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La excelencia de las plantas

La excelencia de las plantas

El Instituto tiene la responsabilidad del asesoramiento técnico del programa biotecnológico en el país con un potencial de producción de más de 60 millones de vitroplantas, sustenta el director del centro doctor Osvaldo Fernández Martínez. 

Por Ricardo R. González

Foto: Ramón Barreras Valdés

Esta historia comenzó hace dos décadas cuando un grupo de investigadores de la facultad de Ciencias Agrícolas, perteneciente a la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas, delinearon sus sueños. Después, la idea brillante de Fidel Castro compulsó aquel proyecto destinado al desarrollo de investigaciones encaminadas al mejoramiento genético de las plantas, sin apartarlo de la producción de semillas de alta calidad.

No era un cuento de hadas, y debía lograrse mediante técnicas de la biotecnología que imponían retos y obstáculos. Por lo que en noviembre de 1992 surgió el Instituto de Biotecnología de las Plantas (IBP), cuya primera encomienda fue trabajar en la semilla de la papa.

Vinieron alientos, sinsabores, vientos y mareas hasta que fructificó el objetivo y lograron la aspiración de un programa nacional dirigido a la sustitución de importaciones.

Ahora sus expertos retroceden en el tiempo y evocan aquellos sueños. Ya no es solo lo alcanzado en el tubérculo, que los convierte en punteros en el país, sino también en el capítulo de la embriogénesis somática o método que permite una enorme capacidad de propagación con mejoras genéticas en banano y plátano como transferencia tecnológica aplicable en otras dos biofábricas cubanas.

Apenas seis meses lleva el doctor Osvaldo Fernández Martínez al frente del colectivo. Un centro que no le resulta ajeno porque como ingeniero agrónomo vinculado a la Facultad de Ciencias Agrícolas, conoce muy bien las interioridades, y muchos de los que hoy dirige fueron sus alumnos por lo que siente la satisfacción del maestro de verlos convertidos en doctores.

— Al principio fue la papa… ¿pensaron llegar tan lejos?

— Tuvimos momentos muy difíciles, por suerte ya borrados. Muchos institutos nos acompañaron en el empeño, y ya la provincia va a sembrar 16 hectáreas con semillas certificadas y producidas por métodos biotecnológicos con peso importante para el consumo de la población villaclareña.

— Siempre que se habla de alimentos parece algo de ciencia ficción. ¿hasta qué punto es lejana o cercana la aspiración?

— No constituye una utopía la idea de tener la semilla nacional y nuestras propias variedades según las condiciones ambientales del archipiélago. Será un regalo al país gracias al apoyo de otros centros.

— Si algo caracteriza al IPB villaclareño es contar con neuronas hiperquinéticas que van más allá de la papa y el plátano…

— Damos espacio al café con el desarrollo y propagación de híbridos caracterizados por su alto potencial productivo, o de las acciones con especies forestales que resultan difíciles de propagar (cedro y teca) vinculado al impacto económico y a la vez ecológico, como detalle que no descuidamos desde el punto de vista de la percepción ambiental.

Otra de las vertientes está encaminada a la expansión de especies amenazadas dentro de la flora endémica, a la producción de materias primas para biofármacos, y a la sustitución de importaciones con semillas originales logradas por métodos biotecnológicos.

— El IBP abre las puertas al mundo ¿Hasta qué punto mide fuerzas en la palestra internacional?

— Nuestros aportes contribuyen al desarrollo científico y productivo de países hermanos. Dígase Venezuela, Argentina, Colombia, Brasil, México y República Dominicana, entre otros, mas existen reconocimientos internacionales muy importantes con la publicación de trabajos, por parte de nuestros científicos, en 11 revistas consideradas entre las de más alto rango en la biotecnología mundial.

— Piensan algunos que el paso inicial en la agricultura pertenece a las semillas. ¿Lo afirma o lo descarta?

— Suscribo el planteamiento. Las mejoras genéticas y la rápida propagación economizan el trabajo. Hoy tenemos nuestra biofábrica en plena producción para un programa que se realiza en la provincia de Granma con más de un millón y medio de vitroplantas apoyado en una rentabilidad encomiable.

— No hay logros ni acciones  sin la laboriosidad colectiva ¿Puede decirse que el IBP constituye la excelencia en las transformaciones de las plantas?

— Los resultados ofrecen avales, tanto en la producción como en la docencia, sin que tengamos una obra perfecta. El camino presenta aun baches y grietas. Nos toca a nosotros resolverlos, pero es hermoso ver a los trabajadores en la búsqueda de soluciones desde el laboratorio, y a la vez compartiendo tareas en el campo, o marchar sin reparos, incluso alejados de la familia, a cooperar con otros centros productivos y a impulsar otras biofábricas en cualquier punto de Cuba.

Por eso la excelencia la encuentro en los saldos, y sobre todo entre esos hombres y mujeres que hacen la historia de estos 20 años.

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