Enrique Jorrín (Cuba)
Compilación de Ricardo R. González (*)
Nunca imaginó el prestigioso músico cubano Enrique Jorrín que ese ritmo contagioso, similar al sonido del chancleteo criollo, le diera la vuelta al mundo para hacerlo inmortal.
¿Quién no sabe del cha, cha, chá creado por un pinareño de absoluto talento? Y es que al maestro le corría la música por su sangre al ser su padre un connotado clarinetista, cuya raíz llevaría a su hijo a cursar estudios en el Conservatorio Municipal de La Habana, donde compuso los primeros danzones.
Pero su verdadero inicio en la música profesional fue con la Orquesta del Instituto Nacional de Música, bajo la dirección de Enrique González Mantici, hasta que en 1944 pasa a formar parte de la Orquesta Hermanos Peñalver, a la que siguieron luego otras agrupaciones como La Ideal, Hermanos Contreras y Arcaño y sus maravillas; ocupando, a partir de 1946, la responsabilidad de dirigir la Orquesta América, con la cual comienza a realizar varios experimentos.
En esta etapa surgieron danzones imperecederos como «Lo que sea varón», «Doña Olga», «Central Constancia» y «Osiris», en los que incluyó la participación de coros hechos al unísono por los propios músicos, así como de montunos conocidos, ante lo cual el público respondió positivamente haciendo variaciones a los tradicionales pasos del danzón.
Y como incansable renovador, Enrique Jorrín realizó otras modificaciones en los patrones rítmicos que se hicieron evidentes con el estreno, en 1951, de «La engañadora», tema que fue inscrito inicialmente como mambo-rumba al no estar reconocido aun el cha cha chá, pero que muy pronto alcanzaría una gran popularidad, siendo editado en 1953, bajo el sello Panart, en un disco de 78 rpm en el que aparecería por la otra cara «Silver Star», éxitos a los que siguieron muy pronto «El túnel», «Nada para ti» «El alardoso», y «Cógele bien el compás».
Al nuevo ritmo se sumaron Rosendo Ruiz Quevedo, con su «Rico vacilón» y «Los marcianos», sin descartar al maestro Richard Egües, con el también reconocido «El bodeguero», y otras orquestas que montaron las piezas en sus respectivos programas para imponer el género más allá de nuestras fronteras.
El 8 de mayo de 1954, Jorrín funda la orquesta que lleva su nombre, y a partir de ese mismo año comienza a frecuentar México, país que dio una especial acogida al cha cha chá, convirtiéndose en una importante plaza de presentaciones. Allí permaneció casi de forma permanente hasta 1959, lo que le permitió consolidar a un público que aún sigue aclamando a esta agrupación.
En 1992 la EGREM editó el disco Todo cha cha chá, una verdadera clase magistral de orquestación e interpretación, donde junto a las habituales voces de Alberto Bermúdez, Tito Rodríguez y Jesús Jorrín, podemos disfrutar del estilo de un cantante que llegó a convertirse en parte fundamental del sello de su orquesta: el inigualable Tito Gómez. Siguiéndole al año siguiente el álbum Mano a mano, que incluye grabaciones de las orquestas América y Aragón, interpretando aquellos primeros hits que bajo su firma impulsaron el género.
Ya en el 2004, salió el mercado Por siempre Jorrín, que recoge grabaciones de su orquesta que aun se mantiene en activo.
Como en otros casos, parece que diciembre trajo la complicidad, pues el prestigioso músico, nacido en el poblado pinareño de Candelaria el 23 de diciembre de 1926, nos dijo adiós un 12 de diciembre de 1987, mas queda el patrimonio de su obra como fuente inspiradora de compositores, amén de generaciones, que se han encargado de fusionar el sabroso chá con otros ritmos, de lo que no ha escapado ni siquiera el rock, lo cual advierte que los íconos de la música, y sobre todo de la cubana, estarán por siempre.
(*) Todos los trabajos publicados en temas (Artistas) han sido elaborados por este autor, a partir de informaciones de base.
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