Blogia
soyquiensoy (Ricardo R. González)

En el poblado villaclareño de Mata...El bien de las conservas

En el poblado villaclareño de Mata...El bien de las conservas

Desde un poblado de Cifuentes se insiste en la producción de alimentos a pesar de una obsoleta tecnología que en ocasiones pone en tensión a su colectivo. Casi la mitad de la fuerza laboral es femenina, mas prima la voluntad y el deseo de hacer.

Por Ricardo R. González

Foto: Ramón Barreras Valdés

Esta historia no ocurre en un lugar de La Mancha ni es protagonizada por un caballero español. Se desarrolla en la localidad cifuentense de Mata desde el establecimiento Álvaro Barba, afiliado a la Empresa de Conservas y Vegetales Los Atrevidos, de Villa Clara.

Apenas asoma el sol comienza el trepidar de estos hombres y mujeres. Ellas casi ocupan la mitad de la fuerza laboral, y sobre sus espaldas recae la producción de compotas para niños de círculos infantiles y hospitales.

Es una tarea exclusiva de la entidad que no solo incluye al territorio villaclareño, pues las encomiendas abarcan, también, a las provincias de Cienfuegos, Pinar del Río, y La Habana con sabores variados a base de guayaba, zanahoria, fruta bomba, mango, y algunas que combinan dos de estas variedades.

Entre la mezcla de olores y el ruido de los tachos transcurre la jornada, por la estera corren las latas, y mientras tanto se trabaja la pulpa de frutas, para dejar una parte almacenada a fin de enfrentar aquellos períodos fuera de cosecha de determinada fruta o vegetal.

Hay etapas que el trabajo se extiende de domingo a domingo como ocurre en la actualidad con la guayaba, a fin de no perder el producto, y aunque tratan de exceptuar la presencia femenina en los turnos dominicales para facilitarle los quehaceres en las casas, aun así se acude, pues más del 90 % de las mujeres trabaja los domingos, y el sábado pasivo no se conoce.

«Lo más significativo de este colectivo es que nadie dice que no. Es una tradición de nuestro colectivo, sin que en estos momentos el empleo en la fábrica constituya una tradición familiar», sustenta Layles Michael López Tejeda, tecnólogo de una instalación comprometida a elaborar más de 20 renglones destinados al mercado nacional, a la red de cadenas o de divisas entre salsas de tomate, (a granel o en galones), mermeladas, u otros productos.

Quizás se piense en una industria totalmente automatizada. Error garrafal porque cada tarea es asumida con gran componente manual, incluido el picado de los curtidos. Acercarse a los tachos es recordar la era soviética, mientras otros tienen el sello de fabricación cubana, en tanto las tapadoras son de la etapa prerrevolucionaria. Solo el equipo destinado a sellar los envases con el nailon para su posterior distribución alcanza los beneficios de la automatización.

No existen montacargas, y una mínima rotura genera dolor de cabeza, solo aliviado por la acción de los innovadores y un equipo de mantenimiento encargado de buscar soluciones. Si a alguna no se llega por déficit de piezas o rodamientos hay que esperar, pero la tenacidad siempre lleva a vencer los obstáculos que eviten importaciones.

Por dicho afán no han estado interruptos. Los innovadores son  todos obreros. Mantenimiento y calderas llevan la voz cantante, al igual que el comité de calidad que presentan sus ponencias en los Fórum de Ciencia y Técnica, y resultan premiados. 

IRMA LA DULCE

Lejos de la protagonista del filme dirigido por Billy Wilder, Irma Herrera González se mueve por la dulzura de las producciones de una fábrica en la que lleva más de cuatro décadas de labor.

Trata de cumplir al máximo, y vela por la calidad desde las 7.00 de la mañana hasta que pasadas las 4.00 de la tarde llega el final.

Tajante e hiperquinética, de esas féminas que le resulta inconcebible que una joven esté cansada, y ella se pregunta: ¿habrá interés en trabajar?

«Aquí hay mujeres de mucho temperamento, pero mi sangre no admite gente muerta. Eso corre por las venas, y se activa en la práctica».

Si hay algo que admira Irma es la tenacidad de su equipo. «Aun estando los trabajadores de vacaciones, y no hay que tocar a la puerta de nadie cuando hay picos de cosecha.

«Esta fábrica es mi casa, aquí llevo gran parte de mi vida, y cuando tienes tantas vivencias te conoces cada rinconcito de palmo a palmo».

— ¿Y qué pasa en casa?

— Vivimos mi esposo y yo, pero él tira poco.

— ¿Cómo?

— Tengo 71 años, y no me siento cansada. No tengo impedimentos, pero llego a la casa y me esperan las labores.

— ¿No se comparten?

— Algo, mas no lo suficiente

— ¿Qué es para usted el tiempo?

Una carrera que mide un reloj, una carrerita relativa que podemos planificar.

Que lo diga la ingeniera Yanaisa Pairol Luna, al frente de la Gestión de Calidad. Ella conoce muy bien el temperamento de una Irma que hace época, a pesar de ser una entidad sin altos salarios, con estimulación solo en moneda nacional, y condicionada al cumplimiento o no del plan mensual.

La fuerza laboral del establecimiento en Mata le ha dado la bienvenida a muchos obreros del antiguo central El Vaquerito, y de la tarea Álvaro Reynoso en un colectivo cuya edad promedio es de 43 años, pero que hace el día a día por el bien de las conservas.

MEMORÁNDUM

— El establecimiento resulta uno de los cuatro radicados en Villa Clara, perteneciente a Empresa de Conservas y Vegetales Los Atrevidos. A este se suman el ubicado en Remedios, La Purísima, de Santa Clara, y Reinado, en San Diego del Valle, perteneciente también a Cifuentes.

— Unos 64 trabajadores dan vida a la entidad; de ellos, 35 mujeres la mayoría directamente vinculadas a la producción.

— Diferentes renglones ocupan las líneas productivas, entre estos la guayaba en las modalidades de pulpa, cascos, crema y mermelada.

— También procesan ensaladas variadas, encurtidos (pepino, tomate y col), vegetales esterilizados, a la vez que conservan muchos de ellos en salmuera para trabajarlos en meses de no cosecha de determinado producto.

— Además de las compotas, otra de las variedades exclusivas recae en el procesamiento de vegetales en conserva como línea exclusiva de esta entidad.

CONTRASTES

No todos los directivos piensan como Ariel Eduardo Cabrera Hernández, el director del establecimiento, quien, lejos de considerar a la mujer como obstáculo para el desarrollo de los planes, admira su disciplina, consagración, y la manera de asumir el orden en cada tarea.

«Cualquier encomienda que le planteamos a las nuestras tenemos una respuesta positiva, dan el máximo, y trabajan a la par de los hombres, sobre todo en la fase productiva cuando en múltiples ocasiones el horario se prolonga, como en estos momentos en que tenemos una explosión en la cosecha de guayaba». 

Hace más de un año las féminas no reciben ropa blanca, y ellas buscan alternativas. En ocasiones hay que lavarlas por la noche para estar listas al día siguiente.

— Existen muchos directivos que titubean a la hora de aprobar a una mujer joven debido a la futura licencia de maternidad ¿ocurre aquí?

— Estaríamos negando la continuidad de la natalidad, y en pleno siglo XXI hay que evolucionar las mentes para no quedarnos rezagados.

¿Tenemos o no nuestras Razones

0 comentarios