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Sin cansancio en el alma

Sin cansancio en el alma

Por Ricardo R. González

Foto: Carlos Rodríguez Torres

Desde lejos se escucha una especie de melodía con afinados acordes. No salen de instrumentos musicales, si no de dos escobas sincronizadas en su acción. Por entonces, las calles permanecen en plena soledad acompañadas por la luz de las farolas o de las travesuras de un gato trasnochado aun en distante amanecer.

Una pareja de placeteños, unida en la vida y en el bregar, es la causante de esa cadencia atribuida a Onelia Álvarez Calderón y Reinaldo Isac Fernández quienes se levantan cuando apenas ni el gallo ofrece su primer cantío anunciando la llegada del alba.

Ya es costumbre abandonar el lecho sobre las 4:00 de la madrugada para saborear la primera coladita antes de limpiar los paseos y las calles asignadas en un municipio que posee avenidas muy anchas.

Quizás recuerdan el viejo adagio: «el que madruga Dios lo ayuda» a fin de evitar ese sol abrasador y para que los niños no respiren el polvillo contaminado a la hora de marchar a la escuela.

«Ya sobre las 7:00 de la mañana realizamos el segundo barrido que siempre comenzamos por el área de mi esposo correspondiente a la Segunda Avenida, y después pasamos a la mía concentrada en el Paseo Martí norte porque uno coopera con el otro», sustenta Onelia.

Todo marcha bien; sin embargo, los días de intenso frio o de aire no hay tregua. Deben protegerse con las capas nuevas que les facilitaron, y si llueve impera jugar con el ritmo de la llovizna o el aguacero, esperar a que escampe, y enfrentar los obstáculos.

SATISFACCIONES E INCONGRUENCIAS

Para «la pareja», como algunos los identifican, apreciar una calle limpia, una esquina libre del mínimo microvertedero les provoca un marcado regocijo. «Nos recrea y sentimos mucha satisfacción porque apreciamos que somos útiles en una entrega diaria realizada con mucho amor».

Cuánta razón tienen porque la limpieza es la cara de una ciudad, la imprescindible para el más catedrático de los médicos o un encumbrado maestro como también en el caso del anciano, el simple obrero, o el pequeño recién llegado a este mundo que merece un entorno saludable.

— ¿Hay choques con las irracionalidades de la vida?

— No todos contribuyen con esa limpieza. Existen cocheros que no protegen debidamente a los caballos a fin de evitar que el estiércol se disemine por un pavimento que minutos u horas antes quedó limpio. Entonces a empezar de nuevo.

— ¿Consideran que la población posee la cultura necesaria para mantener la higiene?

— Falta mucho y varía de un punto a otro y de un municipio a otro. No creemos que exista demasiada madurez. A veces está el cesto de basura y es más cómodo arrojar los desperdicios a la calle, sin hablar de las incidencias de algunas mascotas que empañan la labor.

Oneida y Reinaldo han tejido su mundo con tres décadas de matrimonio y diez años afiliados a los Servicios Comunales. Muchos vecinos del área cuando escuchan el movimiento de las escobas salen a tributarles los buenos días, los llaman desde los hogares para brindarles agua u otro cafecito aunque aún no haya salido el sol.

«Figueroa, un habitante en la zona, habla con nosotros desde bien temprano. Comparte lo que tenga y elogia nuestro trabajo, es de esas personas amables que nos apoya y quiere mucho al personal del sector».

Entre el ir y venir si se les pide hablar de Comunales alegarían que les ha propiciado múltiples reconocimientos, tanto por nuestros compañeros como por la directiva municipal de la rama. Ahora se aprestan a celebrar, este sábado 15 el Día del Trabajador de Comunales para el que Placetas ganó la sede de las celebraciones provinciales.

En lugares donde la proliferación de microvertederos se incrementa a diario esta pareja considera que existen pocos en la Villa de los Laureles, al menos en la zona urbana «y si vemos que hay dos o tres jabitas acumuladas y caben en el tanquecito las recogemos y las llevamos al vertedero», al decir de Reinaldo.

En momentos en que no existen tantos obreros en el giro «la pareja» trabaja de domingo a domingo, y asume parte de la limpieza concluida la Feria dominical que les deja un panorama bastante crítico, lleno de basuras, con el que terminan pasadas las 6:00 de la tarde.

— Si tuvieran que definir a un trabajador de Comunales ¿cómo harían su retrato? 

— Con mucho de sencillez y amabilidad, personas integrales capaces de vencer dificultades sin temores, y llamados a innovar en muchas ocasiones con los útiles de trabajo, aunque la vida imponga sacrificios como el de acostarse temprano para esperar el próximo día. Somos seres humanos y es lógico que nos agotemos, pero lo que no puede cansarse es el alma.

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