Parque Casallas, el amor visible de los placeteños
Por Ricardo R. González
Fotos: Ramón Barreras Valdés y archivo
¿Alguien puede olvidar el parque de su ciudad? La infancia y adolescencia perdurables, los primeros amores que hicieron a sus bancos eternos confidentes, los pasos de un niño que comienza a caminar, el sitio que contempla silente a sus habitantes y observa cómo aparecen las canas entre el ir y venir de los años, y esa glorieta que se guarda en una foto buscada con ansias en los días de añoranzas o que perdura en la memoria casi intacta cuando decidimos marcharnos del lugar.
Cuántos recuerdos y cuánta vida actual acumulan el Parque Casallas, ese símbolo placeteño que se disputa como el más hermoso de todos entre los propios lugareños.
Volver al sitio es encontrarlo nuevo a pesar de los dos años que lleva en remodelación; sin embargo, valió la pena aguardar tanto en medio de un SARS-CoV-2 que impuso una pausa durante cinco meses hasta que pudieron reiniciar y comenzaron a ganar el tiempo perdido.
Rigoberto Rodríguez Real es el director de Comunales en la localidad. Confiesa que muchas veces se sitúa en una esquina solo a contemplar la obra que se ejecuta y le parece imposible.
«Ahora me lo creo. No puede ser que existan más de 50 000 losas de granito de óptima calidad». Una y otra vez se pregunta y emprende una lucha consigo mismo entre lo presuntamente onírico y lo convertido en hecho. «Hay detalles increíbles», y su mirada la lleva hasta el último punto… «Este es el regalo para el pueblo, es ese, nuestro parque, el de todos».
Caminamos por su plaza, amplia y hermosa, con más de 58 bancos instalados que pueden acoger a 1 200 personas sentadas. Habitantes de la localidad y viajeros deseosos de compartir la brisa, el rato de sosiego o la belleza que propicia el hecho de convertir pequeños cosas en esas que llegan al corazón.
LA CULTURA DEL DETALLE
Rigoberto Rodríguez acompaña en este paseo. Alude a la remodelación total de esa jardinería que acentúa la belleza, al cambio de luminarias como enriquecedoras del entorno, y a la poda de algunos árboles que al inicio fue blanco de cuestionamientos.
« Al retirar una parte de los existentes en el área central hubo inconformidades porque se retiraba la sombra. Ya se repusieron y la opinión ha cambiado»
— Y la demolición de la glorieta ¿aceptada o rechazada?
— «El inicio del proceso de transformaciones ha sido complejo y no resultó nada grato eliminar la anterior. Fueron décadas identificadas con ella y la gente estaba muy arraigada a ese núcleo central de cualquier parque, pero vale decir que nada se ha hecho a criterio personal ni de un grupo limitado de personas, ya que a partir de las quejas hemos seguido el criterio de las personas de lo que les gusta y lo que no. Una especie de guía y hoy muchos manifiestan que es el parque más bonito de Cuba y de la provincia sin estar aún terminado».
— ¿Hay algún detalle que se arropa en los sentimientos?
— Sería imposible callarlo. Tuvimos coterráneos que siguieron todos los detalles de la restauración. Estaban con nosotros a diario y nos daban fuerzas con sus sugerencias; sin embargo, por culpa de esa pandemia terrible ya no están, y ello nos obliga a reforzar el compromiso de entregar una obra digna en memoria de ellos.
Con un monto general de 4 millones de pesos acentuados por la marcha de la economía el proyecto ha contado con el apoyo partidista y gubernamental de conjunto con la Empresa de Producción Local de Materiales de la Construcción (PLOMAC), las brigadas de Servicios Comunales, los proyectistas, trabajadores por cuenta propia, y el Fondo de Bienes Culturales, que salvaguarda los valores patrimoniales placeteños. Se calcula que todo quedará listo, hasta su último detalle, en julio venidero para festejar el aniversario 67 de la gesta del Moncada.
A veces parece que Rigoberto Rodríguez toma al Parque Casallas como suyo, eso también es pertenencia y no exclusiva porque constituye algo compartida por el resto de los trabajadores.
El directivo mira cada componente del sitio, aquellos más próximos y los más lejanos, y sabe que emprender un objeto como este en tiempos de tantas carencias y limitantes ofrece bastantes retos y no pocos dolores de cabeza.
— ¿Qué faltaría entonces?
— Insistir y ser meticuloso en la necesario cultura del detalle con toques finales a la jardinería y un sistema de riego ya listo para montar, quedarían acciones en las cercas exteriores, sin descartar el trabajo de terminación de los monumentos insertados en el conjunto de la Plaza, de sus sitios históricos, del Rincón de las Madres inaugurado en mayo de 1950, y esmerarnos en la limpieza del piso.
Desde uno de los bancos un señor sigue el vuelo de las palomas refugiadas en su «casita» conformante del entorno. En medio de su encanto admira lo realizado y le devuelve la tranquilidad como fiel placeteño en sus 79 años.
Mientras tanto la vida continúa. El sitio sigue recibiendo los amaneceres en ese trepidar de la cotidianidad, entre estudiantes que van a sus aulas y obreros que tratan de llegar a sus puestos con pasos raudos y a quienes, ya en atardecer o durante la noche, dedican un tiempo de sus vidas a descansar en un entorno natural que satisface el alma.
A todos les corresponde vencer las insatisfacciones que no escapan de la mente de Rigoberto Rodríguez Real en torno a la protección y el cuidado del lugar para que corresponda con el amor que se le ha puesto a todo lo realizado. Eso es lo requerido: Sensibilidad y motivos compartidos para que el parque Rafael Casallas abrace la identidad y constituya ese amor visible de los placeteños.
PUNTO Y APARTE
Cuenta la historia y sus diferentes fuentes que la construcción de la Plaza de Armas se concluyó en 1894 para ser nombrada entonces Alfonso XII y con el devenir del tiempo Parque Rafael Casallas Monteagudo.
En sus inicios era un espacio abandonado dedicado a reuniones, almuerzos y ventas de productos, entre otros fines, y contaba con 25 laureles de India que, según se refleja, fueron sembrados en 1880 a ambos lados de las calles principales en la entrada y la salida del pueblo y en otros espacios públicos. De aquí toma el nombre de Villa de Los Laureles.
Ya en 1894 se concluyó el arreglo de la Plaza de Armas con sus calles, jardines triangulares y la siembra de cuatro palmas que a petición del alcalde municipal en aquellos tiempos, Isidro Sánchez Perales, se incorporaron otras tantas, en 1938, como tributo a los ocho estudiantes de Medicina injustamente fusilados por el régimen colonial.
A través del tiempo el parque no estuvo exento de modificaciones hasta que por acuerdo del Ayuntamiento se le puso el nombre de Rafael Casallas en honor a su valentía y dignidad en el enfrentamiento a las tropas españolas durante la guerra del 95.
A partir de los años 50 comenzó una etapa de decadencia y deterioro marcado que imponen diferentes sustituciones. La glorieta pierde su techo y falta alumbrado hasta que en 1980 se siembran 25 laureles y sitúan de nuevo los bancos de madera, pero ya avizoraba lo urgente de una remodelación total.
Valores históricos y culturales caracterizan al sitio hasta que en 2019 comenzaron las obras de restauración como forma de rescatar el patrimonio local custodiado por esas palmeras como guardianas del centro del parque de Placetas.
PIE DE FOTOS
1.- Hermosa imagen que muestra la belleza actual del Parque Casallas que aún no ha concluido su remodelación.
2.- «A veces me parece incierto ver lo que se ha hecho. Este es el regalo para el pueblo, es ese, nuestro parque, el de todos». Fundamenta Rigoberto Rodríguez Real, director de Comunales en la municipalidad, en una labor reconstructiva ejecutada contra vientos y mareas.
3.- Cincuenta y ocho bancos instalados que pueden acoger a 1 200 personas sentadas.
4.- Imagen del Parque en sus inicios.
5.- La anterior glorieta cuya demolición tuvo detractores en los primeros tiempos.
6.- Al fondo la nueva glorieta. También los laureles que identifican a Placetas fueron podados en busca de mayores espacios de sombra, y ahora exhiben un reverdecido follaje.
7.- Resalta el cuidado del área.
8.- Trabajadores de Servicios Comunales proceden a la limpieza del Parque en sistemática acción.
9.- Tanto los bancos como las luminarias pertenecen a los Hermanos Gutiérrez, trabajadores por cuenta propia del Fondo de Bienes Culturales que han sido incondicionales.
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