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Antibióticos ¿historia pasada?

Antibióticos ¿historia pasada?

Por Ricardo R. González
Fotos: internet

Una de las incertidumbres del personal médico en los últimos tiempos recae sobre el hecho de que nos estamos quedando sin la efectividad de los antibióticos, y todo obedece al mal uso y prescripción popular que condiciona la resistencia antimicrobiana (RAM).

El dilema pone contra la pared las acciones preventivas y el tratamiento ante infecciones causadas por virus, bacterias, hongos y parásitos, y aunque afecta a todo el universo poblacional la situación se torna más delicada en la infancia. Una, porque para nadie es secreto en nuestro medio las escasas disponibilidades de antibióticos existentes en Cuba, y otra, ya más universal, porque los virus resultan insensibles de ofrecer una respuesta a pesar de la totalidad de medicamentos conocidos en este grupo.

A criterio de expertos requieren distintos blancos de actuación sobre las manifestaciones que propician el fenómeno, incluso muchos centros de prevención y control de enfermedades en el mundo aplican iniciativas para la toma de conciencia ante el empleo de los antimicrobianos atribuido a la farmacoresistencia derivada del mal uso.

Por esta causa baste decir que la RAM presentada por las bacterias al enfrentarse a los antibióticos podría destaparse como la próxima crisis de salud mundial al aplicarlo a enfermedades que no requieren de estos.

Incluso las miras tienden a considerarla una pandemia silenciosa. En este sentido la vasta experiencia de la Dra. Norma Gómez García, especialista de II Grado en Pediatría, en Medicina Intensiva y Emergencia, y jefa del Grupo Provincial de la especialidad, le permite afirmar que entre los más «automedicados» en nuestro medio figura la Azitromicina, aplicada en niños con manifestaciones en las vías respiratorias altas que, generalmente, constituyen una etiología viral, así como en las diarreas con sangre, que no siempre tienen criterio facultativo para avalar el suministro de antibióticos.

Habrá que incluir, también, la Ciprofloxacina ante cuadros respiratorios y en otros casos relacionados con infecciones del tracto urinario, cuyo diagnóstico confirmatorio se manifiesta a través del urocultivo.

La Dra. Gómez García subraya que las penicilinas (Amoxicilina, Cefalosporina, Cefalexina) tampoco escapan entre los más abusados, lo que incrementa la resistencia de las bacterias, sin descartar la tendencia actual de la adquisición de antimicrobianos a través de personas que viajan al exterior o los reciben desde otros países para uso parenteral y sitúa de ejemplo la Ceftriaxone, cuyo nombre comercial es el Rocephin empleado como protocolo de elección en varias afecciones.

«De emplearse de manera indiscriminada sin un criterio que lo respalde, traerá consigo mayor resistencia», precisa la Dra. Norma Gómez.

Y preste mucha atención: La Organización Mundial de la Salud (OMS) , predice que en el 2050 morirán 50 millones de personas cada año debido al fenómeno de la resistencia antimicrobiana, pero afectará a la vez a la medicina veterinaria y la agricultura, entre otras ramas que recurren a estos medicamentos de forma no controlada.

Las cartas están sobre la mesa y el hecho de que esos fármacos con el tiempo dejen de ser útiles deviene una realidad en extremo preocupante al limitar prácticas médicas como los trasplantes, intervenciones quirúrgicas y tratamientos que requieran prevenir infecciones que pondrían en compromiso a pacientes en ausencia de antibióticos eficaces.

La farmacopea popular recurre a los antibióticos ante procesos virales que transcurren durante una semana a diez días en curso normal. Si persisten impera acudir al facultativo para determinar el tipo de terapéutica bajo la mira del galeno, ya que de acuerdo con los síntomas será capaz de discernir si es una infección viral, bacteriana o de variada índole.

El efecto de los antimicrobianos ante etapas virales carece de efecto, y por estudios médicos otra conducta incorrecta descansa en la aplicación de antibióticos a manera de «sedante», sobre todo en niños menores de cinco años, o como si fueran antipiréticos para ver si se logra una especie de magia en busca de desaparecer la fiebre; sin embargo lo que engendra son otros fenómenos.

Hace un tiempo la Dra. María de Lourdes Sánchez Álvarez, en su labor reconocida al frente del departamento de Microbiología del Centro Provincial de Higiene, Epidemiología y Microbiología (CPHEM), refirió un detalle curioso al hablar de bacterias «inteligentes» ya que mientras salen nuevos antimicrobianos estas crean su mecanismo de defensa.

Ello conlleva a múltiples dolores de cabeza debido a que los llamados antibióticos de última generación ofrecen ya resistencia, por lo que muchos consorcios farmacéuticos no están elaborando gran parte de los antimicrobianos y prefieren hacerlo para enfermedades crónicas no trasmisibles.

Se estima que el 30 % de las prescripciones antibióticas fuera del contexto hospitalario son innecesarias, y sumadas al recetado excesivo, a las duraciones de tratamientos demasiado largos, o al uso de antibióticos inadecuados, el 50 % podrían estar usándose erróneamente.

Para otros especialistas la RAM ocurre dentro de nuestra casa a partir de las propias decisiones o por los consejos de vecinos. Por ello antes de recurrir a los antibióticos más famosos dejemos que su prescripción siga los protocolos de la cautela a fin de impedir un efecto lamentable que desemboque en una historia pasada.

PIE DE FOTOS

1.- Llama la atención que las infecciones virales acaparan casi el 90 %, y el resto son para las provocadas por bacterias, hongos y parásitos, por lo que el mal uso de los antibióticos tiende a convertirse en una peligrosa amenaza que nos hace andar por cuerda floja.

2.- Azitromicina, Claritromicina, Eritromicina, Amoxicilina, Cefalexina, Ampicilina. Ciprofloxacino, Levofloxacino, Moxifloxacino, Rocephin y muchos más, encabezan la lista de los antibióticos autorecetados.

3.- La RAM constituye una amenaza global significativa para la salud pública, la seguridad alimentaria y la inocuidad de los alimentos, así como para la producción animal y el desarrollo económico y agrícola al minimizar la acción de los antimicrobianos.

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