«Con 2 que se quieran» José María Vitier (Parte II)
Amaury Pérez: Experiencias inolvidables. A veces con elenco cubano y a veces con elenco foráneo, con músicos extranjeros…
Jose, tu familia es de todos conocida, una familia de profunda vocación religiosa y has dicho también en este disco -y es lo última cosa que voy a citar-, tú has dicho: “Soy creyente -por lo menos en la primera parte-, Soy creyente porque creo en las cosas cada día“. Cuando tú dices soy creyente, todo el mundo sabe que tu formación es católica, lo acabas de decir, pero eso se puede haber extendido a muchas otras zonas.
José María: Eso se extiende, de hecho se ha extendido y se extiende a una actitud religiosamente muy abierta y una sensación creciente y actualmente total de respeto hacia todas las formas en que el hombre ha tratado de explicarse lo desconocido, de las cuales una de ellas es la religión, pero no la única. Eso es lo que ocurre, por eso digo… y también me refiero a ser creyente en el sentido en que lo decía Ernesto Cardenal. Ernesto Cardenal decía que “creyentes eran las personas que creían que el hombre podía cambiar”, eso era para él un creyente, lo cual es una definición muy original y sobre todo, viniendo de un sacerdote, un sacerdote que era además un revolucionario y un poeta. Así que en ese sentido puse la frase.
Amaury Pérez: José Adrián Vitier Rodríguez. ¿Cuánto tú reconoces que hay de Vitier y cuánto reconoces que hay de Rodríguez? En el caso de tu hijo.
José María: Mira, para responderte esa pregunta, tendría que decirte que yo, como ya se ha dicho y estoy tentado a decir que hasta la saciedad, provengo de una familia destacada.
Amaury Pérez: Eso lo sabemos todos.
José María: Exacto, y siempre se vuelve sobre eso y es correcto y a mí me honra muchísimo, pero es que yo caí en otra familia destacada.
Amaury Pérez: Ahí iba.
José María: Yo caí en una familia que es un tronco de familia, ¿me entiendes? yo caí en una familia numerosa, cubanísima, que es la familia de Silvia, donde había un grupo de personas que de repente conocí, que pasaron a ser mi familia y que a lo largo de los años constituyen mi familia, y el mundo, sobre todo, relacionado con su mamá, que ha sido como una segunda mamá para mí, Cuca Rivero, y el mundo de sus tías, que tú sabes que es un mundo fascinante.
Amaury Pérez: Es un mundo fascinante.
José María: Completamente fascinante y un mundo de valores y un mundo de cultura, no en el sentido profesional de la cultura a la que uno se dedica, de la que uno vive, sino en el sentido profundo de la cultura como educación, como raíz, como valores, repito, y yo soy deudor de ese aprendizaje también y aprendí mucho, y le debo mucho a esa familia, y yo creo, por eso me alegro que me hayas hecho esa pregunta, que José Adrián también sacó mucho de Rodríguez y Rivero. Aunque no cabe duda que Adrián, quien no resultó ser talentoso para la música, sí heredó indudablemente cierto talento, como diríamos, esté mal decirlo…
Amaury Pérez: No cierto, no cierto…
José María: …Más que cierto talento para las letras, para la pintura.
Amaury Pérez: Y los idiomas.
José María: Los idiomas, la traducción, para el diseño. Tiene una mente muy completa. A veces recuerdo con ternura la frase de Martí y la comprendo muy bien. “Hijo soy de mi hijo” porque uno termina siendo hijo de su hijo también. Uno termina aprendiendo.
Amaury Pérez: Ahora voy a hacer un viaje atrás. Voy a llegar a la casa de Arroyo Naranjo, donde compartías con tus primos, donde había también un ambiente musical muy rico. ¿Cómo era eso?
José María: Tanto yo como Sergio nos pasamos toda nuestra infancia, yendo todos los domingos de la vida, los cincuenta y pico de domingos que hay en el año, a Arroyo Naranjo y por supuesto, ahí es que creció el cariño entrañable que hubo entre nosotros como primos. De hecho mis mejores amigos fueron mis primos y de hecho lo son.
Amaury Pérez. Los primos, los hijos de Eliseo Diego.
José María. Los hijos de Eliseo Diego y de Bella García Marruz. Los hijos de Sergio García Marruz también, están los hijos de mi tío Felipe. Es que éramos muchos primos. Pero claro, con los que estaba más unido era con…
Amaury Pérez: …Con Lichi, con Fefé y con Rapi.
José María: Exactamente.
Amaury Pérez: Que además, los tres han llegado a ser grandes profesionales también.
José María: ¡Cómo no! Incluso yo comencé mi carrera en el cine trabajando con mi primo Rapi Diego. Mi primo Lichi, tú sabes que es un novelista…
Amaury Pérez: Destacadísimo.
José María: Exitosísimo además, y muy destacado. Y mi prima cuando se ha sentado a escribir ha dejado a todo el mundo con la boca abierta.
Amaury Pérez: Jose, primero dijiste que Silvia era tu mejor amiga, después dijiste que tus primos eran tus mejores amigos. Ya estamos hablando mínimo de cuatro personas. Y me has dicho a mí, y me has confesado varias veces, que tú te consideras una persona que tiene pocos amigos. Y es bien curioso, porque uno va a tu casa, donde uno es atendido a cuerpo de rey, realmente, donde uno come las “delicatessen” que hace Silvita y nunca te veo con tan pocos amigos. ¿Por qué tú afirmas eso?
José María: Acuérdate del programa de tu mamá, “Amigo y sus amiguitos” (risas). Tuve muchos amiguitos y amiguitas. Yo quizás me cogí muy en serio el asunto ese de la amistad también, y me dio por decir que era una cosa que no se podía prodigar demasiado, que uno debía tener amigos buenos, amigos verdaderos, quizás no muchos, pero…No es que me haya negado nunca a tener amigos, sencillamente me parece que es un cargo muy exigente y a veces, cuando saco la cuenta, esa cuenta que uno no saca por televisión, por cierto, como tú comprenderás…pero que uno sí saca ante uno mismo, veo que siempre han sido pocos. En algunos casos los he perdido, porque se fueron, o mejor dicho, se los llevaron, a esos amigos tan tempranos.
Amaury Pérez: ¿Pero tú crees que los amigos nuevos, llamémosle de alguna manera, ocupan el espacio de los amigos que ya no están, de los ausentes?
José María: Eso es lo que uno se cree, pero no, en la práctica no ocurre así. Nadie ocupa sino su propio lugar y nadie sustituye a nadie. Las personas son todas irrepetibles y todas insustituibles. Los amigos que se pierden, se pierden, y los amigos que aparecen son bienvenidos.
Amaury Pérez: ¿Se llega a tener una obra discográfica tan amplia y una obra videográfica tan abundante sólo con talento o hace falta un esfuerzo adicional?
José María: Ahí hay una combinación. Hay una combinación de plantearse la profesión como un servicio y como algo que uno está en el deber de hacer, además de que es un placer, o casi siempre es un placer.
Me he sentido afortunado. En primer lugar, porque vivo en este país, que es el país de la música, el país, para mí, de la creatividad musical. En segundo lugar, porque efectivamente tengo muy poca música engavetada, que no haya grabado. Viéndolo retrospectivamente, quizás yo mismo haría una antología de todo lo que he hecho y trataría de no ser tan prolífico y ser más exigente. Pero sí, en general estoy satisfecho con mis discos, grosso modo, sobre todo con algunos de ellos, estos últimos que he hecho, este “Pulso de Vida”, por ejemplo, que es un disco muy autobiográfico.
Amaury Pérez: Donde hay poemas….
José María: Es el disco donde más intimidad mía se puede descubrir y de mi relación también y de la interacción que tenemos en la vida y en el arte Silvia y yo.
Amaury Pérez: Jose, el público debe saber, como un dato privado, que tú y yo somos los músicos que más temprano nos levantamos en el país y tenemos conversaciones hilarantes y muchas veces absurdas, una lucha de ingenios, sobre las siete de la mañana…
José María: Tú sabes que yo vivo en el campo, o sea, en una zona medio campestre, no llega a ser el campo, llego en carro a mi casa, quiero decir. Pero lo único que ocurre antes que se produzcan esas conversaciones, es esa especie de chateo que tienen los gallos, y los sinsontes por la mañana en la casa, que es enloquecido completamente.
Amaury Pérez: Y que nosotros intentamos continuar, de hecho, emular…
José María:. Si, pero no logramos ser tan coherentes como ellos.
Amaury Pérez. Ahora, Jose. ¿Por qué eligieron vivir en la periferia? ¿Por qué se fueron del Focsa?
José María: Es muy difícil decir que uno eligió, porque tú sabes que uno elige pocas cosas en esta vida, las cosas pasan y hay veces que uno tiene cierta potestad para elegir y había otras opciones también. Nosotros queríamos salir de La Habana y buscando algo más íntimo, no tan íntimo que fuera el Pico Turquino, pero queríamos una cosa que nos mantuviera lejos y de forma casual, a través de unas amistades que surgieron, alguien nos comentó que existía ese lugar, en Bauta, en las afueras de Punta Brava y que había terrenos y que había una política incluso, de que fueran profesionales a instalarse allí incluyendo artistas que se quisieran establecer en los pueblos, para, quién sabe con qué ideas en aquel momento, quizás pensando en enriquecer un poco la vida cultural del interior, no sé. Y nosotros hicimos la casa.
Amaury Pérez: ¿Pero llegaron a un terreno baldío?
José María: Había una pequeña propiedad, mínima, la mínima que puede haber, que nosotros nos dedicamos a remodelar, y ampliar, fue un proceso que duró diez años. No fue que vamos a construir y vamos a mudarnos en unos meses, o sea, nos mudamos a los dos años o algo así y hace ya 18 años que vivimos ahí, y después, ya mudados fue que la terminamos, muy poquito a poco, a golpe de, -por eso no debo hablar mal de los encargos-, a golpe de encargos.
Amaury Pérez: Tú me has dicho varias cosas que me llevan a pensar, y me voy a la casa y no sobrevivo muchas veces a esas sentencias tuyas. Una de ellas la quiero comentar ahora contigo. “No hay nada más político que la búsqueda de la belleza”.
José María: Me acuerdo perfectamente cuando dije eso y a quién se lo dije y todo. Era una actividad de esas que le llaman… o era la perspectiva de trabajar en una actividad, de eso que le llaman político-cultural.
Yo insistía, no sólo yo, muchos artistas también insistimos en que había que participar en este tipo de actividades con el arte mejor que tú pudieras hacer. No necesariamente un arte que fuera explícitamente portador de un mensaje político, porque en definitiva y, ahí viene la cita, el verdadero mensaje, el verdadero servicio público que hace el arte es enaltecer al hombre, es hablarle de que la belleza es posible y que al final, sin tú proponértelo, y sin tú poner por delante ni siquiera un mensaje ideológico determinado, tú estás creando valores, estás trabajando en la conciencia de las personas y trabajando en el espíritu de las personas, de una manera, según mi opinión, más directa, más eficiente.
Nosotros trabajamos con emociones y las emociones, a veces, juntan a las gentes más que las propias ideas. Las ideas con mucha frecuencia separan a los seres humanos. Las emociones tienden a hermanarnos.
Amaury Pérez: Y la otra sentencia, Jose, es mucho más arriesgada, tú me has dicho: “El Estado se puede equivocar, La Revolución no”.
José María: Sí, hay una cosa que he tenido muy clara siempre y la tengo clara porque me la hicieron ver muy clara también. Es una cosa que yo aprendí con papá y, por supuesto, con mamá también. Hay cosas que son irrenunciables, hay ideales que son irrenunciables; esos ideales, a veces, están cabalmente representados por las personas correctas en el momento correcto, y son las personas que nos representan, que representan la autoridad, que organizan la vida del Estado, pero también puede ocurrir que no. También puede ocurrir que esas personas se equivoquen, que esas personas no sean consecuentes con esos ideales, o que los mal interpreten o que hagan un uso indebido de ellos, y eso no quiere decir que los ideales sean falsos.
Creo que a las personas que hemos estado cerca, por ejemplo, de las creencias religiosas, ese es un pensamiento que nos es muy afín, porque estamos acostumbrados a, sin renunciar a esas creencias, no transigir ante lo que consideramos que son errores, de la propia iglesia, por ejemplo, o de determinadas autoridades. Hay que ver lo que es la historia de la iglesia católica, es una cosa tremenda, es una historia que está plagada de errores graves y de crímenes graves, sin embargo, los mensajes, los principios, son absolutamente diferentes de eso y son absolutamente inocentes de eso y no están comprometidos, desde mi punto de vista.
Igual siento yo con los ideales revolucionarios en el sentido de que yo no siento que estén comprometidos con las actuaciones de tal o más cual funcionario o autoridad.
Yo creo que esas autoridades pueden acertar y pueden también fallar. Lo que no puede fracasar son estos conceptos dentro de uno, inclusive aunque fracasen socialmente. Pero la forma en que uno se formó, las cosas en que uno creyó, las cosas en que uno cree que está cifrado, inclusive, el único futuro posible del ser humano y de la humanidad, esa confianza, esos ideales que son los que para mí encarna la Revolución, eso no fracasa. Eso no puede fracasar. Aunque los hombres a veces hagan lo posible por hacerlo.
Tengo fe en eso sabes, como la vida tampoco es tan larga, no creo que me de tiempo de cambiar estas ideas de una forma significativa, porque son ideas que tengo desde hace muchos años y que la vida lo que ha hecho es reafirmarlas y enriquecerlas.
No confundir, porque no siempre son coincidentes en su accionar, los mecanismos del Estado y los principios de la Revolución. Hay que tratar de que siempre sean, que sean consistentes, que sean coherentes, que sean correspondientes para algún día estar plena y justificadamente satisfechos con la sociedad que tenemos, cosa que no ocurre, por supuesto, todavía.
Amaury Pérez: “Cuba dentro de un piano” es el título de un disco tuyo. Brevemente, ¿por qué no José María dentro de Cuba?
José María: Bueno, tú sabes que sale de un poema de Alberti, con lo cual quisiera redimirme un poco, porque el título parece…. alguien me lo señaló, parece un poco pretencioso. Y yo solamente quise decir un pedazo, una parte de nuestra Cuba a través de una parte también de mi forma de tocar. Ni remotamente se me ocurrió la idea que hay quien ha interpretado que yo pretendía que Cuba estaba toda dentro de un piano, ni del mío ni del de nadie.
Lo que sí reivindico y lo uso muy frecuentemente en mi obra es el apelativo de cubano cuando hablo de Cuba como el eje de todas las búsquedas y la pasión, así que Cuba por delante, la verdad, siempre esa ha sido mi divisa. De más está decirte que me siento profundamente privilegiado de ser cubano. Y cuando digo Cuba no estoy pensando en una abstracción, estoy hablando de la sociedad y la Cuba concreta que me tocó vivir, con sus luces y sus sombras.
Amaury Pérez: Bueno, Jose, muchas gracias, te despido y despido el programa con el consuelo de ser parte de uno de esos pocos amigos que tienes. Muchas gracias por haber venido.
José María: Sí, sí lo eres, sí, gracias a ti.
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