Liuba María Hevia tejió su ronda en Corralillo
Por Ricardo R. González
Foto: Walfrido Díaz Góngora
Los niños la aguardaban. Querían verla de cerca, hacer más suyas esas historias que encierran Estela y su granito de canela, el Señor Arcoiris, las travesuras de El Piojo, o lo que ocurre entre El trencito y la hormiga; sin embargo, esta vez, Liuba María Hevia llegó a Corralillo para homenajear la obra de esa maestra venerada que es Teresita Fernández.
Un excelente pretexto a fin de promover el CD Liuba canta a Teresita que recoge parte de esas canciones super conocidas por cuatros generaciones de cubanos crecidos bajo las influencias de El gatico Vinagrito, o El grillito acatarrado, y de las enseñanzas de Lo feo que invita a borrar las fronteras de lo meramente estético para encontrar esa belleza escondida aun en las cosas aparentemente simples.
Como fiel discípula de esa maestra que canta Liuba recordó el privilegio de los villaclareños de que Tere haya nacido en Santa Clara, de que muchas de sus canciones encontraran su cuna en sitios de esta provincia, al tiempo que interpretó obras no tan conocidas, como El Titiritero, que tiene el privilegio de abrir puertas para conocer a Teresita en una mayor dimensión.
Si de buena música infantil se trata no pueden faltar temas de otros respetables creadores como el mexicano Francisco Gabilondo Soler, la argentina María Elena Wals, y aquellas surgidas del talento de Ada Elba Pérez que dejó para siempre una obra auténtica.
Liuba sube al escenario no solo para hacer vibrar su guitarra y ceñirse a un parlamento intrascendente. Todo lo contrario. Asiste a demostrar su valía, a emprender el gran reto de respetar al auditorio, a entregar la policromía de las canciones convertidas en letras de fe y esperanzas.
Mucho más si se trata de la infancia, ese tesoro que considera su público más sincero y al que le entrega un producto meticuloso y preciosista.
Y ahí está su magia, en el arte de combinar canciones de buen gusto apoyadas en exquisita voz, y en metáforas que nos hagan sentir el amor, el desamor, las virtudes, y las enseñanzas sorprendentes cada día.
En el concierto no pudo faltar el emblemático Porque tenemos el corazón feliz, o El despertar, esta última a manera de vuelo emprendedor dispuesto a crecer y a hacerse grande.
Los asistentes al complejo cultural El Jigüe no olvidarán la primera visita de Liuba María Hevia a esta porción norteña de Villa Clara. Allí la acogieron y le demostraron cuan querida es a fuerza de su propio talento.
Cerca del mediodía revivió «la señora ancha del penacho verde» que, lejos de trazar un hasta mañana, dio paso a un cierre con Dame la mano y danzaremos, letra perteneciente a Gabriela Mistral con música de la propia Teresita, sugerente a una alianza entre todos. Niños y adultos corearon el tema que, a lo mejor, escapó del teatro y llegó hasta el litoral porque, sin dudas, Liuba tejió su ronda destinada a configurar un mundo necesario y eternamente humano.
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