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soyquiensoy (Ricardo R. González)

«Con 2 que se quieran» Eslinda Nuñez (Parte I)

«Con 2 que se quieran» Eslinda Nuñez (Parte I)

“Los artistas curan el alma”

Amaury. Muy buenas noches. Estamos en Con 2 que se quieran, aquí en el corazón de Centro Habana, en Prado y Trocadero, en el barrio de Lezama Lima, en los legendarios Estudios de Sonido del ICAIC.

Hoy nos acompaña una bellísima mujer, una excelsa actriz de cine, teatro y televisión y además ella ha sido otras cosas, ya nos irá contando. Mi querida y entrañable amiga, admirada, Eslinda Núñez. ¿Qué tal, Eslinda, cómo estás?

Eslinda. De lo más bien.

Amaury. Gracias mi vida, por aceptar venir.

Eslinda. No, gracias por invitarme.

Amaury. Tú naciste en Santa Clara, ¿cómo es la Santa Clara de tu niñez?

Eslinda. Mira, Santa Clara es una ciudad que yo quiero mucho, una ciudad que mucha gente me dice: ¡ay, pero no tiene mar!, no tiene esto, pero tiene a su gente que son gentes maravillosas. Son gentes muy emprendedoras, personas que les gusta leer, trabajar, adornar, adornar la vida. Mi mamá es una mujer que es un ejemplo. Mi mamá murió, pero siempre fue un ejemplo de lo que era una villaclareña para mí.

Amaury. ¿Cómo era tu mamá? Cuéntame de ella.

Eslinda. Bueno, mira, mami era una mujer para mí extraordinaria. Una mujer que no tenía cultura, pero de una inteligencia natural fantástica. Me ayudó mucho en la vida, fue, quizás ella y mi padre, los dos, fueron muy exigentes conmigo, conmigo y con mi hermano. Pero yo hoy en día agradezco esa exigencia, aprendí a ser exigente también, por eso, con mi hijo, con mi familia, porque me parece que por un lado hay que acariciar y por el otro hay que apretar también la mano con los hijos.

Y entonces mi mamá era así, una mujer muy tierna, una mujer que todo lo sabía hacer. Era alegre. Cocinaba como una diosa.

Amaury. ¿Heredaste eso?

Eslinda. Sí, sí, me encanta la cocina. Era una mujer que aunque no tenía dinero, tú siempre veías que ella pintaba su casa todos los años, aunque fuera de cal, con aceites y tunas, no sé, pero siempre la casa estaba resplandeciente. Y además, era una mujer muy alegre, le gustaba mucho salir, ir a comer a la calle, ir al cine, al teatro.

Amaury. ¿Y tú, cómo eras de niña? Tienes que haber sido una niña muy bonita, porque eres una mujer muy bonita.

Eslinda. No, no, no.

Amaury. ¿Cómo es eso? ¿Cómo uno se pone bonito? Entonces tengo esperanzas. (risas)

Eslinda. Mira, yo era la vergüenza de mi madre, porque en aquella época todas las niñas debían ser gorditas, hermosas y yo era flaca, muy flaca, con unos ojos enormes y un pelo grandísimo. Entonces mi mamá decía que yo era ojo y pelo nada más.

Fui una niña bastante tranquila, creo yo, mi madre decía que no, pero yo creo haber sido bastante tranquila. Siempre fui más adulta de mi edad, tenía un yo bastante fuerte. Me gustaba mucho hacer lo que hacen los niños.

Amaury. ¿Y eras estudiosa, sacabas buenas notas?

Eslinda. Era normal, sacaba notas normales. Con la matemática siempre tuve problemas. Con español siempre 100.

Amaury. A los Capricornios les pasa eso con las matemáticas. La matemática no entra de ninguna forma. ¿Y tú conociste a Manolito Herrera en Santa Clara?

Eslinda. En Santa Clara. Manolo, bueno…

Amaury. Manolito Herrera su esposo, un gran director de cine. Ustedes lo conocen, es el esposo de Eslinda Núñez, el esposo de toda la vida.

Eslinda. Sí, de toda la vida. Lo conocí y me hice novia de él muy joven, muy joven, a los 14 años. Fue una experiencia muy bonita. Lo que sucede es que en un momento determinado me creó un terror, porque de buenas a primeras Manolo empieza a trabajar con Titón  en la película aquella, La Batalla de Santa Clara, como un séptimo u octavo asistente  de dirección. (risas)

Amaury. También muy jovencito Manolito en esa época.

Eslinda. Sí, claro, porque él tenía un Cine Club en el Pre, ahí fue donde nos conocimos.

Amaury. O sea, el cine los unió también de alguna manera.

Eslinda. De cierta forma.

Amaury. Ya tú no eras la muchacha, en esa época, que eras pelo y ojos nada más, porque Manolito también es un hombre guapo.

Eslinda Bueno, pues me hice novia de hasta los 16 años, en que ya él estaba trabajando en La Habana, porque le habían ofrecido, después de haber trabajado en La batalla de Santa Clara, le ofrecieron trabajar, y él, ni corto ni perezoso dijo que sí, pero no pensó en mí, entonces yo monté en cólera, aquello fue terrible y entonces le dije que si no nos casábamos en dos meses, aquello se acababa.

Amaury. O tú te suicidabas o una cosa así.

Eslinda. No, no, no.

Amaury. No llegó a tanto, ¿no?.

Eslinda. No, no, pero sí se me pareció que… era como Los paraguas de Cherburgo, cada semana que iba a Santa Clara a verme, nos despedíamos en el portal con unos llantos horribles. Entonces yo dije: ¡esto no puede seguir!

Amaury. Se casaron, vienen para La Habana, Manolito sigue en el ICAIC, eso le corresponderá contarlo a Manolito en su entrevista, cuando llegue el momento. Pero tú tienes una relación todavía muy entrañable con Santa Clara, vas todos los años a Festivales de Cine allí. ¿Y cuál es la relación que tú tienes con Sagua?

Eslinda. En Sagua viví los primeros años de mi vida, viví una etapa de primaria, por ejemplo, creo que de segundo a quinto grado, cuarto grado.

Amaury. ¿Y por qué? Si vivías en Santa Clara, ¿por qué?

Eslinda. Porque mi padre se trasladó a Sagua a trabajar y entonces nos mudamos todos con él.

Amaury. ¿Y la niña que pintaba y que después ya en la Habana llega hasta exponer en la Plaza de la Catedral? ¿Dónde quedó esa pintora?

Eslinda. Bueno, mira, es en Sagua justamente que yo comienzo a pintar, era como una especie de obsesión por la pintura. Yo a veces interactuaba con todas esas cosas que yo pintaba. Entonces iba creando como historias, y en vez de escribirlas, lo que hacía era pintarlas. Y pienso que ahí empecé a actuar.

Amaury. ¿Qué cosas pintabas?

Eslinda. Historias, como novelas.

Amaury. ¿Pero te hubiera gustado dedicarte a la pintura de manera profesional? ¿Alguna vez pensaste…?

Eslinda. …Pensaba, pensaba, sí, pensaba seriamente. Como mis padres no querían que yo fuera actriz, esa era una de las cosas que más me gustaba, pues entonces pensaba que podía ser pintora.

Amaury. Sí, hubiéramos, a lo mejor, ganado una gran pintora y hubiéramos perdido una gran actriz. ¿Quién sabe? Son decisiones que uno toma en la vida. Pero también escribes.

Eslinda. Bueno, escribía.

Amaury. ¿Ya no escribes?

Eslinda. Muy poco. Hace mucho tiempo estuve tratando de escribir una cosa para la televisión, una historia sobre la vida de varias mujeres en un momento muy importante y, nada, nunca lo he concretado, nunca lo he seguido.

Amaury. ¿Pero por falta de tiempo o por una real falta de vocación?

Eslinda. Eso no lo sé, Amaury, eso cualquier día lo descubro (risas). Cualquier día lo voy a descubrir, porque en cualquier momento me voy a poner a escribir, seguro.

Amaury. Es que hay gente que dice: yo no tengo vocación para esto o aquello… Y sí la tiene, lo que no tiene muchas veces es el tiempo o el esfuerzo para hacerlo, es lo que suele ocurrir. ¿Y cuándo es que tú llegas a la Academia de Teatro Estudio? ¿Qué cosa era la Academia?, porque yo conozco el Grupo Teatro Estudio, pero la Academia Teatro Estudio.

Eslinda. Mira, esta era una pequeña Academia que había en Neptuno y Campanario y ahí, bueno, estudiábamos un grupo de…, o sea, ahí yo fui presentada a Vicente Revuelta, me hizo una prueba, me aprobó para entrar a sus clases.

Amaury. ¿Quién te entusiasmó para que fueras a hacer la prueba?

Eslinda. Bueno, me entusiasmó Manolo, Humberto Solás, Nelson Rodríguez y otros amigos. Entonces me presenté a la prueba, Vicente me aprobó y comencé mis clases, que para mí fue descubrir un mundo extraordinario porque aquello era como una especie de iglesia, donde cuando entrábamos, sabíamos cuando entrábamos, pero no cuándo salíamos. Y era un lugar tan serio, tan hermoso, donde yo me sentía que podía ser plenamente yo de verdad porque quizás en mi vida personal era una muchacha muy tímida, sumamente tímida. Todo me daba miedo y sin embargo, cuando me subía a un escenario hacía las cosas más increíbles que nadie podía imaginar, lo que la gente no podía imaginar, yo lo hacía.

Y con una pasión y con una veracidad y con una organicidad que yo decía: pero es que esto lo he hecho yo toda mi vida, lo he estado pensando, lo he estado haciendo en mis actuaciones en la escuela y todas esas cosas, ¿no?. Lo que pasa es que no sabía que tenían un nombre, que era el método Stanislavski, yo, por supuesto, hacía todos los ejercicios, el ejercicio de la soledad, el “sí mágico”, todas las cosas de Stanislavski, pero para la gente era una cosa muy…

Algunos compañeros míos me decían que le resultaba un poco complejo, que no sabían qué hacer con las manos, las primeras clases, ¿tú sabes? y para mí, aquello era estar como en mi casa. El escenario era algo extraordinario, me soltaba y disfruté mucho toda aquella etapa.

Amaury. ¿Quiénes eran tus maestros allí?

Eslinda. Bueno, tuve la suerte de contar con Vicente Revuelta, Raquel Revuelta, Ernestina Linares.

Amaury. ¡Madre mía!

Eslinda. Después, de ahí pasé a un grupo que escogió Julio Matas, el profesor Julio Matas.

Amaury. ¿Eso fue en Casa de las Américas, no?

Eslinda. En la Casa de las Américas, pasamos a la Casa de las Américas, y nos presentamos al público en la sala Las Máscaras. Fue una cosa de júbilo, porque descubrí que aquello era lo mío, realmente.

Amaury. Después pasas al Teatro Musical de La Habana, ¿Qué cosa fue el Teatro Musical de La Habana?

Eslinda. Mira, ese fue un gran momento en el Teatro Cubano, porque Alfonso Arau, que era el director del Teatro Musical.

Amaury. Mexicano.

Eslinda. Un actor y director mexicano, quería hacer de nosotros actores integrales. Quería que bailáramos, que cantáramos, que tocáramos un instrumento. Que lo mismo bailáramos folclor que ballet y por eso tuvimos una Academia bien fuerte. Entrábamos ahí por la mañana, a las 7 y tanto de la mañana y salíamos por la noche.

Amaury. ¿Con qué músicos compartían allí?

Eslinda. Leo Brower, Tony Taño y bueno, el Conjunto Folclórico Nacional nos daba clases también. Zoila Gálvez nos daba canto.

Amaury. ¡Bueno, pero bueno! (con admiración)

Eslinda. No, no, no, lo que teníamos era lo mejor, lo mejor, fue algo increíble.

Amaury. ¿Qué compañeros conservas de esa época?

Eslinda. …Bobby Carcassés.

Amaury. Bueno, ya sabemos…

Eslinda. …Miriam Socarrás.

Amaury. …Ya sabemos a dónde han llegado todos ellos.

Eslinda. Anjá.

Amaury. Estaba en esa época, ¿Mirta, estaba, no? Mirta Medina estaba o fue después.

Eslinda. No, fue después.

Amaury. Ella entró después.

Eslinda. Teníamos una hermandad, una unión, una cosa tan linda en el grupo, fue un trabajo muy lindo. Estuve ahí durante mucho tiempo preparando los inicios del grupo. Pero tuve una dificultad. Primero me llamaron a hacer cine El otro Cristóbal de Armand Gatti y luego un día voy a ver Fuenteovejuna, una obra de teatro dirigida por Vicente Revuelta, me quedé fascinada con la puesta en escena, me quedé tan entusiasmada que dije: ¡no, no, esto es lo mío, yo no voy a hacer comedia, yo no voy a…!

Amaury. ¡Qué cosa!

Eslinda. ¡Ah, sí! Esa estupidez la cometí en ese momento, pero bueno en aquel momento me pareció lo acertado. Tú sabes que uno comete errores.

Amaury. Sí, abandonar la comedia, que está muy vinculada, por supuesto, al humor e irte a lo serio. ¿Te pareció que lo serio tenía más valor. Te pareció que si tú hacías un teatro…?

Eslinda. En ese momento.

Amaury. Más serio y dramático.

Eslinda. Me sentí, me sentí muy necesitada de hacer eso.

Amaury. Ahora, una cosa, Eslinda, yo te quiero preguntar. Últimamente yo he estado escuchando en la televisión sobre todo y en entrevistas a muchos actores jóvenes, que están retomando la idea peregrina, al menos para mí, de que el actor es empírico y que uno viene con un don y que la formación escolar, académica, no es necesaria. Evidentemente ese no es tu punto de vista, porque tú has estudiado en escuelas y con grandes profesores. ¿Qué tú le podrías decir a ellos, no como un consejo sino como tu experiencia personal con respecto a eso?

Eslinda. Chico, para mí es fundamental, bueno, que la persona tenga el talento, sin eso no hay nada aunque estudies todo lo que estudies. Ahora, es necesario, es fundamental, es algo, es realmente algo de una gran necesidad que el actor estudie.

Porque el actor, mientras más estudie más se le abre el campo de posibilidades de enfrentar personajes muy difíciles, personajes contradictorios, diversos.

Amaury. Sí, y poder hacer teatro clásico, y poder hacer teatro moderno y teatro contemporáneo.

Eslinda. Y poder trabajar un día en televisión y un día haciendo doblajes. Solamente lo puedes hacer estudiando. Además, eres un artista, un artista está inquieto por todo, curioso por todo. Precisamente te mandan a observar.

En aquella época que yo estaba dando el método (Stanislasvki), todo el tiempo iba en la guagua observando a la gente, las risas de la gente, las conversaciones, los susurros, un gesto, cualquier cosa me podía nutrir a mí como actriz. Yo sí pienso que el actor debe estudiar, debe profundizar.

Amaury. ¿Y El Otro Cristóbal? esa película de Gatti. Yo no la he visto, pero he oído hablar mucho de esa película. ¿No sé por qué se habla tanto de El otro Cristóbal? ¿Te parece todavía una película interesante, al menos para ti?

Eslinda. Mira, para mí tuvo la importancia que tiene mi primera película, que se convirtió en una especie de aventura fantástica, donde me parecía que la gente estaba como loca, porque yo no entendía el mundo del cine todavía; a pesar de que había ido a algunas filmaciones, me parecía que todo el mundo estaba loco allí, porque todo era un poco disperso, no era como en el teatro que todo es organizado, entonces aquel mundo me llamó  la atención. Me costó trabajo iniciarme en eso, pero para mí, como experiencia, fue muy buena.

Amaury. Tú eres la única actriz cubana que trabajó en las  películas que se consideran los tres grandes monumentos históricos del cine cubano post-revolucionario, después del Triunfo de la Revolución: La primera carga al machete, con Manuel Octavio Gómez, Memorias del Subdesarrollo, con Tomás Gutiérrez Alea, con Titón y por supuesto Lucía, con Humberto Solás.

Yo tengo la impresión, Eslinda, que eso tiene que ser para ti motivo de orgullo, pero también de una gran responsabilidad, la única actriz que estuvo en esas tres grandes películas. Cuando tú piensas que fuiste afortunada con eso, ¿cómo reaccionas ante ti misma?

Eslinda. Mira, son esas sorpresas que te da la vida. Mi segunda película iba a ser Lucía, porque ya Humberto me había dado el guión, después de muchas veces haberme prometido personajes que nunca me daba, pero siempre me decía: yo quiero trabajar contigo; yo quiero trabajar contigo. Y al final me da Lucía y me dice: ¡este sí lo escribí para ti, este tienes que ser tú! En ese momento me ofrecen hacer la prueba de Memorias del Subdesarrollo y yo no quería hacerla porque estaba un poco metida en el personaje de Lucía y Lucía se demoraba porque tenía una gran complejidad de vestuario, de escenografía. Y entonces Humberto me decía: Eslinda, ¿tú no te das cuenta que trabajar con Titón va a ser una gran experiencia para ti?

Amaury. ¡Qué lindo Humberto!

Eslinda. ¿Tú no te das cuenta que ahí tú vas a salir mejor y vamos a poder hacer mejor Lucía? Te lo estoy diciendo con conocimiento de causa y fue Humberto el que me embulló.

Fui a la prueba de Memorias (del subdesarrollo), y entonces encontré allí una gran cantidad de actrices, bailarinas, modelos, muy famosas. Y yo dije: aquí no me van a dar nada, porque con tantas mujeres hermosas, jamás me van a dar nada.

Y bueno, de buenas a primera me dan el personaje; yo no lo podía creer, yo no lo podía creer y entonces me dice que, bueno, que iba a hacer el personaje de una muchachita guajirita, bautista, muy tímida, que al final se enamora del lobo feroz, que es Sergio (Corrieri) y bueno, era un personaje que tenía sus dificultades porque tenía un desnudo.

Amaury. ¿Pero habías dicho que no eras tímida cuando actuabas?

Eslinda. Sí.

Amaury. Pero no es lo mismo actuar que desnudarse.

Eslinda. No, no, es que también, también yo pienso que cuando estoy desnudándome, estoy actuando.

Amaury. Claro, claro, es la única manera.

Eslinda. No soy yo, no soy yo, entonces en contra de muchas cosas, acepté el personaje y lo asumí así. Eso no implica que en el momento de la filmación tuviera los pies congelados y todo el mundo viniera a tocarme los pies. Por lo menos la asistente de dirección me estaba choteando siempre con eso, los pies y las manos, estaba muerta de miedo.

Amaury. ¿Tú sabes Eslinda?, voy a hacer una incidental ahí. Cuando Isabel Santos, nuestra gran actriz de cine, también, estuvo aquí, yo le pregunté también por los desnudos y yo le hice una pregunta y nos metimos en otro camino y no la terminamos de concretar. ¿Cuántas personas? para que el público sepa, cuando una actriz o un actor hacen un desnudo ¿Cuántas personas del equipo están allí? Porque la gente tiene la impresión de que hay 30, 40 personas y eso no es así.

Eslinda. No, no, no, además Titón era un individuo muy respetuoso, muy cuidadoso, era un amigo, además, y él, por supuesto, en el momento de filmar, sacó a todo el mundo del set. Nos quedamos…

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