López Sacha: El libro va a perdurar
A tenor de la Feria Internacional del Libro, que vive las postrimerías de la XXIV edición, la AIN conversa en Isla de la Juventud con Francisco López Sacha, reconocido narrador, ensayista y profesor de arte.
Sobre la impronta de este evento, de carácter anual y alcance nacional, que se inaugura en La Habana, el autor de la novela El cumpleaños del fuego (1986) piensa que sigue siendo importante y lo califica del mayor suceso de la cultura cubana.
“Pero debe recuperar, puntualiza, el espacio perdido en cuanto a presencia de editores foráneos, como ocurrió al inicio, sobre todo del mundo hispánico y fundamentalmente, españoles, mexicanos y argentinos”.
Explica que las condiciones económicas del país incidieron en la reducción de la muestra editorial foránea, debido a que resulta difícil producir in situ la obra de un escritor extranjero sin pagar derecho de autor, como lo suscribe la Convención de Ginebra, de la cual Cuba es signataria.
Hoy se suple ese déficit con ediciones nacionales de buena factura hasta tanto el país pueda poner en la circulación libros que se producen en el exterior, dice.
Reconoce que, en cambio, la Feria ha ganado mucho en la organización, en pasividad y popularidad, la literatura tiene un precio asequible y la distribución de los títulos es buena.
Las revoluciones tecnológicas y el libro
“El libro va a perdurar, afirma, convencido, el creador de Descubrimiento del Azul (cuentos, 1987), porque desde la era de Gutenberg hasta ahora no existe un soporte más fiel para almacenar el conocimiento y la experiencia histórica del ser humano”.
Refiere que su escritura y lectura, al provocar la imaginación, le confieren un sabor particular, por eso sobrevivió a la aparición del cine en 1895 y hoy convive con la computadora, el iPod o el tablet, que le aventajan por capacidad de almacenamiento y fácil transportación.
Una tablet puede contener 500 novelas, e incluye facilitar otros usos, pero no aporta el sentimiento y la comunicación dactilar que el libro provoca al lector, junto al olor de la tinta y el sabor de la página.
“El libro va a convivir con los sistemas digitales de lectura, solo que en el futuro, como se anunció en los años ´90, se harán impresiones a demanda, más convenientes para garantizar la limpieza del planeta y la salvaguarda de la naturaleza boscosa de donde se extrae la pulpa de la madera para hacer el papel”, precisa.
La cultura kitsch no es fenómeno nuevo
El profesor y ensayista de Pastel Flameante (2002), hasta ahora sentado en un taburete, se incorpora para recordar que la avalancha de la industria cultural bibliográfica comenzó en el mundo con el Romanticismo (siglo XIX) y con el auge del folletín, vinculado a esa corriente por mercaderes. Fue el primer avance de la seudoliteratura para robarle el lector a la verdadera literatura.
En los días corrientes, recalca López Sacha, a pesar de los subterfugios de algunas editoras para escamotear seguidores, hasta la actual industria cultural fundada sobre la base del best seller, no han podido desbancar a escritores como James Joyce, Franz Kafka, Alexander Pushkin, Ernest Hemingway, Julio Cortázar, Alejo Carpentier o Gabriel García Márquez.
“La escuela es fundamental para dotar al lector de un sistema que le permita discernir cuándo está en presencia de una obra de calidad o no”, precisa.
“No se puede combatir a la seudocultura negándola o eliminándola. Es preciso mostrar al ser humano las diferencias entre lo falso y lo auténtico, para que elija el tipo de cultura a la que va a pertenecer, a partir de los gustos sociales, la época, el poder adquisitivo, las clases sociales y otros elementos que intervienen en ese proceso”, concluye el destacado ensayista.
(Con información de AIN)
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