Una villaclareña con historias en Banao
Osoria, en la década de los 80, cuando se desempeñaba como máxima dirigente femenina en la provincia.
Por Ricardo R. González
Fotocopia: Carlos Rodríguez Torres
Banao no es solo un recuerdo para Osoria Herrera Oropesa. Diría que resulta el plan que vio nacer hasta alcanzar la plenitud en décadas atrás, la prueba de fuego como ser humano, y la obra que consolidó la historia de una mujer llena de potencialidades a fin de conducir aquel proyecto agrícola en la región de Las Villas.
Todavía se ve en aquellas 20 caballerías sembradas de los primeros espárragos que aparecían sobre los campos de Cuba, o con las botas puestas entre las delicias de las uvas o las gigantescas cebollas aprovechando las bondades de un microclima excepcional. Y aunque no le guste el juego de palabras: Osoria es Banao y Banao es Osoria.
Pero lo que nunca imaginó fue que el 9 de diciembre de 1966, el propio Fidel elogiara su gestión directiva durante la V Plenaria Nacional de la FMC efectuada en Santa Clara. A casi 44 años del hecho, aun se sorprende y una especie de remolino la sacude internamente.
«Resultó una jornada histórica para las mujeres villareñas. Hay detalles que jamás se borran… Ver al líder mientras expresaba aquellas palabras era un regocijo compartido», reafirma Osoria cuyo nombre es capítulo obligado al escribir la trayectoria de la FMC porque se desempeñó después, y por largos años, como máxima dirigente femenina en Villa Clara.
Banao no fue una utopía, más bien la consolidación de lo que era capaz la mujer desde el inicio de la Revolución. El sitio donde la administradora, las jefas de brigadas, el personal técnico y gran parte de la plantilla eran féminas que desterraron los grandes prejuicios.
Osoria revive el tiempo. No le hace falta cerrar los ojos para saber de aguaceros, de momentos alegres y tristes, de botas enfangadas o atascadas…
«Eso me demostró el salto experimentado por las mujeres. Estaban unas 2 mil en funciones, pero luego de escuchar a Fidel aquella noche le he entregado mi vida a cada encomienda.»
— ¿Sus vivencias de aquel 9 de diciembre?
— Asistió una representación de nuestras trabajadoras. El «Sandino» estaba repleto. Desfilamos y tuvimos un espacio preferencial durante el acto. Hubo recuentos. Banao fue escenario de la primera graduación de enfermeras realizada en la Revolución. Laboraron por unos días en el agro, y allí recibieron sus títulos.
También estuvieron unas 800 personas de la Universidad de La Habana que iban a brindar su aporte, mas contribuimos con quienes ejercieron la prostitución antes del triunfo del Primero de Enero a fin de insertarlas a la sociedad. Sumaban 600 que disponían de su reglamento, con pases semanales o quincenales, y un ciclo de conferencias, entre otras actividades.
— Entonces, ¿una de las tantas maneras de hacer magisterio?
— Reconozco que las llevaba muy duro; sin embargo, constituyó algo inolvidable. Yo tenía una litera entre ellas. Un día enfermé con una neumonía severa que costó trabajo retirarla. Salía para una reunión en Sancti Spíritus y no pude retornar porque quedé hospitalizada en dicha localidad.
Cuando regresé, aquellas mujeres me habían lavado toda la ropa, mis botas estaban flamantes, la cama bien tendía, y sobre ella una flor…Este gesto irá conmigo hasta el final de mi existencia.
— Hubo reencuentros después…
— Así ocurrió, reconocí a muchas, incluso algunas ya militaban en las filas del Partido Comunista de Cuba. Era la satisfacción interna porque la obra había curtido. Banao marcó toda mi vida posterior.
— Hay una coincidencia, en aquel diciembre las federadas villareñas lograron el primer lugar de la emulación nacional. Cuatro décadas después, aparecen en la vanguardia del país cuando la organización arriba a su medio siglo…
— Hace unos días lo supe. Yolanda (Ferrer, la secretaria general de la organización en Cuba) me lo comunicó, y le dije: las villaclareñas nunca hemos dado un paso atrás porque esa es tierra de combates.
— ¿Y su mensaje a pocos días del 23 de Agosto?
— Seguir con las botas puestas mientras existan fuerzas.
Defensora a ultranza de su patria chica, Osoria Herrera sostiene que si bien reside en la capital cubana desde hace años, «jamás me he ido de mis predios. Soy guajira de Villa Clara porque sigo a mi provincia donde quiera que esté.»
Y lo que tampoco pensó fue que, en la mañana de este martes, el teléfono de su hogar sonara para revivir, hablar de presente y también de futuro.
«Ahora trabajo como jefa de despacho de José Miyar Barruecos, ministro de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA), y trato de dar mi aporte aunque los almanaques corran y los años pasen la cuenta.»
— ¿Pero el espíritu se mantiene?
— Eso sí, de lo contrario dejaría de ser Osoria Herrera Oropesa.
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