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soyquiensoy (Ricardo R. González)

«Con 2 que se quieran» Litz Alfonso (Parte II)

«Con 2 que se quieran» Litz Alfonso (Parte II)

Amaury. ¿En qué año?

Lizt. En el año 92.

Amaury. ¡Período especial!.

Lizt. Sí, pleno período especial. Bueno, en pleno no, empezaba el período especial.

Amaury. Fue el año en que se empezó a poner bien duro.

Lizt. Crudo y duro, y fue, imagínate, una vorágine aquello, y fue la debacle porque gran parte del grupo se fue al Conjunto de Danza Española del Gran Teatro de La Habana. Otra parte se quedó conmigo. El grupo musical completo se fue, pero nosotros nos mantuvimos trabajando. Y mira, ahí está, porque supuestamente no íbamos a ningún lugar. Y por eso no pudimos conservar el nombre de Danzas Ibéricas, porque Laura lo tenía, por supuesto, como un nombre de la propiedad del Centro Pro Danza.

Amaury. Ah, un nombre registrado, claro.

Lizt. Exactamente. Lamentablemente. Si hubiera sido yo, hubiera dicho: váyanse con el nombre. Y al final después tratamos de ponerle.

Amaury. ¿Si Laura hubieras sido tú?

Lizt. Sí, les hubiera dicho: váyanse con el nombre, sigan su camino, eso no tiene nada que ver. Los caminos son muchos y todos conducen a Roma. Y bueno, a partir de ese momento, primero le pusimos Ballet Español de La Habana. Después ya surgió como tal del Conjunto de Danzas Españolas, el Ballet Español de La Habana, como se conoce hoy. Y por último, una de las bailarinas me dijo: mire, maestra, yo pienso que lo mejor es ponerle su nombre, porque es el único que nadie le va a poder poner. Y yo le dije: ah, no es mala idea, vamos a ponerle Ballet Lizt Alfonso.

Amaury. ¿Y registraste el nombre?

Lizt. Sí, y siempre usamos el nombre de Ballet como un nombre genérico, y por eso, fíjate que en el exterior se llama Danza Cuba, porque ya eso tenía que ver con la génesis de lo que venía fomentándose en esa base, que en un principio fue cultivar las danzas del folclor español tal cual, es decir, reproducirlas y después, convertirnos en la fusión que hacemos hoy. Si nosotros tenemos una Escuela Cubana de Ballet, tan fabulosa comprobada en el mundo entero, no tengo que hablar de sus resultados, porque lo estamos viviendo y viendo cada día de nuestra vida. Si nosotros tenemos un teatro, con unos directores de teatro, y unos actores de teatro como los que tenemos. Si nosotros tenemos una historia, una cultura, una tradición de música y de danza popular tan fuerte, para qué vamos a repetir si podemos hacer algo auténtico, algo nuevo y nuestro. Y eso es lo que ha pasado al final. Que dondequiera que nos paramos, incluido en España, dicen: ¡son tan nuestras, pero son tan cubanas!. Y eso es lo que es.

Amaury. Claro, eso es lo que se llama fusión.

Lizt.  Eso es lo que nosotros llamamos fusión.

Amaury. ¡Fusionar una cosa con otra!.

Lizt. No solamente fusionar las músicas y las danzas del folclor…

Amaury. …No, y los movimientos, a veces el taconeo va por un lado y el torso está haciendo una cosa totalmente cubana.

Lizt. No, y las manos otra.

Amaury. Las manos otras.

Lizt. Y la cabeza se está moviendo de otra, y las caderas se están moviendo de otra. Ese es el orgullo de la nacionalidad, que nos hace diferente.

Amaury. Ahora, ¿por qué no hay hombres en la Compañía?

Lizt. Mira, el que no hubiera hombres es una decisión tomada desde el principio, cuando hicimos la agrupación. A mí me parecía que era muy difícil hacer un espectáculo de dos horas, solamente con mujeres, y que mantuvieras al espectador en el filo del asiento todo el tiempo, diciendo: ¿cuál va a ser el próximo paso?, ¿qué va a ser lo próximo que van a hacer para seguirme teniendo así, como me tienen, capturado?, ¿entiendes? Esa fue la idea desde el principio, que si me preguntas ahora, te diría que me encantaría, y la lo he dicho en otras ocasiones, tener una compañía de hombres. Me encantaría que más madres, como algunas ya lo han hecho, se pararan en el frente de la escuela y me dijeran: aquí tiene a mi hijo, quiero que lo encamine.

Amaury. ¿Ah, sí, o sea, hay una posibilidad?

Lizt. Sí, como no, es que ya nosotros tenemos niños en la escuela, los tenemos.

Amaury. ¿Ya los tienen?.

Lizt. Sí, sí, los tenemos. Lo que pasa que todavía tenemos ese tabú como pueblo, de que ser bailarín es ser homosexual, y es un gran error.

Amaury. ¿Tú crees que todavía sigue ese tabú?

Lizt. Sí, cómo no, cómo no.

Amaury. ¿Todavía es grande?

Lizt. Hay dos tabúes muy grandes: uno es ese, y el otro es el de la raza.

Amaury. Ah, bueno, ahí iba también.

Lizt. El otro es el de la raza, es decir, cada vez que a mí me dicen: ¿por qué no tiene más negros en la Compañía?, o ¿por qué no tienes más mestizos en la Compañía? Yo me insulto, me insulto.

Amaury. ¡Qué bueno que no te lo pregunté!

Lizt. Porque aquí, el que no tiene de congo, tiene de mandinga,  y el que no tiene de carabalí. Me perdonan, pero todos, en algún momento del árbol genealógico, o casi todos, hemos tenido una influencia de un lado y del otro y hasta del otro. Porque vamos con los chinos, vamos con los árabes, en fin, que tenemos muchas influencias. Y es algo que realmente me molesta mucho, porque para mí todos somos seres humanos, punto. No me importa el color, no importa si somos verdes, amarillos o rojos. No importa si creemos en algo, o si no creemos, lo importante es lo que somos y lo que demostramos cuando estamos en un escenario, eso es todo.

Amaury. Lizt, tú eres coreógrafa, pero eras coreógrafa y bailarina a la misma vez. Y aquí han estado, como tú has visto, otros bailarines, y la pregunta del retiro, es una pregunta que a mí me parece muy complicada, porque, claro, hay una autodefensa del bailarín que dice: no, yo en la coreografía encontré una expansión, y no importa, y hay que dejar de bailar un día. Pero tú eres muy joven todavía, entonces cuando tú te paras en un tabloncillo, todavía eso funciona perfectamente.

Lizt. Bueno, no hay que exagerar.

Amaury. Yo creo, yo estoy seguro que funciona perfectamente.

Lizt. Mira, en mi caso fue una cosa muy diferente, en qué sentido: Nosotros fuimos una Compañía independiente durante 9 años, eso fue un período muy difícil de la agrupación. Y en alguna medida todavía lo seguimos siendo.

Amaury. Y trabajaron gratis y todo eso.

Lizt. ¡Y lo seguimos haciendo!.

Amaury. No, pero no tenían salario ninguno.

Lizt. Sí, durante años. Y además, no me preguntes de dónde sacamos los zapatos, de dónde sacamos la ropa, porque todo sale de nuestro mismo trabajo. Ojo con eso, no viene nadie y nos lo regala, ni nadie nos lo da. Nosotros lo tenemos que trabajar.

Pero hubo un momento en que yo tenía que ocuparme tanto, tanto, de otras cosas, desde conseguir las telas, el bombillo, período especial, estamos hablando, etc., etc., había que ocuparse de tantas cosas, de las presentaciones de la Compañía en Cuba, de las presentaciones de la Compañía en el exterior. Eso por un lado, es decir, era demasiada carga de trabajo, para después pararte sobre un escenario. Demasiada responsabilidad antes de llegar al escenario. Entonces  tú empiezas a dejar de entrenar, a dejar de ensayar, es decir, pasas, te vas quedando tú como en un segundo plano por lo demás. Y por otra parte, mucha gente decía: yo vengo a ver a Lizt Alfonso bailar. Y yo no quería, yo quería que fueran a ver a la Compañía y las coreografías que yo montaba para la Compañía, no quería que me fueran a ver a mí. Y por una cuestión estratégica, cuando regresamos de la gira de España en 1998, con Sinceramente  FG dedicado al centenario del natalicio de Federico García Lorca, yo dije: es mi última función.

De hecho yo no me considero, desde hace mucho, cuando alguien me va a presentar, yo no dejo nunca que me digan; bailarina. Coreógrafa.

Amaury. Bueno, creo que empecé mal este programa porque creo que dije bailarina. (risas)

Lizt. ¡Bueno! (risas)

Amaury. Bueno, pero con cariño tú me lo permites. (risas)

Lizt. ¡Seguro!. (risas)

Amaury. En el año 2002, 2003, a mí, hubo un hecho que, un dato curioso, yo estaba trabajando en New York, y me encontré en la calle, con un grupo de tus bailarinas. Digo, hago el cuento, porque fue en ese momento que me enteré que ustedes estaban haciendo una temporada en Broadway, en un teatro importante. Porque mucha gente dice: yo actué en Broadway, pero la calle Broadway es muy larga, empieza en Washington Heights y termina por Wall Street.

Lizt. Hay muchos teatros.

Amaury. Pero al pedacito donde están los teatros importantes, es muy complicado llegar. Cuéntame de esa experiencia porque esa es la meca.

Lizt. El teatro era el New Victory Theater, en Nueva York, en ese momento, lo que estaban poniendo en el teatro de enfrente era El Rey León. Nosotros hicimos, si mal no recuerdo, 25 ó 27 funciones, no sé, porque yo nunca guardo mucho los datos en mi memoria, para eso están los demás, yo hago coreografías.

Amaury. ¡Eso es tremendo, eso es tremendo, Lizt!.

Lizt. ¿Y como llegamos allí?: Nosotros en el año 2001, ¿2001, Lizt?, sí, hicimos una función en el Parque Central de Nueva York, y las personas que tienen que ver con el circuito de Broadway fueron a ver a la Compañía, y decidieron unos días después, contratarnos en el año 2003. Y fue cuando hicimos la temporada de esas veinte y tantas funciones.

Amaury. ¿Cuando yo me encontré con las bailarinas?

Lizt. Cuando te encontraste con las muchachas, porque tú también estabas actuando allá.

Amaury. Yo estaba también haciendo temporada, lo que pasa es que yo estaba en la parte alta de Broadway. (risas)

Lizt. Y además de lo más simpático, porque entonces nosotros queríamos ir a ver tu función, pero era a la misma hora que la de nosotros, eso siempre pasa.

Amaury. Ahora tú tienes una sede, una sede, que por cierto es preciosa. La entrada, ese cuadro que está ahí en la entrada es una cosa insólita. ¿Cómo llegan ustedes, ya, a recibir de alguna manera un poco de apoyo, después de tantas desventuras, después de tanta indigencia administrativa?

Lizt. Fue, si mal no recuerdo en el año 2001, que Abel Prieto hace una comunicación conmigo y me dice, que bueno, que si queríamos pertenecer ya al Consejo Nacional de las Artes. Le digo: Cómo no, por supuesto, eso lo dije una vez en un conversatorio en los Estados Unidos. Dije: todos los gobiernos del mundo deberían apoyar más a sus artistas, para que los artistas puedan hacer todo lo que quieren hacer. Pero yo digo que los resultados de la Compañía eran muy fuertes. Se veía que era un caballo de batalla por el que valía la pena luchar, creo yo. Después de tantos años lo sigo creyendo, ahora aún más. Y entonces él nos lo propuso y ya te digo, a partir de ese momento empezamos a pertenecer al Consejo. Pero no ha sido de la forma en que otras personas piensan. Es decir, nadie ha venido nunca a imponernos nada, al contrario, nos dejaron seguir siendo como mismo éramos. Yo pienso que en eso también está la clave de este éxito.

Y en un momento determinado, nosotros andábamos, primero estábamos en la Sociedad Concepción Arenal, que era donde ensayábamos, eran ángeles de la guarda para nosotros. Después estuvimos en un salón en el Gran Teatro de La Habana que fue el que nos brindó el Consejo de acuerdo con el Gran Teatro de La Habana.

Y en un momento determinado, por las causalidades de la vida, no casualidades, sino causalidades, nosotros hacemos una función en la cual Fidel está presente. Y entonces en esa función, él se interesó. ¿Quiénes son, cómo lo hacen,por qué lo hacen? Y a partir de ese momento, tuvimos más de un encuentro, y él siempre me preguntaba: Lizt, dime qué necesitas. Y yo le dije: un salón, un salón de ensayo.

Y después me decía: pero dime, y yo: un salón de ensayo. Y él le decía a Juan Carlos: ella es monotemática, porque nada más que me da una respuesta. Y entonces.

Amaury. ¡Un salón de ensayo, un salón de ensayo!.

Lizt. Un salón de ensayo, un salón de ensayo y él (Fidel) un día, muy inteligentemente, como siempre, muy sabiamente, me dijo: Pero piensa en que si tú cuando empezaste tenías 60 alumnos, ahora tienes 600, y han pasado nada más, no sé, 15 años, piensa que tú tiendes a crecer. Entonces ¿tú crees que con un salón sea suficiente? Yo le dije: Bueno, yo le pido un salón, porque pienso que es lo que está más al alcance de la mano, si pudieran ser más, imagínese cómo se multiplicaría el trabajo, y eso fue lo que se hizo.

Antes, había hablado con Eusebio Leal, otro de los ángeles de la guarda. Luego me enseñaron varios lugares, pero desde que yo llegué al lugar donde estamos, dije: Es aquí. Y entonces ya yo me lo imaginaba y ellos me decían: ¿Pero cómo tú lo ves?, porque nosotros no lo vemos, ¿entiendes?, toda la gente de la Oficina del Historiador. Y yo les decía: No, no, está aquí. Y ahí está, ahí está.

Amaury. Ahí está el corazón de tu trabajo. El resultado está en todas partes del mundo.

Lizt. Y está. Cuando dieron el edificio, era el edificio, ahora es un alma que flota en el medio de La Habana Vieja como tantos otros lugares que hay en La Habana Vieja, que son así. Es un alma que flota.

Amaury. Hago un alto en la conversación sobre sobre danza, y te pregunto ¿tú estás casada?

Lizt. Nunca me he casado. (risas)

Amaury. ¿Por decisión propia o por causalidades de la vida?.

Lizt. Es que no pienso que el contrato determine nada. Yo tengo mi compañero desde hace veinte y tantos años, es la misma persona, la persona que es la otra mitad, que ha logrado que todo este proyecto se lleve a cabo.

Amaury. ¿Y él tampoco quiere firmar ningún papel?

Lizt. Mira, en varias ocasiones hemos dicho: vamos a casarnos, para los muchachos, para que se diviertan en la fiesta, los muchachos son los muchachos de la Compañía. Y después, seguimos y seguimos porque es tanto, Amaury, es tanto lo que se hace.

Amaury. Pero, a ver, no me digas que no te casas por el trabajo. Tienes que tener un criterio fuerte sobre eso. ¡No me quiero casar porque no creo en el matrimonio!.

Lizt. No, es decir, tengo mi pareja estable y, creo en el matrimonio, de hecho, porque tengo mi pareja estable. Pero no tengo que ir a firmar ningún papel, no lo necesito.

Amaury. Es una decisión, ni por la iglesia, ¡ni ante Dios ni ante la ley!.

Lizt. Ante Dios ya estamos casados.

Amaury. Es cierto, es cierto.

Lizt. Somos, ¿entiendes? ¿Tú crees que Dios necesita un papel? no lo creo.

Amaury. No, no lo creo, yo tampoco. ¿Él trabaja contigo?

Lizt. Sí.

Amaury. O sea, él es tu representante.

Lizt. Él dejó su carrera para trabajar conmigo.

Amaury. ¿Qué él estudiaba?

Lizt. Él es ingeniero en SAD, Sistemas Automatizados de Dirección.

Amaury. Es ingeniero. ¿Y se graduó?

Lizt. Sí, se graduó en la CUJAE. Y unos años después de empezar la Compañía, ¿no?, de empezar yo mi trabajo, cuando él vio que era demasiado para mí sola, que no podía con todo sola, y que también nos íbamos a distanciar en momentos determinados, porque este trabajo de nosotros, es muy absorbente. Es 24 x 24, la vida eterna. Y él decidió ser la otra parte de este trabajo.

Amaury. ¿No tienes hijos?

Lizt. No, no tenemos hijos y a su vez tenemos muchos, porque, ni te digo. Entre los sobrinos, es decir, los hijos del hermano de Juan Carlos, más todos los muchachos que yo tengo alrededor, que, ya te digo: Mamá Lizt.

Amaury. Sí, Mamá Lizt. Ahora, y es una manera, quizás muy particular de terminar una entrevista. Tú tienes tú Compañía. Tu Compañía de Ballet Lizt Alfonso, Dance Cuba, o Danza Cuba, como se llame, el Ballet Lizt Alfonso, es lo que es, lo que me importa. Pero tienes además un Ballet Infantil, un Ballet Juvenil, un Concurso. Fíjate cuántas cosas tú has logrado.

Lizt. Un grupo musical, porque la música de todos los espectáculos se hace ahí mismo.

Amaury. Un grupo musical, donde tú muchas veces haces las letras.

Lizt. Sí, yo les indico lo que quiero y ellos siguen el camino.

Amaury. No, pero ellos han dicho, y lo han dicho en público que  muchas letras son tuyas.

Lizt. Sí, sí.

Amaury. Yo puedo presuponer que tú eres una mujer ya, a tus 43 años,  absolutamente realizada.

Lizt. ¿Tú crees?

Amaury. Puedo presuponerlo, porque fíjate la cantidad de cosas tremendas. Una Compañía propia. Un éxito internacional tremendo, no es ocioso decir que tú Compañía es una Compañía que representa a Cuba con mucho éxito. Hay muchas compañías que representan a Cuba, pero no todas tienen tanto éxito, la tuya tiene mucho éxito. Eso me hace, vuelvo otra vez a presuponer que tú eres una mujer realizada, por lo tanto, feliz. ¿Qué falta, qué te falta? ¿Cuál es el próximo paso? El próximo paso de riesgo, porque ahora tú me dirás: Mantenerme, que esto no decaiga, mantener la disciplina. No, no, no, ¿el próximo salto al vacío?

Lizt. El próximo paso de riesgo… El próximo paso de riesgo es llegar un tanto más lejos en ese mundo. Y el próximo paso de mucho riesgo es lograr que los muchachos, cuando hablo de los muchachos estoy hablando de muchachas y muchachos.

Amaury. ¡De todos!.

Lizt. Que todos puedan permanecer junto a nosotros, que no tengan que buscar otras fronteras para sentir que están completos, sino que sea aquí, donde ellos puedan encontrar en su Compañía, en su país, ese espectro completo de realización, individual, artística y colectiva. Las tres, los tres en uno. Ese sería el próximo paso de riesgo. Es de mucho riesgo.

Amaury. De mucho riesgo.

Lizt. Es muy difícil.

Amaury. ¡Muy difícil!.

Lizt. Es un gran reto. Pero pienso que si ponemos empeño, no solo yo, sino todos. Pienso que lo vamos a poder lograr. Este país siempre ha sido el nuestro, y el que ha permitido que seamos lo que somos. Entonces ¿por qué no permitir que seamos siempre un poquitico más felices?, que sea inagotable, como debe ser.

Amaury. Bueno, Lizt, yo te agradezco que hayas venido. Sigue siendo independiente.

Lizt. Mucho.

Amaury. Sigue siendo independiente. Sigue siendo maravillosa, osada, atrevida. Que tu belleza nunca se empañe, tu belleza de alma, tu belleza de cuerpo. Eso no se pierde.

Lizt. Yo sé lo que me estás hablando.

Amaury. Esa belleza y que sigas dándole a nuestro público y a tus admiradores, entre los que me encuentro.

Lizt. Yo lo sé.

Amaury. Absolutamente rendido, de siempre,  a la belleza y la maravilla de tu arte. Gracias en nombre de Cuba, aquí yo soy el pedacito que la representa, junto contigo.

Lizt. Gracias a ti. Gracias, muchas gracias.

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