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soyquiensoy (Ricardo R. González)

El hechizo de «Ángel y Habanera»

El hechizo de «Ángel y Habanera»

Por Ricardo R. González

Cuando en el 2004 Liuba María Hevia terminó de grabar su CD «Ángel y Habanera» cumplió una deuda consigo misma.

Tenía como antecedente «Habaneras en el tiempo», a solicitud de la prestigiosa musicóloga María Teresa Linares quien, fascinada por las cualidades de Liuba, le pidió que trabajara con algunas piezas de este género, considerado por muchos como la primera forma o manifestación de la canción cubana.

Eso fue en 1995, pero la intérprete reconoce que resultó una «grabación artesanal». Por tanto, las musas quedaron muy inquietas en busca de la perfección. Nunca descansaron, y quisieron volar hasta el encuentro con el producto deseado.

Liuba llamó a Lucía Huergo para que se encargara de la producción del nuevo proyecto a fin de revitalizarlo y hacerlo nuevo.

Lo lograron, ¡y de qué manera! Así, con un lirismo marcado que tomó de la mano al amor, las añoranzas, los sueños, la familia, la separación, la vida… se configuró el fonograma dentro de este género musical atribuible al siglo XIX y paseado entre ciudades y puertos, entre corazones y su época.

¿Quién de los cubanos no tiene un abuelo asturiano o una abuela canaria? ¿Quién puede olvidar a sus ancestros que una vez vinieron desde ultramar a descubrir en la ínsula el nuevo mundo y fundar su familia?

Aires frescos le impregna Liuba a este CD que transita desde la tradicional habanera, respetada al máximo, hasta las corrientes contemporáneas surgidas en España, o los aportes de su propia autora.

Entre los 13 tracks aparecen «Trovada en La Habana» o la que le da título a la concepción discográfica, con la autoría de Hevia.

Disfrute, también, «En el claro de la luna», de Silvio Rodríguez,  o las antológicas «Mariposita de primavera» (Miguel Matamoros) o «Veinte años», con letra de Guillermina Aramburu y música de María Teresa Vera.

En esta última hay un regalo especial devenido lujo. Omara Portuondo pone su voz junto a la de Liuba María Hevia para lograr una mezcla de dos expresiones (y generaciones) plenamente alcanzada, y que redunda en un «Veinte años» revitalizado, de esas versiones que se visten de largo para honrar el pentagrama.

Dejo para el final «Ángel y Habanera» que tiene mucho de ángel y demasiado de ese ajiaco que fusiona a península y archipiélago. Un tema que, al decir de María Teresa Linares, constituye: «una de las mejores habaneras que se canta hoy».

El CD logra convertirse en ese resultado de excelencia a que nos tiene acostumbrado Liuba. Tanto en lo musical como en su diseño artístico que logran balance e integralidad.

Músicos que ofrecen la nota en el momento preciso, en ese sitio en que va. Fotografía armónica con el contexto, y una voz que siempre trae el trino limpio de un ave libre posada en el alma para irrigar la vida. 

Razón tiene Eusebio Leal al plasmar en la dedicatoria del disco el valor intrínseco de dicho fonograma: «Liuba —sentencia— deja su nombre entre los grandes creadores e intérpretes de la canción cubana.»

Por eso, desde el Caribe vuela «un verso ángel, colibrí, una corriente incontenible…». Eso es lo que a mi me deja «Ángel y Habanera»  cada vez que lo escucho.

1 comentario

Carlos Mohedano -

Tuve la posibilidad de verla en uno de sus viajes a Canarias y me encantó.
Y a UD. Ricardo. os felicito por esta maravillosa crónica.
Saludos desde Madrid.
Carlos Mohedano