Cachadas de vicio
Por Ricardo R. González
Hace tres años lo entrevisté. En verdad, no se comprometió a dejar ese consumo desmedido que lo ahoga desde joven.
Hoy es 31 de Mayo. Nuevamente el mundo pedirá un día sin humo para tratar de preservar la salud en un Planeta que suma más de mil millones de adictos a la nicotina.
Humanos de un globo terráqueo en el que seis de cada diez habitantes comparten los efectos de esas chimeneas envueltas entre capas o papelillos y que inducen a la muerte de siete personas por minuto.
En cada decenio el fumador de una cajetilla diaria prende 300 mil unidades y habrá sobrepasado el millón de inhalaciones.
Mucho o poco se conoce al respecto, pero el camino no muestra aristas favorables.
«Deleitarse» con un solo cigarro incrementa el ritmo cardíaco, la frecuencia respiratoria y la tensión arterial, sin hablar de influencias marcadas en la aparición de neoplasias o de las lesiones que deja en los llamados fumadores pasivos ante una humarada que también contamina.
Juan Garrido Fernández, a quien entrevisté hace tres años, no ha podido vencer sus cachadas de vicio, como él las llama.
Así figura en ese cerca del 35 % de fumadores existentes entre todos los residentes en Villa Clara.
Ojalá no resulte demasiado tarde si en algún momento decide reencontrar su fuerza de voluntad.
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