Teresita Fernández (Cuba)
Por Ricardo R. González (*)
¿Qué generación de cubanos no la conoce? ¿Quién ignora las travesuras de El gatico Vinagrito? ¿Qué padre no ha visto crecer a su hijo con la obra de esta gran maestra que canta?
Y su Santa Clara, la ciudad que la mimó entre sus ríos, cazando guajacones, o entre el aire fresco de El Capiro, se siente orgullosa y vibra al tener a alguien devenida ícono de la cultura nacional, y la bendice junto a sus habitantes, este 20 de diciembre, cuando le aporta otro año a su vida.
Teresita Fernández García arriba hoy a su octava década. Se graduó de Pedagogía, y ejerció el magisterio en la Escuela Normal de esta urbe; sin embargo, la inclinación por el pentagrama le marcaba el camino hasta que prestigiosas figuras como Esther Borja, las hermanas Martí, Luis Carbonell y Marta Valdés le indicaron las sendas del complejo mundo del arte.
Una vez en la capital cubana trabajó junto a Bola de Nieve en aquellas temporadas inolvidables del restaurante Monseigneur. Y en otros centros nocturnos encontró la dicha de alternar con Josehpine Baker y Sindo Garay.
Una anécdota para muchos desconocida fue el encuentro con el presidente chileno Salvador Allende, quien luego de escucharla en cierta oportunidad admiró su arte y le confesó: «Usted cantando se me parece a las mujeres de mi pueblo.»
Aunque el reconocimiento mayoritario de Teresita recae en sus canciones y rondas infantiles, la cantautora posee innumerables composiciones dirigidas a los adultos. Baste mencionar «Con inmensa ansiedad», «Mi flor de otoño», «En estas tardes», y «Cuando el sol», esta última convertida en un hit popularizado por Luisa María Güell, y retomada en la década de los 80 por Maggie Carlés.
Intérpretes como Elena Burke, Ramón Veloz, Omara Portuondo, y las hermanas Martí incluyeron en sus repertorios canciones rubricadas por una santaclareña, Hija Ilustre de la ciudad, a la que ama por convicción y de corazón.
Y sería imperdonable minimizar su trabajo en la musicalización de 28 rondas, entre ellas «Dame la mano y danzaremos», cuya letra pertenece a Gabriela Mistral. O los versos del Ismaelillo, de José Martí.
Autora, además, de una obra poética recogida en tres cuadernos, uno de los cuales vio la luz gracias a la editorial Sed de belleza, de Santa Clara, con los que Teresita demuestra que el arte es grande siempre que ilumine a los pueblos, respete su idiosincrasia, nos bañe de amor, y encuentre en los detalles la belleza intrínseca de cada uno.
Razón tuvo Cintio Vitier al manifestar: «Si Usted no ha oído cantar a Teresita Fernández no sabe lo que es el mar, la pena, el aroma, el ave».
¡Cuánto de cierto, maestro! Por ello, y por mucho más, Cuba tiene la dicha de suscribir a la inmortal Violeta Parra, y gritar a los cuatro vientos: ¡Gracias a la vida por darnos a Teresita!
(*) Nota de Editor: Los trabajos publicados en temas (Artistas) han sido elaborados por este autor, a partir de informaciones de base, sin que consignen la totalidad de detalles, hechos, y personalidades que influyeron en el desarrollo artístico.
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