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Manos unidas transformaron el poblado villaclareño de Falcón

Manos unidas transformaron el poblado villaclareño de Falcón

Poco antes de emprender un día de trabajo, Junior Valdés Díaz (a la derecha), al frente del merendero y el círculo social de Falcón, recuerda con Fidel González Bárcenas, director de la UBE de Gastronomía en esa porción placeteña (izquierda), con la delegada del Consejo popular, y representantes de sus trabajadores, vivencias de aquellas jornadas reconstructivas.

Por Ricardo R. González

Foto: Liván Montiel Campos

El puente de Falcón tiene un capítulo conocido dentro de los pueblos liberados por el Che en la epopeya de la antigua provincia de Las Villas. Unos 6 mil 720 habitantes hacen la historia de hoy en este punto cercano a Placetas que tampoco escapó, años atrás, de los embates meteorológicos cargados de furia propiciados por Fay.

Su círculo social supo de desgarros y peligros de derrumbe unidos a las huellas del tiempo sobre una estructura construida antes de 1959.

Una parte permaneció dos años a puerta cerrada, y el pueblo sentía que lo iba a perder, mas abril del pasado año trajo la conformación de un Complejo Gastronómico. El merendero y su círculo social se integraban para emprender las nuevas sendas en el giro. La idea de reactivar aquel local estaba en pie hasta que llegó el momento propicio, y comenzaron las acciones.

Junior Valdés Díaz asume la batuta en dichas instalaciones. Recuerda muy bien cuando propuso el empeño de restauración a su colectivo, sin afectar el servicio.

Los materiales estaban, pero faltaba la fuerza constructiva. Con la participación de los propios empleados inició la obra. «Comenzamos por la parte del círculo que permaneció abierta. Se hizo un baño sanitario para mujeres que no existía, levantamos la tapia colindante, junto a otras comodidades, pero el grueso estaba dirigido a salvar la otra porción aparentemente insalvable», confiesa Junior.

— ¿Y la acción comunitaria?

— Mucha gente excelente se nos acercó y nos dijeron: cuando te haga falta, aquí estamos. Así fue, los convocamos en el momento necesario, y nadie falló.

Todo se realizó sin afectar a la población. Cuentan que muchas veces llegaban inspecciones y el administrador portaba los atuendos del constructor, y en el caso de las féminas compartieron las tareas sin reclamo.

«Somos 15 compañeros; de ellos, solo cinco masculinos que conformamos un colectivo maravilloso. Ellas cubrieron los turnos nuestros mientras estuvimos inmersos en la tarea, y cuando tienes un equipo así, el empeño avanza y se hace grande.»

Este joven de 41 años resalta el interés demostrado por Ana Delia Barroso Lara, la presidenta del Consejo Popular de Falcón, devenida promotora y pendiente de cada detalle, sin descartar el apoyo gubernamental, el de la Brigada de Montaje del MINAZ, y el de la Empresa de Comercio y Gastronomía, representada en Fidel González Bárcenas, director de la UEB de dicha localidad. 

De los 50 mil pesos asignados solo emplearon algo más de 30 mil. El cronograma se completó en el tiempo establecido, y cuando en diciembre pasado el pueblo celebró otro aniversario de su liberación, Junior, su colectivo y el pueblo respiraron felices.

«Los habitantes no pensaron que iba a quedar así. Incluso cuando desmantelamos el techo por completo algunos pensaron en que jamás verían el fin, y ¡cual fue la sorpresa al contemplar la realidad!»

Con numerosas distinciones en su aval, el Complejo de Falcón aparece entre los más destacados del municipio, y Colectivo Moncadista durante el 2010. Un centro que a la hora en que se pase exhibe variados productos en su cartelera, aunque la inestabilidad de los recursos ponga en juego el cumplimiento de los planes y tenga en jaque a Junior quien debe pedalear bastante y convertirse casi en mago en la búsqueda de alternativas.

A las 6:00 de la mañana abre el merendero. Desde entonces la dialéctica del día a día exige variantes para los establecimientos.

Falcón estrecha manos, abre puentes, enfrenta retos, destierra pesimismos, y anda y desanda por caminos ante lunas y alboradas que iluminan a sus orfebres del bien.      

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