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El Ciget tocó las puertas del alma

El Ciget tocó las puertas del alma

                 Trabajadores del Ciget durante la entrega de los obsequios.

Por Ricardo R. González

Fue en una de las tardes de este julio caluroso cuando los trabajadores del Centro de Información y Gestión Tecnológica de Villa Clara (Ciget) visitaron la Sala de Oncohematología del hospital pediátrico José Luis Miranda, de Santa Clara.

Cada uno portaba una bolsa de regalos, esos que fueron adquiridos con los esfuerzos del propio colectivo a fin de que quedara en la infancia el recuerdo de quienes resultan los más destacados entre las dependencias de su tipo en el país.

Todos aguardaban su momento. Allí estaba Luis, de solo 11 meses de nacido, o Wendy, quien ya cumplió 10 años, junto a otros pequeños. Ellos reciben complejos tratamientos ante enfermedades irreverentes de la sangre y sus tejidos en las que prevalecen leucemias, linfomas, y aplasias medulares, entre otras, que un día el destino puso en el camino.

Mas, en este sitio no hay espacio para lágrimas ni lamentaciones. El corazón se agranda para hablar de esperanzas. Se comparten alegrías y mucho más cuando los propios trabajadores del Ciget contaron hermosas historias de casos que estuvieron ingresados en el mismo recinto, y hoy desarrollan su vida sin contratiempos.

Bastó recibir su regalo para que el pequeño Luis disfrutara de su instrumento.

Poco a poco se entregaron los obsequios. Cada obrero traía el nombre del infante hospitalizado, y por el ancho pasillo imaginé a los personajes de nuestro José Martí en una especie de fiesta. Era como si resurgieran Meñique, Bebé y el señor Don Pomposo, Nené Traviesa, y Pilar con sus Zapaticos de Rosa.

Era sentir a Teresita Fernández o a Liuba María Hevia que, guitarras en mano, recorrían los cubículos para alegrar con sus canciones y entonar en coro gigante Porque tenemos el corazón feliz, el Gatico Vinagrito, o Dame la mano y danzaremos.

Todos se sumaron al agasajo. Los integrantes del centro visitante, el personal especializado de la Sala, los padres, los niños…

Sí, fue en una tarde de este julio en que se minimizó el calor para aplaudir sueños y encontrar en comunión los lindos colores del arco iris. Porque en esa jornada en que acababan de ratificar la condición de Vanguardia Nacional por segundo año consecutivo el Ciget tendió una especie de magia y llegó para tocar las puertas del alma.

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