teatro pierden peso, no sé si también los del cine, pero supongo que también. Y es muy difícil, llegó un momento en que mi hija en un momento me dijo: ¿Sabes lo que dijo Marlon Brando un día en una entrevista? Que los actores no debían tener hijos. Me dejó así. Y yo dije: quizás, pero no sé por qué me lo dijo, todavía estoy por preguntárselo, pero es bien difícil. Lo que pasa es que hay que lograrlo, ¿sabes?, porque sin salud mental un actor tampoco es nada.
Amaury. ¿Por qué llegaste tan tarde al cine cubano?
Broselianda. Yo creo que tiene que ver más bien con esa cosa de los tipos físicos y de ese tipo también físico peculiar, esa voz peculiar y todas esas cosas, aunque yo había hecho una primera película muy joven con Víctor Cassaus. Después me condenaron al ostracismo, en el sentido de las películas…
Amaury. …Al ostracismo cinematográfico, porque en teatro…
Broselianda. De las películas cubanas, porque coproducciones sí me tocaban muchas, muchas que las agradezco muchísimo.
Amaury. ¿Qué es lo que más te ha gustado de lo que has hecho en el cine cubano?
Broselianda. No, de verdad que te diría que todo. O sea, contundente por pequeño, hablamos de la escena de Barrio Cuba, pero la Maggie con Enrique (Pineda Barnet); el personaje de “Mata, que Dios perdona” con Ismael Perdomo y ahora la película de Fernando (Pérez) fue un personaje bellísimo, la Leonor.
Amaury. Yo te dije al principio que no te quería hacer cantar. ¿No quieres cantar un poquito, un pedacito?
Broselianda. ¿Pero cómo qué?
Amaury. Como “Duele”, o como “Heridas”. Un pedacito, dos líneas.(Risas) De una que te guste mucho. Este es un programa atípico.
Broselianda. Es que “Heridas” es como muy fuerte.
Amaury. Un pedacito.
Broselianda. (Cantando) “Me gustas mucho, mucho pero mucho. / Me gustas tanto, tanto, que no sé si decirte que estoy enamorada. / Qué hermosa es mi Habana al salir el sol / bordeando la costa hacia el Malecón / y siento en mi Habana mi vibrar, su vibrar enamorado.”
Ritmo de ola y sol languidece, Amaury, languidece junto al Malecón. ¿Que en Cuba, que en mi país, no hay Harley-Davidson?. No, no me engañe, bárbaro. (risas y exclamaciones de admiración de Amaury) Ese es un homenaje a Celeste Mendoza.
Amaury. Mi vida. Hay una última pregunta. Es que deja ver cómo hago la última pregunta porque después de esto, de este momento…
Broselianda. “Languidece” (cantando). ¡Fíjate como lo tiro abajo!
Amaury. Sí, porque eso también tienes que decirlo como Celeste.
Broselianda. ¡Lo estoy tirando!
Amaury. ¡Mira como lo estoy tirando! Tú hiciste un personaje muy importante en esta película de Fernando Pérez. Porque tú hiciste la madre de Martí, Leonor Pérez. ¿Qué responsabilidades especiales, aparte de la que lleva una actriz, es representar el papel de la madre de nuestro Apóstol, Apóstol de nuestro país, de José Martí?
Broselianda. Bueno, ya te digo, Amaury, yo… cuando Fernando está buscando a la Leonor, que me ve, fue un cubo de agua fría. Me dice. Yo te veo muy esbelta, muy joven para el personaje y es cuando yo le suelto el famoso pedazo del poema. Pasan los días y Fernando me llama y me dice que lo ayude para buscar el Martí y nunca yo le había dicho esta frase a nadie en el mundo, ni siquiera a un hombre que me gustara.
Le digo: “Fernando, yo no te puedo ayudar, yo no soy tu amiga, yo soy Leonor Pérez.” Y quiere decir, con esto que te digo que el personaje me costó, me costó mucho trabajo. Aquí se sabe muy poco de esa mujer; que sí sabemos que es la madre de Martí, pero no sabía el grado de importancia que podía tener en la película. Tratándose de la infancia y la adolescencia, pues cobra mucha importancia.
El día que yo recibí la confirmación de que era yo, fue uno de los días más emocionantes y más alegres y más encontrados de mi vida. ¿Por qué?, lo luché, ¿sabes? Con esas cosas que uno dice: bueno, no era yo, no era yo y lo luché.
Entonces en cuanto al significado, cuando te dije que Fernando me dijo: no me leas nada, yo quiero solo a una madre. Después de hecha la película, es que empiezo a investigar sobre la vida de esta mujer. Por supuesto, la película no es la vida de Leonor Pérez, pero me doy cuenta que es una de las vidas más sufridas, una de las vidas más increíbles que yo haya leído. Una mujer con una entereza, una fuerza, una dulzura. Es todo un personaje maravilloso, sabemos que es venerada en Canarias, y además que es la madre de Martí. Cobra una importancia, además; una labor de caracterización total y completa, o sea, para mí cobra un significado, porque para mí es lo que Fernando me pidió: una madre, una madre cubana y la madre de Martí.
Amaury. Bueno, Brose, gracias por venir. Gracias por tu alegría, por tu atrevimiento, por tu osadía. Gracias también por tu amistad y por tu belleza.
Broselianda. Gracias a ti
Amaury. Siempre obligado. Muchas gracias.
Broselianda. Gracias.
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