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soyquiensoy (Ricardo R. González)

Trinos, seda y acero

Todos los segundos sábados de cada mes Ernestina Trimiño y el trío Sedacero invitan a su Peña en el Museo de Artes Decorativas de Santa Clara.

Por Ricardo R. González

No hace falta estar, necesariamente, en la campiña para hacer un buen guateque. Basta que suene el laúd, el tres y la guitarra con maestrías incalculables, y que a ello se sume una voz divina que acaricie el alma. Esta podría resultar la sinopsis de las presentaciones de Ernestina Trimiño y el trío Sedacero demostrada en su Peña del Museo de Artes Decorativas, el pasado sábado.

Pero no es solo darle vida a la guajira, a la canción, a la habanera o a la buena trova cubana. Es también pasear por la música de Latinoamérica con su múltiple acuarela de ritmos, llenarse de un joropo, de las raíces mexicanas, de un vals peruano, o incluir alguna pieza internacional de las que se inscribieron como clásicos de su época.

Ernestina, una voz de esas que el público agradece y que quisiera escucharla hasta la infinidad.

Mayito, coloquial, comunicador e imprescindible en la guitarra.

Y hasta el nombre resulta curioso: SEDACERO, SEDA por lo suave de las cuerdas, y el resto por el producto utilizado para fabricar esas cuerdas. A partir de esa fusión ocurre lo inimaginable. Lo mismo surca al aire la Flor de Yumurí, de Jorge Ankerman, que ese Lamento Borincano, rubricado por Rafael Hernández, Quizás, quizás, quizás, de Osvaldo Farrés, Pensamiento, del espirituano Rafael Gómez (Teofilito) y la imprescindible Veinte años, que muchos desconocen que la letra es de Guillermina Aramburu, mientras la música pertenece a la inmortal María Teresa Vera.

No se sorprenda si en medio de la presentación escuche los acordes de Cerezo Rosa, o temas insignes de Lennon y McCartney para diversificar una entrega de lujo.

Punto y aparte para la maestría de cada integrante. De ese Alberto Arteaga Gutiérrez que hace vibrar el laúd y pone toda su energía a fin de darle las buenas vibras al arte, o el que se desdobla en un hombre de humor a través de los cuentos.

De un joven como Jorge Luis Pérez que no queda a la zaga y va demostrando su talento en el tres, y de Mario Manuel  Gutiérrez (Mayito) quien, guitarra en mano, consolida un producto de excelencia artística, y que a la vez mantiene la interacción con el público.

Arteaga, el señor del laúd.

Jorge Luis, puntal joven que ya demuestra su talento en el tres.

Qué decir de Enestina Trimiño, la voz de oro de la campiña cubana, reconocida en planos nacionales y foráneos. No olvidar que el Quinteto Criollo ganó con el CD La trova de siempre, concebido por el sello discográfico Colibrí, el Premio Cubadisco de 2012 en la categoría de música popular tradicional, sin descartar una nominación para el Grammy Latino en el apartado de Mejor Álbum Tropical Tradicional.

La presentación sabatina fue también un homenaje a los 50 años de vida artística de la Trimiño, de quien hay que quitarse el sombrero cuando mencionen su nombre.

Ernestina tiene una voz que no cansa, melodiosa, suave, de esas que el público agradece y que quisiera escucharla hasta la infinidad.

Y para quien escribe —y lo he dicho otras veces— no necesariamente hay que marchar hacia la capital cubana a fin de demostrar la valía de los talentos.

Ahí está ella, junto a Arteaga, Jorge Luis y Mayito como pilares del tesoro universal de la música bajo los trinos, la seda y el acero.

También puede ver este material en:

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