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soyquiensoy (Ricardo R. González)

«Con 2 que se quieran» Lourdes Torres (Parte I)

«Con 2 que se quieran» Lourdes Torres (Parte I)

“Fuera de aquí soy extranjera”

Amaury. Muy buenas noches. Estamos en “Con 2 que se quieran“, ahora aquí, en 5ta. Avenida y calle 32, en el barrio de Miramar, en los maravillosos Estudios Abdala.
Hoy nos acompaña, me acompaña, uno de los rostros más bellos que ha salido en la televisión de todos los tiempos. Una mujer intensa, pasional, compositora.
Una cantante de las más afinadas, de afinación absoluta, diría yo, con una voz timbrada, siempre timbrada. Líder de cuartetos y una de las grandes solistas. Y a mí me parece que nuestro programa se debe sentir orgulloso y privilegiado de haberla invitado. Y yo quiero agradecer que haya aceptado, porque ella tiene una vida realmente muy ocupada. Mi admiradísima compositora, cantante y escritora, Lourdes Torres.

Lourdes. ¡Ay, mi amor, has dicho tantas cosas bellas!

Amaury. Es que  no puedo creer lo bonita que tú eres. Siempre me ha parecido eso.

Lourdes. Es que tu papá, cuando estaba como director de televisión, me hacía unos close up de aquellos, que para qué te cuento.

Amaury. Todavía los aguantas.

Lourdes. No, no, ya no.

Amaury. Espero que nuestro director, Solís, se ocupe de demostrar que no estoy diciendo falsedades.
Lourdes. Vamos a decirle a Solís, si lo quiere hacer. ¡Solís hazlo sin pena de ninguna clase, porque todo el mundo sabe la edad que tengo!
Y le agradezco mucho a la vida, todavía voy a mantenerme, bueno, más o menos, tú sabes.

Amaury. Sí te mantienes, sí te mantienes. Ahora, vamos a hablar con tiempo de este libro de poesía, que has tenido la gentileza de regalarme, y que se llama Tiempo, Lourdes Torres.
De todas maneras quiero empezar hablando de tu papá y de tu mamá, porque en un poema que se llama Enseñanza, no lo voy a leer completo, por el tiempo en televisión, y quiero entrevistarte y que la gente se compre el libro y se lo lea.
Pero aquí, dedicado a tu padre, el primer verso es fabuloso, porque dice:
La razón siempre fue tuya y la experiencia. La experiencia está clara, ahora, “la razón siempre fue tuya”. ¿Tú papá tuvo la razón, siempre?

Lourdes. Sí, mira, mi mamá y mi papá. La relación con mi madre era mucho más fuerte. Porque digo donde quiera que me paro, que le agradezco a Dios y a mi madre, lo que he podido hacer, hasta dónde he llegado, porque mi madre me dio un apoyo tremendo. Vamos a empezar porque mi padre, el día que yo fui a casa de Ernesto Lecuona y Lecuona me escuchó y me puso en un concierto y todo, que regresamos a la casa, mima venía como cascabeles, de feliz. Lecuona, imagínate, la niña, que tenía yo 15 años, y se lo dijo a mi papá y mi papá me dijo: ¿Cómo? ¿Artista?, no quiero artistas en mi casa porque son una partida de (…) y la única vez que he visto a mi madre decirle: No, viejo, eso no es así, no le podemos cortar las alas, fue en ese momento. Mi padre era un buen hombre. Un buen hombre, un hombre muy trabajador, creo que mi disciplina como trabajadora se la agradezco a él, porque mi madre era ama de casa. Pero eran dos joyas, dos joyas. Yo internamente me decía: ay, pero para papi todo es oscuro, gris con puntitos prietos. Ay compadre, la vida siguió y pude ver el gris con unos puntos negros así, y me di cuenta que él tenía tanta razón. Lo que pasa es que él quería convencerme a partir de él, y no sabía que era que yo tenía que vivir mi vida yo, porque ahora me pasa. Por ejemplo a veces le digo a mi nieta: ay, hija, no hagas eso porque… y Ay, abuela, pero eso eran otros tiempos. Caemos en lo mismo. Por eso.

Amaury. Ahora, tú eres bajita de estatura, y de un temperamento muy fuerte, y muy alto. ¿Quién en tu familia era alto y quién tenía el temperamento?

Lourdes. Mi papá era bajito ¡Pero tenía un temperamento!.

Amaury. Era concentrado (risas).
Lourdes. Mi mamá era bajita y era dulce, dulce, dulce, pero cuando se ponía brava, piérdete. Entonces alto, era mi abuelo paterno.
Amaury. ¡Ah, tú ves, alguien tenía que ser alto por ahí, yo sabía!.
Lourdes. Que de paso te digo, mi abuelo paterno, porque la gente me dice: ¿tú eres medio achinada? Sí, un cantonés. Y mi bisabuelo también era cantonés.
Vaya, mi hermana y yo, las dos, de milagro no salimos enanas, sí de  milagro.
Amaury. Lourdes no digas eso, ¿cómo que enana?, tú eres una mujer bajita, pero eso está perfectamente bien puesto todo donde va.
Lourdes. Tres pulgaditas más.
Amaury. Se resuelven con los tacones.
Lourdes. No, mira, ya no, ya no me pongo tacones.
Amaury. ¿Ya no te los pones?
Lourdes. No, para nada.
Amaury. A ver. Tú eres de ese grupo de artistas célebres, que nacieron en una tierra bendita, Guanabacoa.
Lourdes. Ay, Guanabacoa.
Amaury. Guanabacoa. Y en una época maravillosa, los años 40, en 1940 exactamente.
Lourdes. 29 de abril del 40.
Amaury. ¿Cuántos años estuviste en Guanabacoa?
Lourdes. Un par de años.
Amaury. O sea, ¿no tienes recuerdos de Guanabacoa?
Lourdes. No, los recuerdos que tengo son los que tenía mi madre. Entonces yo aprendí a querer a Guanabacoa, a través de mi madre.
Amaury. Ya después estando en Lawton.
Lourdes. Sí, en Lawton, en la Víbora, y donde quiera digo: mira, de Guanabacoa, ni siquiera para los concursos esos de música, me han llamado nunca. Es como que yo no nací allí.
Amaury. ¿Verdad?
Lourdes. Sí, sí, verdad.
Amaury. ¿Pero lo saben?
Lourdes. Claro, cómo no lo van a saber, si hasta tengo la medalla esa de hija de no sé cuánto de…
Amaury. …Hija ilustre de Guanabacoa.
Lourdes. Menos mal que es ilustre.
Amaury. A ver, ¿cuándo es que tú descubres que cantas, no cuando descubres a la niña que empezó a cantar, sino, cuándo es que descubres que esa es una posibilidad real para ti?
Lourdes. Mira, yo voy a decir algo que es posible que no me lo crean. Viviendo en Arroyo Naranjo, que fuimos a dar allá porque yo padecía de bronquitis.
Amaury. ¿Pero para cuántos lados entonces tu viviste antes de llegar a…?
Lourdes. Bueno, de Guanabacoa vine a Santos Suárez, pero me daban unas bronquitis espantosas y el médico dijo: hay que llevar a la niña a un lugar que tenga…
Amaury. Campestre.
Lourdes. Campestre y allá se fueron, los pobres, una casa buena, pero ya tú sabes, hasta que mi madre dijo: No, pero yo no voy a criar unas hijas campesinas aquí. Había unas matas de esas que eran unas cosas largas así.
Amaury. Sí, con espigas, con las espigas esas…
Lourdes. Sí, como unas espigas.
Amaury. Nunca he sabido cómo se llama la mata esa…
Lourdes. Yo tampoco.
Amaury. En Fontanar también las había.
Lourdes. Y yo iba haciendo así, iba pasando, porque eran los telones.
Amaury. Claro, las cortinas.
Lourdes. Pero además, iba cantando, y yo cantaba en un idioma que lo recuerdo perfectamente. (Canta) ¿Sería un muerto extranjero que tenía al lado? Cantonés.
Amaury. El abuelo cantonés.
Lourdes. A lo mejor. Por eso, pero ya, desde ahí yo sabía que yo era artista y bueno, en la escuela me cogían para todo. Encarámate aquí y recita; encarámate aquí y canta. Encarámate aquí y haz un baile. Yo era la niña estrella de la escuela, con cinco años, seis años.
Amaury. ¿Y el vecino saxofonista ese qué?
Lourdes. Ah, eso fue…
Amaury. ¿Dónde fue, en qué barrio? Porque hay que ir situando los barrios…
Lourdes. Eso fue cuando salimos de Arroyo Naranjo. Mami nos matricula a mi hermana y a mí, en el Conservatorio Municipal, el actual Amadeo Roldán, que por cierto, era muy fácil, pasó un día por allí con nosotras y entró, entró con nosotras, fue a la oficina y le dijo a la señora que estaba en la oficina. ¿Cómo puedo hacer para que mis hijas se matriculen aquí? Traiga una foto de carné. Ya. Se acabó, sin más pruebas, sin más nada. Claro, corría el año, si al año nada, pum.
Amaury. Para afuera.
Lourdes. Para la calle. Pero no fue así.
Amaury. ¿Pero eso lo pagabas, lo tenía que pagar tu familia?
Lourdes. No señor, no se pagaba un centavo para nada.
Amaury. Ah, ¿no?
Lourdes. Nada, eso era lo más fácil del mundo entrar en el conservatorio. Mami me inscribió en solfeo, teoría, piano y ballet. Luego tuve que dejar el ballet. Primero porque me convencí de que con estas piernitas tan cortas yo iba a ser una bailarina enana. Pero conjuntamente con eso, ya había matriculado canto. Y mi profesora de canto me dijo: el ballet y el canto no se llevan bien, porque la voz se baja por los ejercicios.
Amaury. Sí, yo he leído en una entrevista tuya que te habían dicho que a las bailarinas les bajaba el tono.
Lourdes. Les bajaba la voz. Sí, entonces yo me sentaba al piano a estudiar mis lecciones de piano. Pero entre col y col, yo me compraba, por ejemplo, María la O.
Amaury. Claro, zarzuelas.
Lourdes. (Canta) Yo misma me acompañaba. Y al lado de mi casa había un saxofonista.
Amaury. Tú no puedes cantar mal ni haciendo estos cuentos. ¡Qué bárbaro!, ¡qué bárbaro! Estoy fascinado.
Lourdes. Entonces el señor le dice a mi mamá -esto fue antes de matricular el canto-…
Amaury. Sí, sí, el saxofonista del que hablamos.
Lourdes. Y el señor le dice a mi mamá: ¿Por qué no matricula a Lourdes en canto? Porque tiene una voz bellísima. ¿Por qué no esto?, qué sé yo. Se matricula el canto con 11 años que incluso, la maestra me preguntó; ¿Ya tú cambiaste de vida, hija? Porque antes no se decía…
Amaury. Ah, se decía, así, claro.
Lourdes. Sí, si no eras señorita no podías estudiar canto y ahí empecé.
Amaury. ¿Qué cosa, qué tendría que ver eso, no?
Lourdes. Ah, yo qué sé, habría que preguntarle a un ginecólogo.
Amaury. Si, a ver si subían los tonos.
Lourdes. Y bueno, nada, de ahí fui, no sé qué cuanto. Un día en mi casa, otro vecino, en otro edificio donde yo vivía, que también me escuchaba tocar y cantar, me llamó y me dijo: Hoy es el cumpleaños de mi esposa. ¿Por qué usted no va y le canta algo?
¡Ay, qué pena!, porque además, déjame decirte algo: tú me dices ahora, cántame algo. ¡Concho, Amaury! Yo soy gente de escenario. Yo si tengo que cantar aquí, posiblemente haga una bazofia, porque me da una pena, siempre he sido así. Pero el escenario no, yo salgo al escenario y cuando veo al público…
Amaury. No, yo sé.
Lourdes. Quiero dar todo, lo mejor, pero aquí no puedo dar nada. Y me dio mucha pena y me fui para allá, entré. Estaba un pedazo de madera aquí, y ahí me recosté, así, como una cucaracha y canté Alma mía. Cuando terminé el señor viene y me dice: Te quiero presentar a alguien y me presentó a un señor. Resulta  ser que se llamaba Roberto Rodríguez. Él era el empresario.
Amaury. Era el manager de la Guillot, de Olga Guillot.
Lourdes. Exacto y de Riolobos.
Amaury. Sí, cuando venía Daniel Riolobos, el cantante argentino.
Lourdes. Y el hombre me dice: ¿usted puede estar mañana por el Teatro Nacional?, se llamaba Nacional, el Gran Teatro. Y cuando llegamos, el señor dice: Usted y su mamá monten aquí. Le digo: ¿Para qué? Dice: Vamos a la casa del maestro Lecuona. ¿Tú nunca has visto una persona que lleve un gato con un arreo y suena un pito o algo y el gato hace: shiiii y no puede correr?
Amaury. Como los dibujos animados que hacen así.
Lourdes. Sentí shiii y le dije a mi mamá: Ni muerta. Dice mi mamá: Usted sí va. Vamos a hacer una cosa: Si el maestro Lecuona dice que usted no canta, salimos del conservatorio, y ya, te quito esa obligación.
Amaury. ¡Qué barbaridad!, qué cosa.
Lourdes. Y salimos para la casa de Lecuona. Entonces fue una cosa terrible. Yo sudaba, estábamos en septiembre y yo sudaba como condenado a muerte. Hasta que me llama y me dice, me mira así y me dice: ¿Qué vas a cantar, comino?
Amaury. ¿Comino?
Lourdes. Comino, yo tenía 15 años.
Amaury. Claro.
Lourdes. Pesaba 80 libras. Estaba fea que partía el alma aquello.
Amaury. No, tú no puedes haber estado fea nunca, pero bueno.
Lourdes. Sí, yo te digo a ti que estaba feísima, hay testimonios fotográficos de entonces. Yo me compuse con los años. Ahorita me descompongo con los años, hasta aquí me compuse. (risas)
Entonces, Amaury, él empezó. Yo, oye esto: le puse el papel del piano así.
Amaury. Ah, no, pero eras osada. Ponerle un papel de piano, acompáñame eso.
Lourdes. Se lo puse, idiota yo. Bueno, y él no me dijo yo me lo sé, no, no. Él miraba y tocaba. Y cuando terminé, él tenía un empleado al que él le decía Tita Rufo. Entonces se vira y le dice: Tita -esto no lo había dicho con ninguno- inclúyeme al comino en el concierto del 9 de octubre. Y nada, llega el día del concierto. Amaury, no te lo quiero contar, si hubiera sido un muelle, no hubiera temblado tanto. Llegó el momento, salí  (canta) con un vestidito de diez pesos que era lo que mi mamá había podido comprar, mis pelitos sueltos. Lecuona no me dejó ponerme ni polvos, porque él quería aprovechar la cosa de la muchachita.
Amaury. Claro, sí.
Lourdes. Esto fue el 9 de octubre del 55. Cuando yo terminé de cantar, cogí el vestidito (hace gesto de saludar al público tirando besos), la gente decía (imita murmullos) era lo que yo oía y yo en medio del escenario fui y le dije a Lecuona -porque eran dos números, uno para la primera parte y otro para la segunda-: Maestro, ¿qué canto ahora?  Lo mismo, Comino, lo mismo y volví de nuevo. Esa es una anécdota hermosísima para mí.
Amaury. Bueno. Eso fue el gran, tu gran momento en el teatro con Lecuona. Pero, ¿cuándo conoces entonces a Paquito Godino y te vas al Coro y descubres la música popular?
Lourdes. Bueno, lo de Paquito Godino me cayó en las manos como me cayó lo de Lecuona. Porque no sé, yo…
Amaury. ¿Pero quién te lo presentó?, él es del coro.
Lourdes. Yo había hecho algún que otro programita de televisión cantando canciones líricas, no justamente la cosa lírica, lírica, sino canciones líricas. Y un día me llaman y me dicen que Paquito, el Coro de Paquito Godino, de la CMQ…
Amaury. Sí, Claro, era el coro Nacional de Cuba.
Lourdes. Un renombre tremendo, que tenía una contrata en Tropicana, pero habían dos compañeras cuyos esposos no les permitían hacer cabaret.
Amaury. ¡Qué cosa, qué cosa!
Lourdes. Bueno, yo fui, por supuesto, por supuesto que fui. Todo esto se lo debo a Alberto Pujols, que dice que me vio cantar en un estudio.
Amaury. Sí, pero bueno, seguro que si lo dice es porque lo vio.
Lourdes. Paquito ensayaba, él con 14 personas, en el Estudio 14, el chiquitico, chiquitico.
Amaury. El más chiquito.
Lourdes. Bien, yo llegué y Alberto le dijo: Mire, Paquito, ella es la muchacha de la que le hablé. Paquito estaba así, en el piano, yo entré por aquí, por esta puerta, y me dice él: ¿Usted sabe música? Dígole: Sí, maestro. Me dio un pedacito de papel así, con una voz escrita y me dijo: yo la necesito en la cuerda de las mezzo. Siéntese ahí, vamos a ensayar (tararea). Se queda. Y me quedé y estuve año y medio en Tropicana, con el coro de Paquito, que ese fue otro lugar maravilloso. Era aquel Tropicana que no tiene comparación con nada que yo haya podido ver ni en Cuba, ni fuera de Cuba, después de eso. Pero allí conocí, por ejemplo a Nat King Cole. Allí trabajé con Celia Cruz y con la Emperatriz del Danzonete…
Amaury. …Ah, con Paulina.
Lourdes. Con Paulina Álvarez, pero además la orquesta era de primera, dirigida por Armando Romeu.
Amaury. Claro, Armando Romeu.
Lourdes. Y los músicos eran, para qué te cuento y al piano, Paquito Godino… entonces, después de eso, salí y entré en un trío, pero no para hacer voces con el trío, el trío me acompañaba.
Amaury. Ah ¿pero entonces ya tú eras solista antes de lo que la gente creía que tú eras solista?
Lourdes. Sí, claro, antes. Fue más o menos en esa etapa que se hizo un espectáculo en Tropicana y se conformó un cuarteto. El cuarteto en primera instancia estaba conformado por Lourdes Gil, Chamaco García, Héctor Rodríguez, del Coro de la CMQ, y yo.
Y conjuntamente con eso, ya yo venía haciendo mi carrera de solista, en cabaret, como por ejemplo: estuve en el Alí Bar, en los tiempos de Fernando Álvarez, del Benny y de los grandes que pasaban por allí.
Amaury. Pero muy jovencita, Lourdes.
Lourdes. Muy jovencita. Estuve trabajando en el Flamingo, estuve en el cabaret Las Vegas, también y en otros que ni me acuerdo los nombres, la verdad, porque ya son muchos años para que uno se acuerde de tantas cosas.
Amaury. Sí, claro. ¿Y cuándo se forman los Modernistas?
Lourdes. Los Modernistas se forman en abril del 60. Estaba, Miguel de la Uz, mi esposo.
Amaury. Miguelito, después.
Lourdes. Que fue después mi esposo, Eugenio Fernández y Gilberto Aldanás.
Amaury. Ahora, Lourdes ¿y por qué tú, que ya tenías una incipiente carrera como solista, por qué decides abandonar la carrera como solista y convertirte en la voz principal de un cuarteto, pero formando parte de un cuarteto?
Lourdes. Porque es que la cosa armónica me fascina.
Amaury. Ah, porque te gusta el mundo armónico.
Lourdes. Y le agradezco mucho al cuarteto Los Modernistas, a Fernando Mulens, a mis compañeros, todo lo que aprendí dentro del cuarteto. Porque era un cuarteto, además de ser un buen cuarteto, está feo que lo diga…
Amaury. No, no, era un gran cuarteto.
Lourdes. Éramos cinco personas con una seriedad tan grande  para hacer lo que hacíamos. Aprendí muchísimas cosas, muchísimas cosas aprendí.
Bueno, y me mantuve en Los Modernistas, por ejemplo, en el año 80 y algo, mira si yo estaba aferrada a ellos, y lo voy a decir porque así sucedió, que Chucho Valdés un día me encontró en la calle -yo siempre he admirado a Chucho con todo lo que se puede admirar-…
Amaury. El que no admire a Chucho está loco.
Lourdes. Bien, no, no, pero yo lo conozco desde que estaba en la orquesta de Tropicana. Es un ser maravilloso. Y Chucho me propone hacerme un disco a mí, que él me iba a hacer los arreglos, que iba a tocar el piano, que iba a hacer la producción, no sé qué.

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