Jugarse la vida por la chispa ajena
Los ojos atentos recorren cada palmo del circuito.
«A la candela no se le puede tener miedo, hay que ir para arriba de ella y eliminarla— así dijo Eduardo Baldibié del Sol, miembro de la brigada especializadas # 1 del Circuito del Cuerpo de Guardabosques Sabana-Santa Clara mientras nos contaba sobre el incendio forestal más difícil que le ha tocado enfrentar en sus 24 años.
«En ese momento uno siente calor, falta de aire, fatiga, solo te ayuda poner en práctica lo aprendido en los cursos de preparación. Todos los incendios son difíciles, unos más impresionantes que otros. El otro día nos tocó maniobrar en el terreno del vertedero municipal el otro día, y óigame, la cosa se pudo fea. Tuvimos que actuar desde el piso, a la larga, con las mochilas en la espalda y desde ahí regando agua para arriba de las llamas. Prácticamente la candela nos chamuscó los pelos de las manos; en ese momento solo nos quedó cubrirnos la cara y comenzar a tirarle. Pero lo logramos y el fuego no pasó de ahí».
La vida pone en situaciones extremas a hombres por causa de las negligencias de otros hombres. Muchas veces los últimos no miden las consecuencias de sus actos y desconocen que por su descuido los bosques se debaten entre la vida y la muerte.
El circuito de guardabosques custodia 47648 hectáreas de tierra; se extiende desde el km 259 de la Autopista Nacional hasta los límites con Placetas y Camajuaní. La zona protegida Sabana-Santa Clara, donde están las mayores riquezas naturales de la capital provincial, constituye el sitio más importante. Allí, entre los meses de sequía, de noviembre a mayo, no hay momento de quietud para estos guardabosques que, en cualquier época del año, su tarea principal es la protección contra el incendio, el enfrentamiento a las violaciones de los recursos naturales como la tala, la caza furtiva, y todo lo relacionado con la actividad forestal.
La naturaleza nos brinda parajes paradisiacos dentro de nuestra ciudad. Guardianes permanentes custodian sus tesoros. Pero, ¿seremos reverentes con sus bondades?
LA MALDITA CULPA SÍ LA TIENE ALGUIEN
El municipio de Santa Clara, aunque no cuente con cuantiosos recursos forestales, sí figura entre los de mayores incidencias de siniestros. Su condición de cabecera provincial contribuye a que la mano humana acceda con mayor facilidad al entorno boscoso. Esta constituye, según explicó a Vanguardia el mayor Orlando Pérez Rodríguez, especialista en manejo del fuego del Cuerpo de Guardabosques (CGB) de Villa Clara; la causa más frecuente de los incendios forestales.
«El incendio comienza por negligencias asociadas a los humanos: fuman o tiran el cabo de cigarro encendido en espacios donde se convierten en material inflamable, cocinan alimentos en los lugares menos apropiados sin supervisión de los guardabosques, operan medios agrícolas o automotores con problemas en el mata chispas. No faltan tampoco los provocados de manera accidental por los cosecheros que recogen los restos de las plantaciones para preparar otra siembra, no piden el permiso necesario para indicarles cómo se quema ese tipo de residuo y se les va el fuego de control».
-¿Qué secuelas suscitan en la flora y la fauna los desastres de este tipo?
«El perjuicio que siempre vemos es la pérdida de árboles: lo que invertimos en desarrollar el bosque, las hectáreas quemadas y lo gastado en apagar el fuego. Pero lo no cuantificable y más lamentable resulta la vida que muere alrededor del árbol.
«A veces este se recupera, revive, pero no todo el entorno biológico que lo acompaña. Se afectan el aire, la floresta, la fauna menor: caracoles, reptiles, microorganismos que no vemos y habitan en los árboles; y también la fauna mayor como aves que tienen sus casas en las ramas. El periodo de seca coincide con la nidificación de algunas especies y, cuando se desatan las llamas, las aves emigran abandonando los huevos o polluelos que luego perecen. Tendrán que pasar años para que se restablezca un sistema integrado de vida en ese hábitat».
-¿Por qué vías llega a la unidad el aviso de un incendio?
«Contamos con una torre de vigilancia que por su ubicación divisa todo el circuito, y puntos dispersos en las zonas más altas del territorio. En la época más peligrosa del año (noviembre-mayo) contratamos fuerzas, y aunque no son profesionales, con los años que llevan trabajando en CGB han acumulado experiencia en eventos de este tipo.
«Las dos brigadas especializadas se mantienen patrullando el circuito; ante el primer aviso aplicamos la técnica de acción rápida y enseguida confluyen todas nuestras fuerzas junto a las del puesto de mando de la Agricultura, el Partido, el Gobierno. La eficiencia y profesionalidad de nuestras tropas permite apagar más del 80% de los incendios antes de penetrar en el bosque.
«Contamos también con una sala de monitoreo. Allí consultamos una página web brasileña desde la cual, vía satélite, se detectan sobre el territorio los focos de calor. No recibimos el informe en tiempo real, pero, auxiliados por otras páginas digitales, conformamos una observación general con tres horas de diferencia.
«El reporte de los eventos nos llega no solo por nuestros especialistas. Nos sorprende que a veces ciudadanos van por una vía, ven alguna llamarada y llaman a través del celular a cualquier institución que ellos crean cercana al Cuerpo de Guardabosque, por ejemplo la policía, y nos dan la ubicación. Uno de los incendios que enfrentamos este año lo informaron unos extranjeros».
-Reglas que debemos cumplir en nuestra relación con el bosque…
«Hacemos un llamado a la población en general para que no dejen de disfrutar las bondades del bosque, pero con responsabilidad: no encender fuegos dentro del terreno boscoso y si es muy necesario pedir permiso para que los especialistas supervisen la actividad, no fumar, no arrojar colillas de cigarro ni cerillas sin antes cerciorarse que estén bien apagadas.
«A veces hay exceso de personas compartiendo en la misma área y resulta difícil velar con tanta aglomeración para que no se violen las medidas. Recuerde acceder y manipular el bosque con extremo cuidado.
«Los tenientes de tierras deben establecer las trochas, espacios de 5 o 6 metros libres de materiales combustibles, para delimitar entre las hectáreas y protegerlas. A las personas necesitadas de quemar le decimos que no está prohibido, pero deben pedir permiso al guardabosque de su zona o si es más de una caballería al inspector del municipio para que solicite el permiso del cuerpo provincial. Este trámite lo realizamos con urgencia.
«El ciudadano que detecte cualquier actividad peligrosa para los recursos forestales comuníquese con los teléfonos 272232, sede del circuito y 208284, sala de monitoreo. Todos debemos ser divulgadores para impedir los incendios forestales; hablar, informar, conversar con todas las personas acerca de sus principales causas, consecuencias y cómo evitarlos. Nada de lo que hagamos sobra».
TRANQUILOS NI UN INSTANTE
El tiempo se vuelve a nuestro favor. La lluvia en estos días es más frecuente, pero ni así podemos descuidarnos. Evelio Hurtado Gómez, al frente del circuito Sabana-Santa Clara todavía mantiene en su mente el pasado sábado 6 de abril. Cuenta que las tropas estaban sosegadas porque en la noche anterior había llovido por horas. De pronto, a las 4 de la tarde informan un incendio en la autopista, hasta el momento el mayor de la temporada, provocado por las indolencias de unos pescadores. En menos de una hora estuvieron ahí y las mochilas no alcanzaban para todos los que querían sofocar el siniestro.
«La maniobra fue rápido, me dijo Evelio. Mochila al hombro, agua, y para arriba del fuego, tratando de sofocarlo por diferentes flancos. Nos metimos por lugares que hoy vemos y decimos: pero cómo fue eso, cómo caminamos por ahí. En el momento lo único que nosotros queríamos era proteger el área de pinos más desarrollada.
«Los guardabosques no podemos descuidarnos un instante, así tengamos óptimas condiciones climáticas. Realmente si no fuera por la gente que se mete al bosque a acabar, la situación fuera distinta, más en esta época que ya el tiempo nos empieza a favorecer. Lo que no podemos es cansarnos de conversar con las personas. Algunos poseen conciencia de lo que es un incendio forestal, otros no la tienen y nosotros se la formaremos».
(Con información de Miriam Elisa Peña López. Fotos: Ramón Barreras Valdés. Periódico Vanguardia)
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