«Con 2 que se quieran» Vicente Feliú (Parte I)
“La nuestra es una canción de riesgo”
Amaury. Muy buenas noches. Estamos, como cada semana, en Con 2 que de quieran, en el corazón de La Habana, en Prado y Trocadero, en el barrio de Lezama, su espíritu da vueltas por aquí y en los legendarios Estudios de Sonido del ICAIC.
Hoy, con la agradable sorpresa, también para mí, y espero que para ustedes, de contar como invitado, con uno de esos trovadores que ya es leyenda, con una obra sólida, un extraordinario amigo, un extraordinario compañero, y una persona que vale la pena conocer, Vicente Feliú.
Bienvenido, Vicentón, un gusto tremendo tenerte aquí. Dice la gente, y yo puedo suscribir ese punto de vista, que Silvio Rodríguez es tu mejor amigo. ¿Cuánto un mejor amigo puede convertirse también en el mentor de una persona? ¿Cuándo se conocieron?
Vicente. Nos conocimos, ¡figúrate tú!, febrero del 62. Los dos estudiábamos en la misma secundaria básica, cerca de aquí, en las antiguas Escuelas Pías, entonces ya, José Antonio Echeverría, en San Rafael y Manrique. Yo estudiaba en la escuela diurna y Silvio, como trabajaba, era dibujante de la revista Mella, tenía 15 años, pero ya trabajaba hacía rato, estudiaba en la escuela nocturna.
Y los dos embullados, muy imbuidos por los barbudos de la Sierra, por el proceso revolucionario de enero del 59, que nos agarró a todos, a ti también, entre 8 y 15 años, pues estábamos afiliados a la Asociación de Jóvenes Rebeldes. Él, como hacía dibujitos, pintaba el perrito Pucho en las pizarras, que siempre levantaba la patica y meaba al imperialismo. Y yo como era fuerte, fuertecito, tengo los mismos antebrazos de entonces, me decían Popeye, me pusieron responsable de Trabajos Voluntarios y Deportes. Y entonces nos conocimos justamente en las reuniones de la Asociación de Jóvenes Rebeldes y, ahí empezamos una amistad hasta hoy.
Amaury. Pero él es mayor que tú.
Vicente. Once meses y unos días. Él nació el 29 de noviembre del 46. Yo el 11 de noviembre del 47. Hay unos días ahí en que cumplimos la misma edad.
Amaury. Siempre me daba la esperanza pensar que Pablo era el más viejo…
Vicente. …Sigue siendo el más viejo.
Amaury. …Después venía Silvio y ya nosotros todos íbamos quedando como más jóvenes, más o menos todos somos de la misma tropa.
Vicente. … De la misma tropa, pero tú y Sara son de la segunda camada…
Amaury. Sara es mayor que yo. Yo soy como decía un amigo: ¡Amaury, tú eres el más joven de los viejos trovadores y el más viejo de los jóvenes! Vicente, tu obra toda, obra que puedo presumir que la conozco bien, tu obra toda es un tratado de ética. No hay una sola canción en tu itinerario que no sea un canto a la ética. Cuando pensé hacerte la entrevista decía: es preferible poner las canciones de Vicente, las canciones de Vicente, desnudan a Vicente. ¿Estos son tiempos donde tú crees que los valores éticos que has defendido en tus canciones, en todos los sentidos, la ética en el sentido más amplio, crees que sobreviven?
Vicente. Mira, el mundo es una espiral, ¿no? y la historia es una espiral que nunca acaba, como dice Frank Delgado. Creo que este es un momento terrible, terrible en todos los sentidos, para el mundo y para nosotros, no solamente por la crisis económica y la crisis del capitalismo. Creo que hay una crisis de ética violenta, muy violenta. En nuestro caso empezó esa crisis a hacerse muy latente cuando empezó el Período Especial. Empezaron a trastocarse muchos valores, lo que hasta un momento determinado era correcto, ya no, había que dejarlo pasar porque lo incorrecto era lo que necesitábamos, ¿no?
Y creo una cosa, Amaury, y es lo que he tratado de sembrar siempre, no sólo en mis canciones, sino en cuanta persona me ha querido escuchar y, no son pocos, en Cuba y afuera, sobre todo trovadores más jóvenes. Esto se podrá ir a pique, todo, el mundo, la Revolución, todo, pero no hay que olvidar que estamos defendiendo cosas muy sanas, muy esenciales, que es la ética, o sea, no podemos olvidar a Martí nunca. No podemos olvidar nunca al Che, no podemos olvidar nunca a Cristo, no podemos, sencillamente.
Entonces la Revolución yo creo que ha salido, que sigue saliendo invicta porque una cosa es la Revolución, que es el sueño y otra cosa es el Estado, el Gobierno, que es el entorno administrativo que se ha encontrado para realizar ese sueño, que puede ser mejor o peor, y puede estar mucho más sujeto a cambios que el sueño. Entonces creo que sí; yo sigo pensando en la ética, soy, digamos, de la vieja guardia. Lo increíble es que me he encontrado en América Latina una hemorragia de jóvenes trovadores que están buscando esa ética, que está renaciendo en América Latina otra vez, a pesar de que evidentemente va a venir un cambio feo hacia la derecha, pero siempre les digo, no olviden, nos podremos morir, pero esa idea, esas ideas por la que ha muerto tanta gente en Cuba, los veinte mil de Batista, y por ahí para atrás hasta Hatuey, esas ideas van a seguir siempre y van a volver a salir, igual que los malos vuelven a salir, y vuelven a tratar de joder, pero la bondad vuelve, la bondad vuelve, la bondad vuelve. Es una guerra eterna.
Amaury. Hablaste de los jóvenes trovadores y tú has sido como el padrino de muchísimos jóvenes trovadores, como bien tú decías, no sólo de trovadores cubanos, sino también trovadores latinoamericanos, hispanoamericanos, también en España. ¿Encuentras tú valores en esa generación, o sea, tú no lo haces paternalistamente? ¿Tú lo haces porque crees que hay…?
Vicente. No, no, para nada. Yo creo que sí hay muchos valores, o sea, yo estuve perdido de… no te voy a decir de los escenarios, porque nunca estuve en los escenarios, o sea, estuve perdido de moverme realmente de una manera coherente hacia América Latina hasta toda la década del 80 y 90. En los noventa y tantos volví, a ver qué pasaba, cómo estaban las cosas y tuve la suerte de que había algunas personas en Perú, en Chile y en Bolivia, que podía moverme por esos lados, y descubrí que había mucha gente joven, y estaban todos buscando los orígenes, los orígenes que sabes quiénes son, o sea, los trovadores fundamentales: de Atahualpa, de Violeta, de Víctor, de qué sé yo. Bueno, y como yo andaba y lo he dicho siempre, por suerte, gracias a la vida, no soy famoso pero sí soy conocido, tenía la posibilidad de sentarme con ellos en la casa, en una esquina, en una peña, en un bar a cantarnos, sin que me estuvieran pidiendo autógrafos, etc. Entonces fui conociéndolos y trasladando ese conocimiento de cada uno al próximo que conocía.
Tuve una experiencia tremenda, que es que yo les mandé a los argentinos hace un par de años, un libro de Antonio Guerrero, un libro precioso, sus Poemas confidenciales. Sabemos quién es Antonio, uno de nuestros cinco hermanos presos en Estados Unidos, por luchar contra el terrorismo, para no hablar mucho. Entonces ellos decidieron trabajar la música de esos poemas, ¡mira tú!, ¡qué cosa tan bonita!, lo que es capaz de hacer la solidaridad, la ética.
Amaury. Pero ese sentido de la ética en ti, es una cosa como congénita, molecular, tiene que haber venido de algún lado. Vamos a hablar del Vicente niño, del Vicente hijo. Háblame de tus padres y de tus hermanos.
Vicente. Mira, Amaury, mi apellido viene de Canet de Mar, en Cataluña, un lugarcito precioso, chiquitico. Allí Feliú, es como decir aquí Rodríguez, o sea, hay más Feliú, que… hay tres San Feliú, hay dos iglesias, hay una calle, es una maravilla, Feliú es Pérez, para explicar.
Entonces uno de esos Feliú vino en el siglo XIX, calculo, segunda mitad del siglo XIX, se estableció en Matanzas, se casó con una aragonesa y tuvieron un vínculo interesante con los mambises, o sea, con los independentistas. Este Feliú se llamaba Vicente Feliú Llinás, y su esposa se llamaba Aurora Silvestre.
Amaury. ¡Qué cosa!
Vicente. Aurora era amiga de Bonifacio Byrne. Entonces por ahí viene lo que tú quieras. Después, en los años 30, este mismo hombre, mi abuelo Santiago Feliú, estuvo vinculado a la Joven Cuba, de todas maneras vivía en Matanzas y uno de mis tíos, un tío político mío, era miembro del Comité Central de Joven Cuba y estuvo en el combate del Morrillo.
Pero la noche antes, en casa de mi abuelo, estaban dos personas escondidas que irían al Morrillo al día siguiente: Paulino Pérez Blanco y Carlos Aponte, el venezolano, y esa noche mi abuelo le regalño su revólver con el que murió combatiendo Aponte en el Morrillo.
Amaury. ¡Madre!
Vicente. ¿Seguimos, no?
Amaury. Sí, sí, sí.
Vicente. Este tío se llama Carlos Alfara, está combatiendo contra la dictadura de Batista. Primero a partir de varias organizaciones, y ya sí al final con el 26 de Julio, y el primero de enero del 59 lo coge escondido en casa de mi mamá en Párraga. Yo vivía con mis abuelos. O sea, no te hablo de mi padre y mi madre porque de pronto tengo una repartidera, de patrones femeninos y masculinos. Yo fui el primer hijo, el primer sobrino, el primer nieto.
Amaury. Y el de los ojos azules, además.
Vicente. Y el de los ojos azules además. Imagínate tú que yo fui fundador de los CDR, en el 60 y mi primera guardia la hice con una ametralladora Thompson de disco, con muescas en la culata que era de mi tío Carlos Alfara que me dijo: ¡mira, agarra! Yo tenía 11 años, aquello pesaba más que yo y yo con aquella mierda hice la primera guardia de mi vida.
Amaury. ¿Y quién cantaba en tu familia?
Vicente. Todo el mundo. Mi abuela era profesora de piano, por cierto tocó “La Polonesa”, de Chopin, el 7 de mayo del 35, a Carlos Aponte, porque él se la pidió. La interpretó a cuatro manos con un chelista de Matanzas. Mi padre cantaba, toda la familia de mi padre entona muy bien, incluso dos tías cantaban, pero que era una cosa impresionante. Una tía mía yo le cantaba una canción que acababa de hacer y la cantaba conmigo, yo decía: ¿cómo lo logra?, después supe que las segundas voces de la trova tenían una afición muy particular que te iban mirando los labios y te iban adivinando al microsegundo la nota, una cosa impresionante. Así era una de mis tías.
Y mi padre, hacía canciones muy bonitas, realmente preciosas y le hizo muchas canciones a mi mamá. Y yo, lo primero que toqué en mi vida fue una canción de mi padre, muy bonita. Lo segundo era un engendro espantoso, felizmente olvidado, ya mía y el piano que estaba en mi casa yo lo usaba para esconderme detrás de la retahíla de tías y tíos que te comentaba, para poder jugar, fastidiaba mucho, imagínate tú, tan chiquitico yo y tantas viejas y viejos.
Amaury. ¿A qué te gustaba jugar? ¿Cuáles son los juegos infantiles que preferías?
Vicente. Qué sé yo, lamentablemente a algo que comentábamos en estos días, a los soldados y a los buenos y los malos. A los soldados, que los buenos eran los americanos y los chinos que eran, coreanos, ta, ta, ta (imitando sonido de ametralladora), y si no a los indios y los cowboy, los muñequitos.
Yo tuve una pistola de municiones, que era una réplica de una 45 y una escopeta de peerless, con la que matábamos los ratones de mi casa. Una casa vieja que hay en la calle Neptuno, que tú conociste.
Amaury. Sí, y ahí estaba Esther.
Vicente. Exactamente.
Amaury. A ver, hablemos de Esther porque cuando se habla de las madrinas y los padrinos de la Nueva Trova, a veces injustamente se olvida de Esther y yo la recuerdo como un ángel protector, no sólo tuyo, sino de Silvio, mío, de Noel. Háblame de ella.
Vicente. Mira, Esther trabajaba con Raúl Roa desde los años 50, antes de la Revolución. Eran amigos del viejo Roa, desde siempre, igual que Alfara y en el 59 empezó a trabajar en el MINREX, inmediatamente. Entonces le robaba, cuando empezamos la cosa de la organización de la Nueva Trova y tal, le robaba a Roa los papeles, las hojas, las presillas, la máquina de escribir, todo, o sea, la Nueva Trova salía del MINREX, que era de dónde ella se lo robaba y Roa se hacía el de la vista gorda, porque ella trabajaba en el despacho.
Amaury. ¿Y cómo era lo de tus hermanos? Porque la gente dice: ¡Sí, Santiago es hermano de Vicente, pero no son hermanos del mismo lugar!
Vicente. El problema es que, acuérdate que aquel Vicente se llamaba Vicente Feliú Llinás. Su hermano se llamaba Santiago Feliú Llinás. Vicente el que llegó aquí, tuvo dos hijos varones y hembras. Vicente Feliú Silvestre y Santiago Feliú Silvestre, mi abuelo, que a su vez tuvo dos varones Santiago Feliú López y Vicente o sea, todos son Santiagos y Vicentes del siglo XIX para acá. Mi papá se divorció de mi mamá en el 60 ó 61, ya había nacido yo y había nacido Santiago Feliú Miranda, mi otro hermano, a quien le dijeron Roni desde el principio que debió llamarse Ronaldo Santiago, pero como era mi abuela la que inscribía, mi abuelo era abogado, pues le puso Santiago Ronaldo, en vez de Ronaldo Santiago, bien, se divorcian. Se vuelve a casar mi papá y tiene a Santiaguito. Mi abuelo se estaba muriendo, y mi abuela quiso ponerle otra vez Santiago y se llama Santiago Feliú Sierra. Santiago Vicente Feliú Sierra, para colmo. No, entonces es muy difícil.
Amaury. Si yo tuviera tu memoria, estuviera adivinando el futuro, la verdad. Si usted quiere algún día que le hagan el árbol genealógico suyo, se lo cuenta a Vicente y él lo recuerda todo.
Vicente. Me ha costado.
Amaury. Vicente, no, pero vaya, el tratado familiar que tú me has hecho, yo me he quedado…
Vicente. …Sigue la cosa.
Amaury. Vicente, yo creo recordar que tú eres una persona muy enamorada.
Vicente. De todo, de casi todo.
Amaury. Vamos a hablar de las mujeres.
Vicente. Hay una canción que estoy tratando de hacer, ya tengo un verso, pero no sé cómo seguir que dice: “Salvo las de mis amigos y mi familia, me gustan casi todas las mujeres”…
Amaury. Mejor entonces dejémoslo ahí. Ahora vamos a dar un pequeño salto, vamos a llegar al año 72, el año de fundación de la Nueva Trova. ¿Tú crees que aquel movimiento espontáneo, que surge espontáneamente, sobre todo los fundadores, hablo de ti, de Eduardo Ramos, de Martín Rojas, de Silvio, de Pablo, de Noel… aquel movimiento que surge espontáneamente, puede haber sido beneficiado o lastimado a la hora en que se convirtió en una Institución?
Vicente. La Nueva Trova fue un movimiento estético y creo que lo sigue siendo, ahora, la organización es lo que se le ha dado en llamar el Movimiento de la Nueva Trova. Esa organización yo creo que lo que más lastró fue que a alguno de nosotros nos robó mucho tiempo para hacer canciones y para seguir una vida, digamos lógica, dentro de la evolución del cantante, del trovador, o del compositor como tal.
Ahora, la organización yo creo que sí funcionó y que funcionó muy bien. Sobre todo por dos razones: una, para demostrarle a las burocracias políticas, culturales, estatales en general, que tenían que enfrentarse no ya a Silvio, porque era pelúo; o a Pablo porque había estado en la UMAP, no, no, no, tenían que enfrentarse a una institución que estaba auspiciada por la Unión de Jóvenes Comunistas pero realmente solicitada su organización por la alta dirección de la Revolución. ¿Quién? No sé. Puede que hayan sido muy altos dirigentes de la Revolución. De Haydee Santamaría hacia arriba.
Eso por una parte, de pronto hubo un muro contra los burócratas, que dijeron: ¡bueno, esto está apoyado, así que no hay problema! bum, y empezaron a apoyarlo. Y, algo que en fin suele ocurrir, de pronto se abre un banderín donde entra medio mundo. Claro, ahí entró todo el mundo. Entró el creador, los trovadores propiamente, o sea, gente que componía y cantaba sus propias canciones, algunos intérpretes, que aunque no compusieran eran indiscutibles, metidos por ahí, como Tatica, como Sara, que no era compositora en ese momento…
Amaury. Y Miriam, ¿no?
Vicente. Miriam ya había hecho sus canciones. Sara empezó después. Pero también estaban los directores de grupos, muchos de los cuales eran compositores ya y miembros del grupo. Yo creo que muchas personas piensan, que ya los trovadores no cantan como cantábamos en los 60, no hay manera, todo cambió para bien y/o para mal, para ambas cosas. Creo que además, en esos años 60 y principios de los 70, todos nosotros tendríamos la adolescencia, la primera juventud, que como quiera que sea, ahí uno, en esa época, como dice un amigo, Ciro Benemelis, a los 20 años uno es un incendiario y a los 40 es un bombero. Yo creo que no siempre, creo que a los 40 uno puede seguir siendo un incendiario, pero de otra manera, o sea, no le prende fuego a todos los cañaverales, le prende fuego al que toca, ¿no?
Yo creo que los esenciales de los fundadores de la Nueva Trova, de una u otra manera han seguido siendo subversivos, necios, insoportables, inmetibles, agresivos, audaces, en fin, revolucionarios. Y las generaciones que han venido después, cada cual a su manera, con las herramientas que han tenido, con las influencias que han tenido, con el entorno ético…
Amaury. …Y también cambiante.
Vicente. …Y también cambiante, han hecho canciones no complacientes. Ah, un día tú quieres complacer porque hay cosas maravillosas, sí hay cosas maravillosas. Nosotros no estamos en contra para nada, ninguno de nosotros ha estado en contra de la Revolución. Sí de medidas que se han implementado a nombre de la Revolución, sí hemos estado en contra y seguimos.
Amaury. Tú crees que en los tiempos que corren, la canción explícitamente política, un mensaje explícitamente político, en un mundo lleno de escapismos y de tener a la gente pensando lo menos posible, ¿tiene todavía una utilidad? ¿Es necesaria?
Vicente. Yo creo que sí. Lo increíble Amaury, es que muchas de las canciones que hicimos todos nosotros en los años 60, ahora mismo parece que se hicieron ayer. Esta canción, es una canción de riesgo, es una canción de lucha, es una canción de amor, por supuesto.
Amaury. ¿Hay un público que la recibe?
Vicente. Ahora hay un público.
Amaury. ¿Ahora hay un público en América Latina que la recibe?
Vicente. Un público que la recibe. En Honduras ahora mismo con todo lo que ha ocurrido, ha aparecido una canción de una mexicana, que si no recuerdo mal, dice: “nos tienen miedo, porque no tenemos miedo”. O sea, cuando un pueblo no tiene miedo es terrible lo que arma, se convierte en subversivo y le da terror a los asesinos, terror porque la gente no les teme, no tienen ese temor que los sicarios quieren meterte, dicen: ¡a mí plin! ¿Cómo que a ti plin, si te voy a matar? ¡Mátame! Ah, y ahí mismo se murieron de miedo los aterrorizadores ¿entiendes? Eso es terrible.
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