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Mi Comentario: Pesadillas entre Iphones

Mi Comentario: Pesadillas entre Iphones

Por Ricardo R. González

Ilustración: Martirena

Todavía la maestra Dinorah Domínguez no se ha recuperado del impacto. Luego de una agónica cola para adquirir un cartón de huevos estuvo a punto de hacer una tortilla gigante a la salida del mercado después que una mozalbeta le propiciara un choque semifrontal al caminar ensimismada con su Iphone.

La joven casi ni pidió disculpas, mientras a Dinorah no le quedó más remedio que apoyar la preciada carga en el marco de una ventana, y descansar hasta que pasara el susto.

En otro caso una amiga, cuyo nombre no voy a revelar, tuvo que bajarse del ómnibus dos paradas después de la acostumbrada debido a las fascinaciones de un juego. Y qué decir de la señora que escenificó, el jueves pasado, un forzoso pas de quatre al rodar su anatomía por las escaleras de Coppelia en un descuido imperdonable atribuible a su pasión telefónica.

Hace solo unos días llegué a la recepción de una oficina. Me parecía que resucitaba la era de La Comedia Silente, sin Armando Calderón. De las cuatro personas sentadas; tres pasaban el dedo de manera incansable por aquellas pantallitas bajo un total mutismo.

Pero si llega a algún que otro centro de servicios o de atención al público mientras los empleados intercambian determinadas aplicaciones… cuente hasta el infinito porque lo más importante en ese momento no es usted, si no cumplir el deseado objetivo.

Las mejores escenas se aprecian en el Parque Vidal. Gentes sin saldos o carentes de líneas que «protagonizan» una aparente conversación, las poses del exhibicionismo más simple, o el ya veterano con aires de galán que cae en la ridícula imagen de opulencia, y hasta comiendo una barra de maní se aferra al dispositivo.

Señores despierten…Poseer un celular no significa tener una preponderancia social ante un implemento que ya resulta común en estos tiempos. A veces engrosamos las cuerdas del hazmerreír, y de los humanos banales entre tantas vivencias que cada quien pudiera aportar. Creo que nutrirían los guiones de Pánfilo en Vivir del Cuento en un mundo en que a los cubanos nos falta mucha mesura y sentido común al afrontar las aristas cotidianas.

Nadie se opone al beneplácito de las tecnologías ni al disfrute de ellas; sin embargo, ya pudiera hablarse de una nueva adicción propiciada por estos aparaticos de la modernidad.

Como el alcohol, la droga, o el cigarro hacen sus estragos. Personas descuidadas al cruzar las calles, choferes que conducen sin ápice de precaución, peatones que viajan por la extratosfera, entretenimientos superfluos que cuestan caros, y sobre todo, que estamos perdiendo el don de la comunicación racional mediante esa oralidad insustituible.

No hay contradicción, me refiero a quienes aun estando muy próximos prefieren pasarse un mensajito en vez de emprender el provechoso diálogo.

Nadie puede desafiar los aportes tecnológicos ni quedarnos estáticos en aquellos tiempos en que determinadas cartas demoraban hasta meses para llegar a su destino si no corrían el fatalismo de perderse en el camino, pero apliquemos el movimiento de las buenas balanzas, y equilibremos las cargas del comportamiento humano.

Incluso voy más allá del poder de los teléfonos. Las tables y otras posibilidades de computación están matándonos las neuronas desde edades tempranas. Apenas se ejercita el arte de multiplicar o del resto de las operaciones aritméticas. Las faltas ortográficas disminuyen gracias a los correctores automáticos, ya ponemos kiero en vez de quiero, el razonamiento penetra en senderos opacos y facilistas, en tanto los libros junto a otras literaturas parecen objetos descontinuados.

Y entre enciclopedias digitales —no todas fidedignas— unido al famoso corta y pega aparecen los plagios en investigaciones y trabajos que otros aplauden, elogian, y evalúan como «excepcionales y profundos».

En realidad constituye uno de los tantos engaños que resta autenticidad y distingo propio.

El tiempo de tables, Iphones, Apples y tantas modalidades transita con pasos vertiginosos. Quizás dentro de poco el mercado esté invadido por nuevas marcas dentro de la epidemia avanzada del consumismo, pero al margen de modelos y tipos escapemos de una saga viciosa, y de los grilletes tendidos por la irracionalidad humana frente a un mundo tecnológico que parece aplastarnos.   

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