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Mi Comentario: Ni barquitos ni Vinagritos

Mi Comentario: Ni barquitos ni Vinagritos

Por Ricardo R. González

La maestra Digna Guerra dio el puntillazo final. Desde el recién finalizado espacio televisivo Sonando en Cuba (domingos, 8:30 p.m. Cubavisión) manifestó su pavor cada vez que se les pedía interpretar un tema a niños y niñas aspirantes a entrar en el Coro Nacional, y ninguno se inclinaba por el tradicional Barquito de papel o el clásico Gatico Vinagrito, de la por siempre Teresita Fernández.

Es más, muchosdesconocen estas canciones que han acompañado a tantos cubanos en su peregrinar por la infancia; sin embargo, esos pequeños recitan al dedillo cualquier letra incluso ajena a su generación, o se inclinan por aquellas que poco o nada aportan a la formación del individuo pleno.

Más claro ni el agua, y se hace evidente el desgarramiento de esos valores que nutren la espiritualidad cuando la esencia de todo no está en prohibir o suspender determinados productos artísticos. Estas «fórmulas» las sufrimos en el siglo pasado, y lo que provocan es la búsqueda incesante de lo prohibido, como bien subrayara Frank Fernández.

Coincido plenamente con el criterio del eminente músico, pero lo que nunca podemos obviar es que nos forjamos de un árbol común llamado identidad reclamante de su defensa.

Por supuesto que cada época trae sus códigos, y habrá marcadas diferencias entre quienes la integran. Lo que resulta inaudito es que se desconozcan esos íconos indispensables dentro del gran acervo cubano en sus diferentes aristas.

En el caso de la música hay figuras que no permiten que muera la tradición de este archipiélago. Ahí está Liuba María Hevia que ha logrado el rescate de la música de Teresita y de lasrondas y cantos infantiles de todos los tiempos tejidos con la pasión de los arreglos contemporáneos para conformar sus discos.

Ahí estánLidisLamorú, Rita del Prado, Kiki Corona, la ScolaCantorum Coralina, La Colmenita, las peñas infantiles que despuntan en cada provincia, la cienfueguera Rosa Campos, y hasta una OmaraPortuondoque, a través de su premiado CD Reír y cantar, insufla aires frescos a Juan me tiene sin cuidao, al Soldadito de Plomo, o al propio Barquito de Papel.

Cuántos más han dedicado gran parte de su vida profesional a esos locos bajitos de los que un día habló Serrat: Consuelo Vidal, Lourdes Torres, Celia Torriente, Enriqueta Almanza, Ana Nora Calaza, y tantos otros, que, al margen de generaciones, vuelven a revivir a ese niño o niña que —aunque algunos digan que no— sí lo llevamos dentro, y a veces sale para revivir instantes de ese álbum personal integrado por recuerdos.

Aplaudo los proyectos de las disqueras cubanas que se suman a las corrientes porque no mueran las tradiciones, y de los espacios radiales que mantienen viva la música dedicada a los niños. Reconozco la labor de nuestro parque infantil El Bosque, que recibe cada domingo a sus criaturas con la grabación de Liuba cantando su Señor Arcoiris, y a quienes desde los nobles proyectos comunitarios abogan porque cada uno de estos necesarios detalles no formen parte del olvido.

Da pena que no pocos jóvenes desconozcan que un día existió un Benny More para hacerse grande e inmortal, que hay voces como las de Bola de Nieve, Celia Cruz, Barbarito Diez, Tito Gómez, Gina León, Fernando Álvarez, Celeste Medonza, Kino Morán, Celina González… imposibles de arrancar del trono de la cultura nacional.

Que existieron orquestas y conjuntos de lujo, dúos como los de Clara y Mario, y Mirtha y Raúl, que junto al Cuarteto de Meme Solís, Los Modernistas, Los Zafiros, Elena Burke, Moraima Secada,  Pacho Alonso, Esther Borja, Rosita Fornés… tienenespaciosganados imposibles de minimizar.

Esas lagunas recaen en la deficiente formación cultural, y en el mal hábito de ver más de lo ajeno que de lo propio, sin lograr el justo equilibrio. No todo lo foráneo brilla, y en este sentido queda mucho por hacer entre difusores, educadores, líderes comunitarios, organizaciones de masas, familias, y entre cualquier cubano que sienta por sus raíces y las defienda donde quiera que esté.

Diría que no vamos ni por la mitad del camino. Ojalá que esos niños de los que habló Digna, que no conocen ni de barquitos ni de Vinagritos, y sí mucho sobre Shakira, Ricky Martín, Pitbull, o del peor reguetónen bocina, lleguen algún día a idolatrar las partituras que con mucho amor crearonlas musas cubanas para ellos.

Por favor, no las dejemos morir.

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