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«Felices por abrazar, nuevamente, a Villa Clara», declara dúo Blanco y Negro a su llegada de los Estados Unidos

«Felices por abrazar, nuevamente, a Villa Clara», declara dúo Blanco y Negro a su llegada de los Estados Unidos

Yenobis (a la izquierda) y Reymi a los pocos minutos de descender del avión.

Por Ricardo R. González
Foto: Ramón Barreras Valdés

Cuando hace justamente un mes Yenobis Delgado Alba y Reymi Pérez Bauta abordaron un vuelo hacia los Estados Unidos llevaban sueños y expectativas, pero también muchas dudas e incógnitas.

Pasada esta prueba de fuego, el dúo Blanco y Negro arribó, en la tarde sabatina, al aeropuerto internacional Abel Santamaría de Santa Clara.

Ahora repasan los saldos de un periplo que, al decir de ellos, «resultó mejor de lo que pensamos. Actuamos en varias ciudades y estados. En Miami, Maryland, y en el propio corazón de Washington D.C.»

En Maryland fueron invitados a la escuela Berrie School, cuya estancia se prolongó durante siete días, a la par que ofrecieron conciertos didácticos destinados a los alumnos de la institución, y no faltaron las conferencias relacionadas con la música cubana.

Al término de la semana los organizadores decidieron una presentación final para los profesores y alumnos; sin embargo, se corrió la voz de la presencia de un colectivo cubano, y concurrió público hasta del propio Washington D.C.
«Esto constituyó una verdadera sorpresa. Nos sorprendió la acogida. Algo, verdaderamente, espectacular».

Para Reymi, los cubanos—villaclareños, como él los llama, tienen matices especiales, y recuerda la anécdota de un residente en Miami que lo identificó en áreas de un popular mercado.

«Se me acercó e indagó si era el cantante de Blanco y Negro, y al asentir tuve que convertirme en un cronista de béisbol porque quería saber el desempeño de nuestro equipo en la Serie, pues para él «la mecánica naranja no para».
Sorprendido le preguntó al aficionado si conocía la canción, y acto seguido comenzó a tararearla.

«Eso devino gran emoción, sobre todo cuando se está tan lejos», comentó Pérez Bauta.

Para el dúo la primera salida a un escenario norteamericano trajo innumerables tensiones. «Solo lo sabe quien lo experimenta —refuerza Yenobis— Algo único porque piensas en si vas a tener aceptación o no. Nosotros determinamos antes cada detallé. La manera de vestirnos, la forma de salir a escena, por qué lado era más conveniente, el tipo de repertorio, en fin… y sentir los aplausos a los pocos segundos nos dio una fuerza enorme para cautivar al respetable».

Blanco y Negro se define como jóvenes naturales y sinceros. Quizás resulte el denominador que nutre a sus canciones, esas que exponen los diferentes matices de la vida sin aires rebuscados.

La conversación entre buenos amigos fluye cargada de anécdotas y vivencias despojadas del riguroso cuestionario de las entrevistas. Un diálogo espontáneo en el que, también, afloran contratiempos.

«Nos castigó mucho el clima. Por ejemplo en Maryland fue todo bajo nevadas. Llegamos con la voz afectada, y al siguiente día ya había que trabajar. Sin dudas, uno de los momentos difíciles».

¿Y entre los felices?

Una respuesta casi a la par selecciona la aceptación en general ante un público desconocido y heterogéneo con la presencia neoyorquinos, hispanos, nativos… Sin embargo, el más grandioso de todos fue cuando escuchamos en el avión ese « Bienvenidos a Santa Clara, Cuba». Se apretó el corazón, y algo indescriptible nos estremeció de arriba abajo, incluso nos miramos uno al otro, porque aquí están nuestras almas, nuestro pueblo, la propia vida.

Una especie de antes y después marca el viaje para el dúo villaclareño. En junio retornan a fin de cumplimentar contratos que quedaron pendientes.

«Hicimos programas de radio, y dejamos para la segunda etapa los televisivos debido a que no podíamos permanecer más tiempo. Hubo invitaciones para participar en algunos espacios que declinamos porque resultan de matices políticos, y no nos interesaban. Los propósitos nuestros son los de hacer buena música y defender la identidad, y de ese enorme talento que acumula el acervo musical del archipiélago, de unir a los de aquí y a los de allá a base de respeto, porque somos, a fin de cuenta, cubanos.

Tanto Yenobis como Reymi consideran que los cubanos-villaclareños constituyen una especie de «raza especial». Se sienten orgullosos de pertenecer a ella, y a su arribo al aeródromo santaclareño iniciaba en el estadio Sandino el juego Villa Clara—Matanzas.

— ¿Siguen ustedes defendiendo a los locales?

Y sin pensarlo dos veces entonaron el estribillo de esa Mecánica Naranja, que fue tarareada en Miami por aquel seguidor que alegró a corazones distantes de lo que, verdaderamente, se ama.

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