Messi toca a las puertas de Cristiano
Ronaldo.
Luis Enrique nunca brilló tanto sobre el césped como a las órdenes de Louis Van Gaal. Su relación nunca fue sencilla, un castigo del holandés tras una discusión entre ambos en Santander hizo que el jugador meditara su salida del club. Pero por encima de las desavenencias, el asturiano supo valorar esa nueva ubicación en el campo, por detrás del delantero centro, Patrick Kluivert, para explotar todas sus cualidades.
Esta temporada, la historia parece repetirse, aunque con Luis Enrique en el otro papel. Es él quien debe limar asperezas con la estrella indiscutible de este Barcelona, Leo Messi, después de la convulsión que vivió su relación en el arranque de año. Y no hay mejor forma de hacerlo que hallando su ubicación ideal en el césped. O sencillamente, otorgándole plena libertad de movimiento.
Ayer, el argentino arrancó de nueve el partido, aunque al cuarto de hora ya corría por la banda derecha. Aunque sus vaivenes con Pedro fueron constantes. “Lo vemos por dentro y por fuera en función de lo que él considera”, admitió el asturiano, que ha visto cómo dándole plena libertad al argentino las aguas han vuelto a su cauce. El baile de posiciones de Messi sobre el terreno de juego le permiten explotar su faceta goleadora, pero también la de asistente. Ayer, cuando cumplía su partido 300 en Liga, igualó el récord de hat-tricks en el campeonato, en posesión de Cristiano Ronaldo (23), y recortó distancias con el luso en su duelo por el pichichi. El argentino suma 26 por los 28 del madridista -2 de ellos de penalti por 8 del portugués-.
No sólo eso, el pulverizador de récords desbancó a otro luso, Luis Figo, como máximo asistente de la historia del campeonato, con sus 106 pases de gol (19 este curso). El argentino arrancó desde la banda derecha para asistir a Neymar en el primer tanto del equipo.
La llegada de Luis Suárez en verano hacía presagiar el retorno a la banda derecha de Leo Messi. Con el uruguayo fijando a los defensas, Messi y Neymar hallarían el espacio espacio suficiente para explotar sus cualidades. Quedaba por ver cómo encajaría el astro su desplazamiento a la banda después de haber vivido en el centro del ataque su mejor momento como jugador del equipo.
Luis Enrique se esmeró en el arranque de curso por gestionar con mano de hierro el vestuario. Hasta que entendió que no puede equipararse a Messi. El asturiano propició un encuentro con Louis Van Gaal para zanjar la polémica y regresar a la titularidad. Messi mostró su disconformidad con el técnico no presentándose en el entrenamiento de la víspera de Reyes.
Supo entonces Luis Enrique que de la felicidad del argentino dependía el futuro del equipo. Quizá también el suyo, así que optó, de nuevo por darle plena autonomía a La Pulga en el campo. Desde entonces todo marcha viento en popa. La recuperación de Messi y su buena conexión, tanto con Luis Suárez como con Neymar, pero también con Pedro, que ayer vivió su partido 300 en competición oficial, resultan claves ahora que arranca la fase decisiva de la temporada.
(Con información de El Mundo)
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