«Con 2 que se quieran» Raúl Roa Kouri (Parte II)
Amaury. ¿Y cuántos cuadros de esos tú conservas o los has regalado?
Raúl. Conservo muy pocos, conservo muy pocos. Como cuatro o cinco cuadros, óleos y el resto no. Tengo algunas cosas que son algunas acuarelas que sí tengo, por ahí andan por la casa.
Amaury. Ahora hablaste de Mariela y ¿cuántas hijas tienes?
Raúl. Tengo tres hijas: María Carla, Patricia y Mariela. Tres hijas de tres mamás diferentes.
Amaury. De tres matrimonios diferentes
Raúl. Sí.
Amaury. Pero, yo sé que tú te llevas bien con todo el mundo, ¿cómo te llevas con todas tus ex esposas?
Raúl. Yo me llevo muy bien con todas. Y además, por suerte, todas son tan inteligentes, que han mantenido unas relaciones estupendas con mis otras hijas también. Es decir que mis hijas no se tratan como si fueran medio hermanas, sino son hermanas.
Amaury. Es que ese término de medio hermano…
Raúl. …Medio hermano es horrible, pero tú sabes que eso puede ocurrir.
Amaury. Ahora, háblame de Lili, porque Lili es tan simpática, tan ocurrente, tu actual esposa.
Raúl. Ella es pintora.
Amaury. ¿Ella es pintora?.
Raúl. Ella sí es pintora y le gusta muchísimo. Está haciendo muchísimas cosas ahora en la casa.
Amaury. Pero ¿cómo se conocen?
Raúl. Bueno. Figúrate tú.
Amaury. Ya sé, por la familia. Estaban todos en la familia. Los Lechuga por allá, los Roa por aquí, ya, ¿pero tú la conocías de siempre, no?
Raúl. Bueno, de siempre, porque desde que era una niñita, era la hija de Lillian Lechuga que es amiga mía.
Amaury. Claro, claro, yo la conozco.
Raúl. De toda la vida. Yo la vi crecer y jamás me imaginé, por supuesto, que tendría yo nada que ver algún día con Lilian. Pero…
Amaury. Pero bueno, las cosas…
Raúl. Ocurre, la vida está llena de cosas.
Amaury. ¿Qué música tú escuchas, Raulito?
Raúl. Yo escucho diferentes músicas. ¿Cuál es la preferida? Para mí la barroca. De los músicos preferidos, bueno: pero me gusta por supuesto, me gusta Bach, me gusta Mozart, me gusta…, pero además me gusta, por supuesto, el loco pelirrojo fabuloso veneciano Antonio Vivaldi, esa es la música que yo prefiero para escribir, para estudiar, esa música. Ahora, me gusta la música nuestra, la música popular. No solo la trovadoresca, sino la música de la guaracha, el mambo, el danzón, todas esas cosas me gustan, yo soy musical.
Amaury. ¿Y la ópera te gusta?.
Raúl. Arias de la ópera. A mí siempre me ha parecido la ópera un género muy decadente. Y además había cosas que me molestaban.
Amaury. ¿Verdad?
Raúl. Sí, sí, decadente. Había cosas que me molestaban mucho, porque en la ópera tú tienes que de pronto una transición, no sé, es como tú dices ahora: Me da el café, por favor (entonando como cantante de ópera). Una cosa tan ridícula, es decir, que no tiene sentido. Claro, las arias, sí, las grandes arias me gustan mucho, las de Verdi y las otras, pero había otras cosas que no. Yo tuve que ir a la ópera también, por un problema de entrenamiento cultural. Vamos, es decir, no me vayan a decir que nunca fui, que estando en Nueva York nunca fui al Metropolitan Ópera House. Claro que fui y además vi varias cosas allí, y vi las Walkirias, ¿me entiendes? De Wagner, que nunca me ha gustado Wagner, porque me parece bombástico, me parece una cosa terrible, por eso le gustaba a Hitler, que era un tipo así. Sí, sí, a mí no me gusta nada de esas cosas, de, ni Walkiria ni nada, pero bueno, fui. Fui también a cosas de Verdi que tiene más afinidad con nosotros, ¿no? o nosotros con él.
Amaury. Claro. Sí, sí. Y también Verdi que te quiero verdi.
Raúl. (risas) “Verdi que te quiero verdi”, parafraseando a Federico (García Lorca) (risas).
Amaury. A mí me encanta Verdi… ¿ Y cuántos libros tú has escrito, Raulito?
Raúl. Bueno, he escrito en realidad tres, pero ahora, pero son cuatro, porque tengo uno nuevo que se llama Memoria de mundos varios, que no está publicado todavía, que se lo tengo que llevar a la Editorial.
Amaury. ¿Pero ya está terminado?
Raúl. Ya está terminado, ya está terminado. Ya lo vio, incluso, mi editora, que en este caso es Vivian Lechuga.
Amaury. Sí, bueno, claro.
Raúl. Que es mi tía.
Amaury. Claro, claro.
Raúl. Sí.
Amaury. (risas) Debíamos sacar al final del programa una especie de mapa genealógico, para ir llevando toda la familia junta. Poniéndolo todo, porque la memoria, en esta programa, por lo menos, tú memoria solo ha sido comparable con la de Vicente (Feliú).
Raúl. Ah, Vicente dice cosas maravillosas también.
Amaury. Vicente Feliú. Porque también tiene una memoria, como la tuya, con los nombres y todo. A Vicente se me olvidó preguntarle quién había sido el comadrón, ¿no?, el neonatólogo que lo trajo. Estoy seguro que sabe el nombre, el apellido y la fecha de nacimiento del médico que lo trajo al mundo,
De todas las embajadas en las que has trabajado, ¿cuál es la que tú recuerdas, de todo ese trabajo diplomático con más nostalgia?
Raúl. Naciones Unidas. Naciones Unidas, porque en Naciones Unidas es un puesto de enfrentamiento, un puesto de lucha, para los embajadores cubanos, me refiero, ¿no?. Para otra gente tal vez no sea nada de eso, pero para los embajadores cubanos el puesto de enfrentamiento con el imperio en millones de temas, porque estamos encontrados en casi todos los temas. Y a mí eso me estimulaba intelectualmente mucho, me pareció que era una cosa extraordinaria haber podido representar a Cuba ahí, en Naciones Unidas.
Amaury. ¿Y la última embajada en que estuviste, el Vaticano?
Raúl. La Santa Sede. La Santa Sede es un desafío, porque la Santa Sede es absolutamente sui géneris. Es un Estado pequeño, como tú sabes, que son 44 hectáreas lo que tiene como territorio, pero además, es la ciudad del Vaticano y es el Estado Vaticano, pero es más que el Estado Vaticano, es la Santa Sede. La Santa Sede es la cabeza de la iglesia católica, y eso son miles de millones de personas en el mundo que comparten la religión católica, ¿no?, que siguen la religión católica. Y, además, allí el protocolo y toda la diplomacia vaticana es una diplomacia muy clásica, cosa que ya no es así en el resto del mundo, pero allí es así. Como tú recordarás, para ir a las misas, una misa que oficia el Santo Padre, hay que ir con frac; dependiendo ¿no?, si es una misa por difuntos, pues, sin ninguna condecoración, pero si es una misa por otras cosas más alegres, pues entonces sí, vas con todas tus condecoraciones. Y me pasó que yo tengo varias condecoraciones que me han dado algunos países donde había estado acreditado, pero yo las había dejado todas en Cuba, porque nunca había usado nada de eso. Y cuando llegué allí, el Jefe de Protocolo me dijo: Oiga, ¿pero usted va a presentarle credenciales al Papa y no lleva sus condecoraciones? porque yo sé que usted las tiene, he visto su currículum vitae. Yo le digo: Las tengo, pero. Dice: Bueno, póngaselas. Digo: No, están en Cuba. Dice ¿Cómo en Cuba? Sí. Bueno, las tuve que llevar porque me dijeron. No, no, usted la próxima vez que vaya a Cuba las trae, porque usted tiene que venir aquí con sus condecoraciones. Y eso forma parte de la etiqueta, del protocolo.
Amaury. ¿Cuántas veces viste al Papa?
Raúl. Bueno, mira, en primer lugar, vi, presenté credenciales a Juan Pablo II.
Amaury. A Juan Pablo II, claro.
Raúl. Lo vi esa vez, porque ya estaba muy enfermo y tuvo la delicadeza, la delicadeza, no ya conmigo, sino con Cuba. Y pienso que en eso no solo era Cuba, sino era también Fidel Castro, porque él tenía una profunda empatía con Fidel, como dicen ahora, una química.
Amaury. Una química.
Raúl. Especial.
Amaury. Aquí se vio cuando vino.
Raúl. Él lo admiraba, sin duda alguna, yo estoy convencido de eso. Y además, me recibió, aunque ya después de mí, no recibió, creo yo, más que a otro embajador y a nadie más. Ya los demás los recibió el Secretario de Estado porque ya él no podía. Y fueron dos cosas así, porque me permito decirlas, porque fue muy emocionante. Lo primero que me preguntó fue: ¿Cómo está Fidel? Entonces Fidel no había tenido todavía la operación grave que tuvo después.
Amaury. Claro.
Raúl. Pero había tenido la caída aquella.
Amaury. La caída…
Raúl. …de la rodilla. Entonces yo le dije que él estaba ya muy bien, recuperado, caminando, perfecto y todas esas cosas. Y después, cuando yo termino, me dice: ¿Y Raúl? Y me quedé tan sorprendido, porque él conocía a Raúl también, por supuesto, estuvo con él en Santiago de Cuba.
Amaury. Sí.
Raúl. Y entonces se acordó. Esa fue la segunda pregunta que me hizo. Bueno, también le hablé un poco de la situación de Cuba en aquellos momentos, que era difícil, etc. Y me dijo: ¿Usted está solo? Digo, no, estoy con mi esposa. Dijo: Ah, que pase. Y entonces ahí nos hicimos la foto de familia con el Papa, que es preciosa.
Amaury. ¿Dónde te recibe su Santidad?
Raúl. Él me recibió en su despacho, que no era usual, pero ya en ese momento de su enfermedad, sí recibía…
Amaury. ¿Y por qué no era usual?
Raúl. No, porque él recibía normalmente en una sala de…, una sala prestigiosa del Vaticano, ceremonial. Mientras que su despacho era donde él trabajaba. Ahí tenía su biblioteca y tenía su mesa.
Y, al Papa, bueno, al Cardenal, sí, sí, a Benedicto, cuando era Cardenal Ratzinger lo había visitado, como visita de cortesía, para conocerlo, por supuesto.
Amaury. ¿Pero era cuando él trabajaba en lo de la Doctrina de la Fe?
Raúl. En la Doctrina de la Fe, sí. Después, lo vi cuando saludó al cuerpo diplomático, ya después de haber sido electo Papa, que fue una delegación cubana, como tú recordarás.
Amaury. Sí, sí. ¿cómo no?
Raúl. Allá, bueno, entonces nos saludamos y eso es año tras año. Después, siempre hay una fotografía de familia, con el Papa y el Secretario de Estado, el Secretario para las Relaciones Exteriores, el Sustituto y todos los embajadores detrás de él, de acuerdo con un estricto escalafón. Es decir, por precedencia, estricta precedencia. Y ya estaba en la fila detrás del Secretario del Papa y del Secretario de Estado, y ahí me tocó venir, así que nunca llegué a la primera fila.
Amaury. Nunca llegaste a la primera fila.
Raúl. No.
Amaury. A ver, ¿tú estás acogido a esa cosa que se llama el retiro?
Raúl. No, no, no, yo estoy trabajando como asesor del Ministro de Comercio Exterior, Inversión Extranjera y Colaboración, con Rodrigo Malmierca.
Amaury. Claro.
Raúl. Compañero a quien conozco hace muchos años, desde que era un jovencito estudiante.
Amaury. Claro, que conocíamos a su padre.
Raúl. Bueno, a su padre, por supuesto, porque Isidoro (Malmierca) fue mi jefe durante ocho años, que yo fui viceministro de Relaciones Exteriores. Y con Rodrigo, nos conocimos en diversos viajes y cosas que hicimos juntos, cosas de los No Alineados, el Grupo de los 77 cuando yo era precisamente viceministro de Relaciones Exteriores. Y ahora cuando regresé, pues, Bruno, muy amablemente quería darme una dirección, me habló, más o menos. Y yo le dije: Mire, yo realmente ya pienso que me gustaría más que nada ser asesor. Pero bueno, en el MINREX no hay asesores. Hubo, pero ya no hay ningún cargo de asesor. Por lo tanto me dijo: Bueno, yo no tengo ningún cargo de asesor. Tú podrías ser profesor del ISRI. Yo dije: No, no, pero yo no tengo vocación. Conferencias sí puedo dar, porque como tú ves, vaya es difícil mandarme a callar.
Amaury. No, pero a mí me encanta. Yo creo que el éxito de estas entrevistas, normalmente está, si algún éxito tuvieran, -no voy a ser vanidoso- en lo que dice el invitado, porque al final de cuentas a mí la gente me ve todas las semanas.
Raúl. No, pero tiene sentido porque las respuestas que tú elicitas, son las que tú elicitas, porque tú las haces.
Amaury. Sí, pero hay veces que tampoco son tan buenas.
Raúl. ¡No, las preguntas son muy buenas!.
Amaury. ¿Cuál fue el sumun de tu padre como diplomático y cuál sería el tuyo?
Raúl. Bueno, yo pienso que haber sido ministro de Relaciones Exteriores, para mi padre fue una cosa muy importante en el sentido que le permitió librar batallas por Cuba que no hubiera podido librar de no haber sido el Ministro de Relaciones Exteriores y yo creo que eso para él fue formidable. Como lo fue también el haber sido electo al Primer Comité Central del Partido. Le comunicaron -estaba en Naciones Unidas- que había sido electo al Comité Central, al Primer Comité Central de nuestro Partido y eso para él fue un impacto extraordinario y mandó un mensaje muy emotivo al Comandante en Jefe en aquella oportunidad, que salió publicado y que yo lo conservo, por supuesto.
Amaury. Pero tú has sido también un gran diplomático. Sí, tú lo sabes y lo sabe nuestro pueblo, por lo menos las personas que están muy atentas al devenir político de la nación.
¿Cuándo a tu papá le pusieron, no sé quién se lo puso, tú me lo dirás, Canciller de la Dignidad?
Raúl. Eso fue cuando la Sexta y Séptima reuniones de la OEA, que fueron, que tuvieron lugar en San José, Costa Rica, en el año 1960. Allí fue aquella famosa reunión en la cual mi padre se retiró abruptamente y le dijo: Bueno, después de haber denunciado la camancola, como dicen, que habían armado los americanos contra Cuba allí, para condenarla, etc., etc., preparar el terreno para la invasión de Playa Girón y toda esa cosa.
Amaury. Claro, claro.
Raúl. Él se levantó airadamente y se fue y dijo: Me voy y conmigo se van los pueblos de América. Y entonces fue una cosa tremenda y la delegación cubana salió cantando el Himno Nacional. Y allá afuera estaba el pueblo costarricense, que estaba oyendo toda aquella cosa y que además empezó a gritar: Viva Cuba y Viva Fidel y todo aquello. Y entonces hubo un periodista que le dijo a mi padre: Usted es el Canciller de la Dignidad Latinoamericana. Y eso se quedó así, salió publicado en algún lado. Y aquí, en Cuba, pues en fin, la gente le puso el Canciller de la Dignidad. Es un título nobilísimo porque es popular.
Amaury. Claro, pero si tú tuvieras la oportunidad de autodenominarte.
Raúl. ¿Yo?
Amaury. Sí.
Raúl. Ah, no, yo realmente no sé qué decirte.
Amaury. Pero la gente, a lo mejor todo el mundo no sabe que tú también has sido un gran diplomático, por eso te digo. Un diplomático que ha defendido a Cuba en escenarios diversos. Entonces también, a veces, la modestia de las personas, tú eres un hombre muy modesto, te impide decir: Bueno, yo sería también un gran canciller. Bueno, entonces ¿el hijo del Canciller de la Dignidad sería?.
Raúl. Yo soy algo más que el hijo del Canciller de la Dignidad. Porque yo soy el hijo del Canciller de la Dignidad, lo cual para mí es timbre de orgullo, por supuesto,
Amaury. Claro,
Raúl. Pero yo soy yo, y yo fui siempre yo, desde siempre. ¿Por qué? porque tener un padre ilustre es difícil.
Amaury. ¿Cuánto pesa?
Raúl. ¿Cuánto pesa? Pesa muchísimo.
Amaury. Dímelo a mí (risas).
Raúl. Mira, cuando yo era muy joven, cuando yo era un niño, muchachito en la escuela ya, siempre, el hijo de Roa, qué se yo.
Después cuando llegué a la Universidad, yo estudiaba Ciencias Sociales y Derecho Público, y mi padre era el Decano y además era mi profesor de Historia de las Doctrinas Sociales, etc. Entonces yo era allí el hijo de Roa, y ahí hubo hasta incidentes y cosas, porque yo tenía buenas notas porque me gustaba la carrera, la estudiaba. ¡Imagínate tú!, si esto es en la Universidad, después ya cuando soy diplomático, y estoy en mi trabajo, soy el hijo del Ministro de Relaciones Exteriores. Cuando yo regresé de Brasil en el 64, hablé con el Comandante en Jefe, por cierto. Primero había hablado con el Che, que era mi amigo de México y le dije: Yo quiero ir a trabajar contigo. Y entonces me dijo: sí, tú vienes a trabajar conmigo. Me acuerdo que pasaron unos días y me lo encontré en casa de unos amigos, que él fue a recoger a Aleida, que estaba con la hija, porque era el cumpleaños de unos muchachitos. Y entonces me lo encuentro ahí y le digo: Oye, ¿Mi trabajo, qué? Sí, vas a trabajar con Miguelito Figueras en Plan Perspectivo. Y yo le dije: mira, yo no sé nada de Planificación. No, pero si tú no sabes nada de nada y has sido hasta embajador. Entonces, yo le contesté, y él me dijo. ¡Ah!, ¿pero te vas a poner bravo con el Che? Y se echó a reír. Sí, me dijo así. Claro, yo tenía una confianza con él que podía decirle ese tipo de cosas, ¿no?, por supuesto. Yo lo conocí en México y éramos muy amigos y “peripateábamos” por México en aquella época con Javier Pasos y con Manolito Hevia, ya ambos difuntos.
Amaury. De todas maneras la maravilla de eso, es que tú eres el hijo de Raúl Roa, eres el hijo de la doctora Ada Kourí, tan amiga de mi madre, tu sabes que se querían…
Raúl. …¡Cómo no!
Amaury. …¡Cómo se querían! Y has llegado a ser uno de nuestros grandes diplomáticos, de nuestros grandes hombres y todavía tú eres joven, así que yo espero que en algún momento dejes de ser asesor de nuestro querido Rodrigo, y vuelvas a ocupar un puesto importante en la diplomacia cubana, que tanto te necesita.
¿De qué cosa te arrepientes de no haber hecho en la vida? Porque tú has hecho en la vida lo que has querido, de todo.
Raúl. Bueno, de las cosas que he hecho, no me arrepiento…
Amaury. …No ¿que te hubiera gustado hacer en realidad?
Raúl. ¿Qué me hubiera? No, a mí yo creo que todas las cosas que he hecho, me gustaba hacerlas.
Amaury. Tiene que faltarte algo, algo tiene que faltarte. Porque no puede ser. Mira, hablas todos los idiomas, has estado en todas las embajadas, hay algo que tú dices: Bueno, yo quisiera haber estado en tal sitio.
Raúl. No estuve en la Sierra, eso es algo que me hubiera gustado.
Amaury. Pero tú sabes que cada día se hace, aunque pueda parecer una metáfora, más necesario subir a la Sierra a defender la Sierra aquella que nos ganamos.
Raúl. Claro.
Amaury. Porque hay veces que la gente la quiere echar a perder.
Raúl. Echar a perder, tienes razón, eso es verdad. Pero yo seguiré trabajando como asesor de Rodrigo, que me parece que es una cosa en la cual puedo ayudar.
Amaury. Está bien, yo espero. Y si no, si la cosa se pone mala, y espero que no pase, pues nos vemos en la Sierra.
Raúl. Bueno.
Amaury. Te quiero mucho, Raulito, un abrazo. Muchas gracias, mi hermano, gracias por haber venido.
Raúl. Gracias a ti.
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