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Sin pensar en otoños

Sin pensar en otoños

Por Ricardo R. González

Foto: Ramón Barreras Valdés

Ya las manos no son tan tersas y el rostro muestra las marcas de los años. Algunos ancianos guían sus pasos apoyados en el bastón devenido confidente del tránsito implacable por el tiempo, mas no faltan al sitio que los acoge para pasar un segmento del día. Bien temprano en la mañana llegan, se saludan, y reciben la bienvenida en la Casa del Abuelo de Corralillo donde no prevalecen las pláticas sobre achaques o medicamentos.

Entre los «inquilinos» aparece Lauro Linares Castillo, un maestro primario y profesor de sicopedagogía cuyo oficio le regaló los recuerdos más hermosos de su vida. Ahora repasa aquellos 42 años de ejercicio, compara el antes y el después del proceso educativo porque también sufrió con sus alumnos, sobre todo aquellos tiempos de internados al principio de la Revolución, pero que a la vez le tributaron satisfacciones al constatar las buenas notas de sus alumnos.

«Es el mejor premio para un maestro, formar hombres y mujeres dignos, y aunque ya no estoy frente a un aula sigo con el ahínco de existir aferrado a la vida».

A los 75 años Lauro es un hipertenso algo severo, mas no piensa en eso. Hace cuatro años llegó a la Casa del Abuelo en busca de nuevos horizontes. Como cualquiera presenta situaciones personales: divorciado, perdió a sus padres, y vive los contratiempos de la época; sin embargo, no deja que laceren su existencia.

«Yo no me aburro. Aquí participo en el autoservicio junto a otras tareas en la que también podemos ejercer el magisterio, ya sea a través de los matutinos o en el resto de las actividades en las que trasmitimos conocimientos. Alguien me preguntó cómo podemos desterrar la soledad y la depresión…

«Ante todo reconocer que resultan muy dañinas. Permanecer en sitios como este nos ayuda a interrelacionarnos. Es cierto que no todos podemos, mas depende mucho de la actitud individual porque mientras las personas se aíslen le abren las puertas a los malos pensamientos, y el secreto está en buscar la forma de ser útil a pesar de la carga provocada por los años». 

Como maestro al fin insiste en la formación de valores en los jóvenes, sin esconder lo mal hecho y aquello que debe exponerse para rectificar tendencias y malos ejemplos.     

«Hemos descuidado muchos detalles de educación formal y no todos los jóvenes poseen el mismo nivel. Hay cosas muy buenas entre la juventud, pero no podemos descuidarnos. Familia, escuela y comunidad tienen que ser un mismo eslabón».

Y con esa sabiduría peculiar Lauro retoma su estancia en la Casa del Abuelo. «Después del mediodía sabatino marchamos hacia nuestros hogares hasta el lunes, pero durante ese tiempo debemos hallar los mecanismos para sentirnos vivos. Me siento feliz al ver el trabajo colectivo de una institución formidable, y en ocasiones les digo a sus directivos: Quisiera tener un motivo para disgustarme con ustedes, pero no me lo dan».

— ¿Alguna sugerencia para quienes forman parte de la nómina de adultos mayores?

— Buscar motivaciones acorde con nuestras posibilidades. No recomiendo encerrarse en achaques y dependencias a fármacos. Tampoco en situaciones que nos condenen a cuadros depresivos. Eso sí, pensar en esos matices que aguardan y bien pudiéramos descubrirlos para llegar a los 120 años.

APRENDIZAJE COMPARTIDO

Yuniesky Llerena Chávez posee tres décadas vividas y cuando le propusieron administrar la única Casa del Abuelo existente en el municipio se le unió cielo y tierra. Estudió Cultura Física, trabajó de camarógrafo en la corresponsalía de la televisión en Corralillo, y hoy confiesa que apenas dominaba los gajes administrativos.

Mas el proverbio de que cada día resulta una fuente inagotable de conocimientos lo experimentó en carne propia, y si ha podido subsistir en este lugar, según sus palabras, es gracias a los ancianos que lo han ayudado al máximo.

«Al principio me resultó difícil, ellos me dieron pautas. Conversábamos mucho, y poco a poco tracé mi camino».

Esa interrelación ha servido para conocerse mejor. Aplicar métodos según las particularidades bajo un régimen seminterno que establece el horario de 7.30 de la mañana a 5.30 de la tarde, de lunes a viernes, y los sábados hasta las 12.00 del día.

«Si bien reciben desayuno, almuerzo, comida, y dos meriendas lo importante radica en la propia interrelación. Para ello cumplimos un programa diverso de acciones que van desde los contratos con el INDER para la educación física, pasando por la Casa de la Cultura, museo, biblioteca, la Empresa de Cine hasta llegar a la Universidad del Adulto Mayor».

Quizás la clave del éxito a fin de alejar las depresiones radique en que la Casa irradia vitalidad. Los buenos días del lunes resultan más desanimados que en el resto de la semana, pero de inmediato vibra la energía a partir del reencuentro entre todos.

«Sin dudas existe un ambiente de cooperación. Borramos el mal concepto de que son seres agotados. Todo lo contrario, están vivos. Luego del matutino diario compartido con los trabajadores se abre el abanico de posibilidades… Educación Física, actividades de Promoción y Educación para la Salud, cumpleaños colectivos, peñas campesinas, tablas gimnásticas, juegos pasivos, y elaboración de objetos de artesanía que han permitido donativos al círculo infantil de la localidad».

De vez en cuando bailan reguetón, y no falta la cooperación en los detalles elementales de la Casa al participar en los trajines culinarios en busca del sazón ideal junto al experto cocinero.

Para Yohorquis Benavides Cabrera, licenciada en rehabilitación social y ocupacional, su visión acerca de la ancianidad también ha cambiado. Por ello en las reuniones con los familiares hacen saber que la tercera edad no se circunscribe a buscar los mandados en la bodega. El marco resulta más amplio y tienen derecho a participar en las decisiones y en algunas acciones propias de la edad.

«Trabajamos —dice— muy vinculados al Centro de Salud Mental, a tenor de que los estados depresivos constituyen una causa marcada en el comportamiento de la tasa de suicidios. En esto es vital incentivar la recreación, que no se sientan como carga familiar, pues en ciertos momentos priman los signos de soledad aunque estén dentro de un marco familiar no disfuncional, sobre todo los fines de semana o días feriados en que permanecen en el hogar».

Custodios, ayudante de cocina, auxiliar de limpieza, trabajadora social y el administrador contribuyen al bienestar colectivo. De tal manera que el sitio para la edificación de los baños surgió de las propuestas del Consejo de Ancianos y recibió el visto bueno de los especialistas.

Aquel muchacho que al principio dudó en aceptar la responsabilidad directiva cuenta con una imagen diferente. «Hemos creado una interrelación hasta para los mínimos detalles. No creas… a veces me halan las orejas, pero sientes la utilidad del trabajo. Algunos abuelos han sido reincorporados a su medio, y otros en la calle preguntan los trámites a seguir para incorporarse al colectivo», resalta Yuniesky.

En el lateral del recinto aparece un jardín donde cultivan ají, ajo porro y otros condimentos, y los que no existen en la parcela vienen desde las casas de los propios abuelos. Mientras tanto hay proyectos para convertir la oficina administrativa en comedor ampliado, lo que beneficiaría la capacidad limitada del actual y facilitaría la gestión de autoservicio realizada por los «inquilinos».

Así transcurre parte del universo de 30 ancianos —de ellos; 13 mujeres— en los que prevalece la hipertensión arterial y la diabetes mellitus, pero que prefieren la risa, algún chiste picante, y dejar las dolencias en un sillón con el propósito de compartir los programas de extensión comunitaria en una de las 26 Casas de este tipo existentes en Villa Clara con 630 acogidos.

Ellos forman parte de las 177 766 personas que rebasan los 60 años, representativos del 22,6 % del total de los habilitantes en la provincia, y quienes también enfrentan el futuro para desafiar el tiempo sin pensar en otoños.

MEMORÁNDUM

— La depresión es un trastorno anímico —transitorio o permanente— acompañado de ansiedad, abatimiento, infelicidad y culpabilidad debido a factores biológicos, genéticos, ambientales y psicosociales.

— Sus síntomas principales evidencian tristeza, sensación de malestar, impotencia, decaimiento, irritabilidad, frustraciones, disminución de las capacidades laborales y de las actividades habituales, entre otras.  

— Factores estresantes como el nacimiento de un hijo, las crisis de pareja, el abuso de sustancias tóxicas (principalmente alcohol) o la presencia de una enfermedad orgánica crónica inducen al riesgo de desarrollar un trastorno depresivo mayor si no recibe tratamiento.

— No se descartan los antecedentes familiares, en tanto la prevalencia es casi el doble en la mujer que en el hombre.

CONTRASTES

De acuerdo con reportes de la Organización Mundial de la Salud (OMS) el Orbe supera los 300 millones de personas con depresión.

Las pérdidas económicas exceden el billón de dólares anuales derivadas de la apatía y la falta de vitalidad en sus víctimas, pero llama la atención que la mayoría de los pacientes no tiene acceso a tratamientos, lo que lleva a un incremento notorio de los suicidios.

Entre los obstáculos que interfieren una atención eficaz figuran la falta de recursos y de personal sanitario capacitado, sin descartar la estigmatización de los trastornos mentales y una evaluación clínica imprecisa.

Ojalá que las experiencias cubanas con las casas de abuelos y los centros de Salud Mental ocuparan una parte del universo para minimizar lo que constituye la primera causa de consulta siquiátrica en quienes superan la sexta década de la vida.

¿Tenemos o no nuestras Razones

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