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Tarea Vida (27) Fuego, y no fatuo

Tarea Vida (27) Fuego, y no fatuo

Villa Clara no escapa de estos siniestros.

Por Ricardo R. González

Observe las imágenes, devastadoras ¿verdad? Piense en los efectos instantáneos de los incendios forestales y súmele los que están por venir. Entonces una pregunta ronda por la mente bajo la incitación de saber hasta qué punto pudieron evitarse.

Por lógica el riesgo de estos hechos varía de una región a otra debido a las diferencias topográficas, las variaciones del clima y la vegetación, pero aun así, una vez desatados, el impacto ecológico resulta marcado al ocasionar la pérdida de la biodiversidad, el incremento de la desertificación, y el detrimento de la calidad del agua y de la atmósfera.

Recuperar estas áreas pudiera llevar décadas si acaso es posible; sin embargo, la cicatriz medioambiental traspasa el daño a la biodiversidad y llega, también, a los humedales con notorias marcas hacia los servicios ecosistémicos, los recursos a disposición de los pobladores y las economías locales, sin olvidar los riesgos para la salud humana a partir de la intensidad del humo.  

Para los expertos existen elementos principales que inciden en el comportamiento del fuego. Dos de los principales recaen en la presencia de lo que llaman las potencialidades combustibles y las variables climatológicas.

La existencia de pastos, hojas secas, árboles y arbustos secos, junto residuos vegetales en descomposición condicionan el escenario preciso para el siniestro. No hay que ser profundo conocedor e imaginar que las hojas arden de manera vertiginosa y propagan el fuego al diseminarse a causa del viento, en tanto las ramas muestran llamas de una manera más lenta, pero por tiempo más prolongado en dependencia del contenido de humedad, aunque tampoco pueden minimizarse la temperatura del aire, la dirección y velocidad del viento, así como la variabilidad atmosférica.

Ahora bien, no hay dudas que un conjunto de factores propician los siniestros. Muchos encuentran su origen en la sequía, en el calentamiento global, y por tanto contribuyen a expulsar el dióxido de carbono presente en los bosques, pero ¿acaso podrán evadirse las negligencias humanas?

Las causas mayoritarias de los incendios forestales no son naturales, guarda relación con acciones humanas irracionales como la quema no autorizada de superficies agrícolas a fin de eliminar matorrales y basura, o regenerar pastos destinados al ganado, a lo que se suman esas colillas lanzadas sin estar completamente apagadas.

Una mirada al universo permite conocer que si bien las estadísticas de estos siniestros son menos lo más triste resultan sus secuelas porque son las más devastadores e incontrolables, a tal punto que los especialistas los han denominados «incendios de sexta generación».

Países que tradicionalmente se habían liberado de la hecatombe ya se incluyen en la lista, y desde hace varios años hasta el llamado Círculo Polar Ártico reporta incendios en un área donde ardieron 5,5 millones de ha. que emitieron 182 millones de t. de CO2 a la atmósfera con récord de temperaturas de 38ºC, en tanto el Ártico se está calentando dos veces más rápido que el resto del Planeta y se generan incendios de grandes proporciones.

Y qué decir de los sucesos en la Amazonía al arder los pulmones del mundo como bien se ha dicho. Solo en Brasil, entre enero y septiembre de 2019, las llamas devoraron casi 5,9 millones de ha, mientras en Bolivia adicionaron más de 5 millones de ha.

Detrás de esos fuegos se remarca la deforestación. Datos corroborados señalan que el 31% de los sucesos originados en la Amazonia brasileña, hasta agosto de 2019, ocurrieron en zonas que en julio del año precedente aparecían como segmentos boscosos cuando en la actualidad algo más del 18% de la selva amazónica original está destruida.

Según cálculos en una veintena de años el índice de deforestación pudiera situarse entre el 20 % y el 25 % y dejará de comportarse como un ecosistema tropical.

Por otro lado detengámonos, entonces, en los registros del Cuerpo de Guardabosques (CGB) de Villa Clara. Del período comprendido entre 1979 y 2011 el territorio registro 557 incendios rurales, mas según datos del CITMA desde enero de 2020 hasta el 31 de agosto pasado totalizaban 27 sucesos, superior a igual etapa del año precedente.

Ello conlleva a una conclusión: Casi todos los incendios no intencionales son producto del descuido y de la falta de conocimiento sobre medidas de seguridad para prevenirlos, por lo que en el ámbito rural son tan peligrosos como en las ciudades por los riesgos que corren las personas, los animales y las instalaciones.

Para evitar consecuencias existen medidas que deben cumplirse, entre ellas:

— No fumar en áreas de bosques.

— Vigilar y reparar la pérdida de fluidos en las maquinarias.

— Evitar recorridos innecesarios por zonas de pastizales secos en días muy cálidos.

— Suprimir el llenado del tanque de combustible cerca de una llama o con el motor encendido.

— Evitar la acumulación de paja y materiales vegetales inflamables.

— Usar los elementos de protección adecuados si se participa en el combate directo del fuego

— Nunca actuar solo.

— El responsable de un establecimiento rural tiene que aceptar el deber de contar con elementos básicos que se encuentren en perfecto estado de funcionamiento para combatir focos de incendios.

Ante el triste panorama de estos infortunios forestales serán básicas las acciones a aplicar desde el tiempo que se detecta y las medidas a fin de contrarrestarlo. Ganarle tiempo al tiempo deviene premisa indispensable para evitar secuelas mayores.

En el caso de Villa Clara se dispone, además, de una herramienta de sumo valor que debe ser continuamente consultada: el Modelo Agrometeorológico, del Centro Provincial de Meteorología. Su propósito fundamental radica en estudiar la influencia del tiempo meteorológico y el clima sobre el crecimiento, el desarrollo y productividad de los cultivos agrícolas, la silvicultura y los animales de crianza, pero entre sus diversas modalidades incluye una sesión de mapas como guía para el comportamiento de diferentes afecciones agrícolas y también lo referente a los incendios forestales.

Aquí les dejo la dirección electrónica: http://www.cmp.vcl.cu/modelos-numericos/agrometeorologicos

Visítelo y ganemos todos en esa cultura diversa que tanto necesitamos.

ZONAS MÁS PROCLIVES A INCENDIOS FORESTALES EN VILLA CLARA

— La capital provincial por las numerosas incidencias en sus áreas boscosas: cazadores inescrupulosos, y aquellos que hacen una hoguera o lanzan colillas de cigarros encendidas y provocan el siniestro, entre otras negligencias.

— Manicaragua con sus áreas montañosas y premontañosas, sin descartar los potreros dedicados a la ganadería.

— Circuito Santo Domingo—Corralillo con las zonas de Espinal, las comunidades de Llabre, El Mamey, Bermejal, Jiquí, Gavilanes, Motembo y Vesubio por sus acciones en la agricultura cañera, ganadera y forestal.

También puede ver este material en:

https://ricardosoy.wordpress.com

https twitter.com/riciber91

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