Por Ricardo R. González
Ella no necesita permiso para entrar a Santa Clara porque la ciudad le abre sus puertas y bendice su arribo. No importa si con el cansancio acumulado de un regreso del extranjero apenas horas antes, de tocar el sábado en el capitalino Parque Metropolitano, y de trasladarse el domingo hacia el centro de Cuba porque no le podía fallar a la infancia de esta región.
Entonces sale al escenario con esa guitarra inseparable como prolongación de su vida y con la magia que provoca cada encuentro. Así invita a cantar «porque tenemos el corazón feliz», y a partir de ese momento se abre un abanico de encantos dotado de las musas de una intérprete que mantiene su precepto de que tan importante es el público infantil como aquel que ya transita por el paso de los calendarios.
Por eso respeta tanto a quienes saben querer, «porque son los más sinceros y aquellos que conocen si los engañas». A ellos les regala ese manojo de canciones creadas por verdaderas cátedras de la canción infantil latinoamericana como la imprescindible —cubana y villaclareña— Teresita Fernández, el mexicano Gabilondo Soler, y la argentina María Elena Walsh cuyo disco grabado con sus canciones obtuvo el Premio en el último Cubadisco en la categoría de música infantil.
No puede faltar en el repertorio el talento de Ada Elba Pérez, y de todos esos íconos Liuba regala la Canción de la vacuna, El trencito y la hormiga, o El piojo que deviene especie de receta preventiva para evitar los efectos del flagelo.
Dos momentos se hacen indispensables en estos conciertos. Uno, cuando se interpreta Lo feo, ese tema antológico de nuestra Teresita que nos llama a impedir cualquier desprecio aun de aquellos detalles que nos parezca insignificantes porque la belleza aparece hasta en las cosas minúsculas y supuestamente despreciables.
El otro, ese Dame la mano y danzaremos cuya letra pertenece a la gran Gabriela Mistral y que invita a realizar una ronda gigante que alimenta paz, fantasías y que «suele el mundo a mirar».
Sería imperdonable que Liuba se fuera sin cantar ese granito de canela caprichoso que al fin cayó en la cazuela. Los pequeños le reclamarían las travesuras de Estela, y por supuesto que la artista sería incapaz de dejar el vacío.
Pero esta vez hubo una invitada especial: la venezolana Cecilia Todd, importante folclorista de su país y de la cultura de Latinoamérica a quien el suelo villaclareño no le es ajeno porque participó, en 2011, en la gira Se dice cubano, auspiciada por el maestro José María Vitier y que también contó con la participación de Liuba.
Cecilia se integró al espectáculo, acompañó a la creadora de Si me falta tu sonrisa en algunos temas, y ambas esperan por la salida del material fonográfico Alguien precisa en el que las artistas intercambian las piezas de sus respectivos repertorios en lo que promete ser una joya discográfica, pero que no acaba de ver la luz.
Así inició el verano en Santa Clara. Con este regalo bajo la concepción de Ernesto Alejo, la sectorial de Comercio, y las autoridades de la localidad en el renovado cabaret Cubanacán, símbolo de la urbe durante décadas.
Desde allí los niños soñaron y vieron el universo a su manera, y quienes ya no lo son tanto regresamos a esos recuerdos marcados por la infancia mediante una travesía mágica. Esa que descorre las cortinas del alma para que brille siempre el Señor Arco iris bajo los lindos colores que le impregna Liuba María Hevia.
Junto a la venezolana Cecilia Todd.
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