Justo Vega (Cuba)
Por Ricardo R. González (*)
Cuando se hable de la décima o de la improvisación en Cuba o en cualquier cátedra de Latinoamérica, el nombre de Justo Vega tendrá sitio preferencial porque supo ganarlo esculpiendo las raíces del buen arte.
Y así se mantuvo de por vida. Como diría alguien con buen tino, «es y será uno de los más entrañables símbolos de la cultura lírica de raíz rural, un príncipe de la espinela, un tonadista ejemplar».
Matanzas, su provincia natal, lo vio crecer desde que el 9 de agosto de 1909 llegó al mundo, allá en el recóndito paraje de Cabezas, permeado ya por el horizonte de las canturías, aunque antes de alcanzar su sello profesional como improvisador de décimas en la radio fue peón de albañilería, bodeguero, obrero agrícola y cocinero.
No faltó tampoco su aventurada función de publicista de una marca de cigarros; sin embargo, muchos recuerdan aquellas fascinantes veladas de repentismo en los Jardines de la Tropical, o sus incursiones radiales con La hora de Partagás, a través de la COCO, donde su arte ganó merecida fama hacia la medianía del siglo pasado. Tanta que comenzó a ser identificado como el Caballero de la Décima Cubana.
Junto a Adolfo Alfonso hizo memorables sus controversias en el espacio televisivo Palmas y Cañas. Lo suficiente como para que reinara entre ellos una profunda hermandad, a pesar de los fuertes encontronazos ante las cámaras.
Era solo eso, pues Adolfo buscaba a Justo y Justo buscaba a Adolfo, quien en una oportunidad expresó: «Cuando hablo de Justo Vega / En toda su maestría / Hablo de la poesía / Que tanto al pueblo le llega. / El que con el verso juega / Y con las musas comparte / El que en amor se reparte / Es por su altísima hechura / Un sol para la cultura / Y una joya para el arte.»
Cuánta razón para este hombre que tanto en la radio, en campamentos agrícolas, unidades militares o peñas citadinas mantuvo a su patria en el principal altar de su vida.
Recio como una palma, con su voz alta y áspera y el verbo vertical, pareciera todavía que en cualquier momento irrumpirá en el estudio de Palmas y Cañas, para ofrecerle un oportuno consejo a quienes inician el camino como jóvenes improvisadores.
Cuentan que aun se extraña su carácter jocoso en las tertulias familiares o en las reuniones entre amigos.
Este cantor del pueblo falleció el 13 de enero de 1993, y aunque la idiosincrasia musical de la campiña no podrá jamás llenar su espacio queda su obra que perdura para que el verso y su postura comprometida se alcen entre los nuevos pilares y se expandan por los montes como el trino del sinsonte.
(*) Nota de Editor: Los trabajos publicados en temas (Artistas) han sido elaborados por este autor, a partir de informaciones de base, sin que consignen la totalidad de detalles, hechos, y personalidades que influyeron en el desarrollo artístico.
1 comentario
Manuel -
y hasta el infinito llega,
podrá ver a Justo Vega
con su décima acabada.
La contienda improvisada
que siempre lo acompañó.
La vida que lo llevó
a condición de excelencia
hoy lo tiene como esencia
de todo lo que creó.