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soyquiensoy (Ricardo R. González)

«Con 2 que se quieran» Sara González (Parte I)

«Con 2 que se quieran» Sara González (Parte I)

“El pedazo de Patria que me toca lo voy a asumir, con todos y por todos”

Amaury. Muy buenas noches. Estamos en “Con 2 que se quieran”, aquí, en el corazón de Centro Habana, en Prado y Trocadero, en el barrio de Lezama Lima, en los legendarios Estudios de Sonido del ICAIC.

Hoy nos acompaña, me río en cuanto empiezo a presentarla porque la quiero mucho. Es mi amiga, una de las amigas más importantes a lo largo de toda mi vida. La principal cantautora de Cuba, la gran cantautora de Cuba. En un momento determinado fue la única, ese es un término que le pega bien; la única: Sara González.

Sarita querida, muchas gracias por venir, mi niña.

Sara. ¡Ay, qué lindo!

Amaury. Gracias por venir. Bueno, ¿qué queda de la niña Sara que estudiaba viola?

Sara. ¿Tú te acuerdas de aquello? Ay, Amaury, lo que queda es un lindo recuerdo. Un recuerdo que tiene que ver hasta con mi mamá, porque resulta ser que para Rosa era la gran ilusión de su vida. Ella nunca quiso que yo fuera artista y realmente me lo demostraba, me lo decía y me lo hacía saber constantemente, pero cuando ella me vio con la viola en la mano, ya eso fue otra cosa. Ya ella me veía en la Sinfónica, toda vestida de negro con aquella cosa, y entonces le pareció una idea maravillosa, a mi mamá le gustaban las cosas finas. Entonces ahí empezó la gran lucha de que Sara estudiara la viola y a Sara que no le gustaba la viola. Al final me gusta mucho como instrumento, por supuesto, es un instrumento de la cuerda, quiero decirte que es uno de los instrumentos más lindos de lo que es la familia de las cuerdas, realmente tiene un sonido maravilloso.

Amaury.  Sí, es muy dulce, la gente puede no saberlo…

Sara. Tiene como un terciopelo, es como si le hiciera un segundo al violín, una cosa así, pero yo no iba a ser nunca una violista… Yo lo que quería era tocar la guitarra y hacer canciones y esas cosas y era lo que me interesaba más que nada.

Amaury. Pero bueno, me hablaste de Rosa, y por supuesto eso me lleva a Marianao, que fue donde yo te conocí.

Sara. Ahí me tuvo Rosa cuatro años con la viola al hombro.

Amaury. ¿Pero estudiando en el Conservatorio de ahí?

Sara. No, de ahí no, en el Amadeo Roldán. Sí, porque primero yo estaba en Centro Habana.

Amaury. ¿O sea, tú naciste entonces en Centro Habana y después te fuiste a Marianao?

Sara. Sí, yo soy de Cayo Hueso.

Amaury. Pero en Marianao fue donde nos conocimos, ya tú estabas allí con tu papá.

Sara. Sí, mi papá, Berto.

Amaury. Tu papá Berto que era una maravilla, que hacía aquellos tabacos, y de vez en cuando me regalaba alguno, era un torcedor.

Sara. Eran pipas ¿te acuerdas?

Amaury. ¡Claro! Tuve una muchísimos años. ¿Cómo tú recuerdas a aquella Sara que yo he visto en fotos?, porque yo no te conocí cuando niña, desgraciadamente, hubiéramos sido amigos mucho antes. Aquella niña rubia, de pelo casi blanco, con los ojos bellos que te acompañarán hasta el final. ¿Cómo eran Berto, Rosa?

Sara. Berto era un personaje. Mi papá era un hombre maravilloso, un hombre que era tabaquero de toda su vida, pero que te salía a cada rato con cada frase y te decía: “Porque como Carlo Magno dijo…”

¡Qué cosa! ¡Carlos Magno!

Y la historia es que ellos tienen lectores. Entonces mi papá conocía de la vida de grandes e ilustres figuras de la Cultura Universal a través de lo que les leían en la tabaquería. Mi papá se leía todos los cuentos, que si (Emilio) Salgari, que si Zola, que si Dostoievski porque se los leían y me salía con cada cosa de esa. Era muy simpático. Papá era muy gracioso porque mi papá era este tipo de hombre que no habla. A él no le gusta que lo molesten ni molestar a nadie y era muy simpático, cuando abría por fin la boca.

Amaury. ¿Tú tienes hermanos, Sara, o hermanas?

Sara. Tengo una hermana que vive en Placetas, que es de donde son ellos, mi mamá y mi papá nacieron allí en Placetas, toda mi familia por parte de padre y madre. Se conocieron de niños, fueron compañeros, hasta la adolescencia iban a los bailes juntos y todo, entonces mami fue para Santa Clara y después vino para La Habana y mi papá se quedó allá, se casó, su esposa falleció, pero tuvieron a esa hermana mía y ella vive en Placetas. Nosotras nos parecemos mucho a mi papá, ella es la versión trigueña y yo la versión rubia.

Amaury. Ahora, tú hablaste del Conservatorio. Hablemos entonces de la niña que estudiaba viola en el Conservatorio. ¿Cuáles eran tus amigos y tus amigas en el Conservatorio Amadeo Roldan?

Sara. ¡Ah, bueno! Aquí hay una cantidad de músicos, por suerte, la generación…

Amaury. …Del Amadeo

Sara. En el Amadeo Roldán sí, el que está por Rastro y Belascoaín. Hay una generación de músicos que participó conmigo en aquella época de estudios, que hoy por hoy son grandes músicos de este país, entre ellos Lucía Huergo, Jorge Aragón, María Elena Mendiola, Laura Inclán.

Amaury. José María, ¿no?

Sara. José María (Vitier), Sergio (Vitier). Cuando yo entré Sergio ya estaba en la escuela, un poquito mayor que yo era Sergio, María Felicia (Pérez)… A ver quién más… Bueno, muchas. Alfredito Muñoz, Marta Campos, un poquito más…

Amaury. …Más joven.

Sara. Entonces había un ambiente muy rico, donde claro, en aquel momento había cierta pugna entre lo clásico y lo popular. ¡Tú sabes! Había muchos profesores todavía con sus mentalidades limitadas en ese aspecto, pero nosotros no, a nosotros no nos importaba eso. Nosotros nos íbamos para la casa de Aragón, poníamos las cintas de Blood, Sweat and Tears, oíamos lo último de los Beatles, estábamos todo el tiempo llenándonos de música.

Amaury. ¿Y por qué todos ellos te recuerdan a ti tanto? Tú eras un poco…

Sara. Yo era muy buena, yo era una niña muy tranquila, yo era muy buena.

Amaury. No, no lo creo, nunca fuiste…

Sara. ¿Por qué chico?

Amaury. …porque tú nunca has sido una mujer tranquila, ¿cómo tú me vas a decir…?

Sara. Oye ¿Pero qué es lo que tú me sabes a mí?

Amaury. Tranquila, ¡no!, yo te sé cantidad, lo que te quiero decir es ¿por qué todos ellos te recuerdan y dicen ahí estaba Sara?

Sara. Porque nos llevábamos muy bien, Amaury, porque realmente cuando te cuento todo esto, también estoy mirando un fondo de un ambiente maravilloso, muy armónico, muy lleno de cosas bonitas que nos pasaron en aquella época. Eran momentos también muy convulsos de la Revolución, cambiando cosas… Había muchas, había la revolución de las revoluciones esas que son capaces de crear cosas maravillosas.

Amaury. ¿Pero tú ahí armaste varios grupos?

Sara. ¡Ay, niño!, yo armé un grupo ahí que se llamaba Radix 7 y ¿a que tú no sabes quien tocaba el saxofón? Ana Nora Calasa.

Amaury. Parece el nombre de un antiparasitario.

Sara. Radix 7 dicen que es una nebulosa de no sé qué diablo. Cuando aquello Ana Nora era muy lectora de ciencia ficción y de esas cosas y entonces ella dice que ese era el nombre del grupo. Bueno, eso mismo, como éramos siete…, Ele Valdés tocaba el acordeón.

Amaury.  ¿Ele Valdés, de Síntesis?

Sara. Sí, Lucía el piano, yo tocaba guitarra y Margarita, que es profesora de Caturla, tocaba la batería y como no había mujeres en aquel momento que tocara el bajo, teníamos una compañera que se llama Anisia Bustelo, que tocaba fagot. El fagot es un instrumento largo así, que parece una cosa extraña, que después te voy a decir lo que parece y realmente mucho. Entonces lo usábamos para hacer las notas graves de las armonías porque no teníamos quién las hiciera.

Bien, para hacerte un cuento muy simpático, nosotros fuimos al Amadeo Roldán, había un festival de combos. El público era, ¡vaya!, de lo peor. Cuando aquello había una cosa que se llamaba Los Chicos de la Rosa, otros del Palo, bueno, unas cosas rarísimas de la época.

Nosotras nos habíamos mandado a hacer unos trajes así a rayas -yo cuando aquello no estaba gorda-, pero la que tocaba el fagot, aparte de ser así, era así (señales de largo y ancho). Bueno, cuando se pone aquel traje, y cuando aquello se usaba la minifalda, ¡figúrate tú!, aquel traje por aquí y así (señales de corto y estrecho). Era una cosa horrible. Y dígole yo: ¡fíjate, así no se puede salir hoy en público! Yo me acuerdo que había un grupo que cantaba Downtown, que tenía 7 panderentistas. Eso nada más se ve en este país.

Y los de Downtown decían (notas de una canción) y el público decía: ¡Váyanse ya, papelaseros! Yo dije: ¡caballero, ese público está de madre, cuando salga esta rayada así, esto va a ser la candela y más con aquella cosa! Mira, salimos. Nosotros éramos instrumental lo que hacíamos y, tocamos “In My Life” de los Beatles. Dice un cacho de… de allá arriba: ¡Gorda, suelta la bazuca! (risas)

Amaury. (risas) A la que tenía el fagot…

Sara. Mira, cuando yo oigo aquello de la bazuca… El fagot es verdad que parece una bazuca y empieza aquel teatro Amadeo Roldán en pleno: ¡gorda, suelta la bazuca! ¡Gorda! Yo miraba a la gorda, y la gorda quería morirse.

En ese momento me viro para Margarita y le digo: ¡rompe, con un tumbao! Y un coro ¡Gorda, suelta la bazuca! y así estuvimos como cuarenta minutos, el público cantando y el degenerado aquel dando brincos allá arriba. Y la gorda se quitaba el fagot y bailaba con todo aquello y salimos bien, en aquel momento de nuestra experiencia.

Amaury. Sara ¿cuándo tú te encuentras con Leopoldina Núñez?

Sara. Ah, Leo es una mujer maravillosa, una de las mejores profesoras que ha habido de guitarra en este país, la verdad. Cuando yo fui a estudiar la viola, no entré de primera y pata a la carrera de la guitarra, porque ella ese año presentó a sus alumnos. Era muy conocida la labor de Leopoldina como profesora, ella formó a mucha, mucha gente que dieron clases con ella, que tocan ese instrumento o que le deben muchas cosas a ese instrumento.

Entonces, bueno, Leo yo la vengo a conocer y a darme el gusto de dar clases con ella, cuando me voy a la Escuela de Instructores de Arte, que salgo del Amadeo Roldán y me pongo a pensar que yo lo que quería hacer realmente y lo que honestamente siempre sentí, una gran vocación -te lo digo honestamente- una vocación de enseñar, de enseñar y sobre todo la música.

Entonces me fui preparando, estuve un año y pico en esa Escuela de Instructores de Arte, y estaba Leopoldina (Nuñez), estaba Guyún y tuve una preparación buena, buena para ser profesora de música y ahí aparece Leo.

Amaury. ¿Cuándo aparece la trova?

Sara. Ahí, ahí yo empiezo.

Amaury. La Nueva Trova.

Sara. Ya antes de eso, estando en el Amadeo se da el Concierto del 67 de la canción política y yo voy y canto allí y me vieron varias gentes cantando, pero yo no canté con guitarra ni nada. Yo canté “La Era” (La era está pariendo un corazón, de Silvio Rodríguez), o algo por el estilo y ahí es donde yo hago mis primeras cosas y entonces voy a una fiesta. Tú me decías el otro día: La canción del ahorcado, porque yo me lo aprendí con Ana Nora y toda este gente, y entonces la canté ese día. Silvio Rodríguez se quedó así, como diciendo: ¿y esta de dónde sacó…?

Amaury. “La canción del ahorcado” y “La tierra”, ¿no?

Sara. (tarareando) “La tierra era rojiza, púrpura cielo”… Y Silvio que estaba ahí, yo me acuerdo que fue una fiestecita de amigos y eso, una descarga, se queda así y me dice: ¿Oye, de dónde tú sacaste esa canción?

Amaury. ¿No se conocían de antes, se conocieron en esa fiesta?

Sara. Ese día y entonces después nos vimos en alguna que otra actividad y yo seguí en la Escuela de Instructores de Arte y un día me encontré con Silvio y con Pablo en la parada de 23 y 14 y fue cuando Pablo me dijo: “Mira, ¿tú nunca has hecho nada, musicalizar cosas?”

Y yo: ¡No mucho, no, la verdad!

¿Y te atreverías con unos versos de Martí? Yo tengo un programa que hacer sobre Martí, ¡atrévete a ver que tal te queda ese trabajo! Entonces me dijo: ¡ven a buscarlo!, ese fue Pablo y Silvio me dice que pronto él iba a grabar un tema para una aventura y que si yo quería cantarlo. Me acuerdo que iban con Armando Guerra… también conocí a Armando Guerra. Nada, yo por poco me desmayo, cuando esa gente salió por ahí pa´llá, y yo dije ¿ehhh?, ¿qué dije?,  ¿en qué me metí?, ¡Ay Dios! Y ahí fue donde me metí en ese lío.

Amaury. Te fuiste a cantar Un hombre se levanta, pero además, en aquella época la gente no sabía si era Silvio por el tono.

Sara. Eso fue un error. Fue aquí en este estudio, donde estamos haciendo esta maravilla de programa. Llegamos y no nos damos cuenta que se había hecho el arreglo a la canción por el tono que más o menos Silvio había dado. Cuando termina de grabarse, después que ya tú tienes grabada aquella música… ¡oye, no le cambiamos  el tono! ¡Ay, Dios! ¿Y ahora qué hacemos? Bueno, pues vamos a ver, al que mejor le quede y entonces a mí me quedó mejor, aunque me quedó en un tono gravísimo, muy grave para mí, yo primera vez en mi vida que cantaba en ese tono y entonces por eso la gente decía… Fíjate que yo salí en un programa de televisión Buenas Tardes, ¿te acuerdas? entonces primero canté una cosa mía, después una de las cosas de Martí y después canto aquello. Y la gente decía: ¡no, ella no fue, ella es la otra; la que cantó la segunda esa sí es ella! Y hubo gente que se apostó cajas de cerveza que llegaron a mi casa ¿dónde está mi caja de cerveza?

Amaury. Pero fue tu primer éxito de todas maneras, radial y televisivo y todo.

Sara. Sí, si, fue una cosa impresionante, Amaury, yo salí del programa y cuando salí para la calle me rodearon una pila de niños para… ¡fíjate que yo me quería ir para Placetas! Tú le tienes miedo a la gente igual que yo.

Amaury. ¿Y ya habías escrito alguna canción tuya antes de ese momento?

Sara. No recuerdo, Amaurito, puede ser que sí, puede ser que sí, pero algo muy ligero, no era una canción. Fíjate que yo no lo recuerdo.

Amaury. ¿Y por qué llegas al grupo de Experimentación Sonora, por qué, quién te propone?

Sara. Por ahí, ya por ahí empiezan esta gente: ¡Vete para allá, que estamos dando clases con Elósegui (Juan), con Federico Smith! ¡Que estamos haciendo audiciones con Leo (Brouwer), vas a ver! Ya yo había empezado a dar las clases como profesora y tenía que estar corriendo de un lado a otro para no perderme las clases del grupo. Y cuando uno se dedica también a ser profesora, o lo haces bien o no lo haces. Había que preparar clases, estudiar para mostrar métodos, sobre todo de enseñanza, porque no es lo que tú sepas, sino cómo tú lo trasmites. Entonces, bueno, eso fue difícil desde ese punto de vista, y ligar las dos cosas ya me tenía muy atormentada. El trabajo del Grupo (Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC) no era que tuviera que estar cantando todos los días ni haciendo actividades, nosotros no salíamos del segundo piso del ICAIC, bueno, tú estabas allí, tú lo viste. Era recibir clases, y era escuchar música para analizarla y ensayar y tocar.

Amaury. Y grabar para los documentales.

Sara. Y veníamos para acá (Estudios de Sonido del ICAIC) y era estar horas grabando cosas, improvisando, probando tal ritmo con tal cosa, en fin… Creo que fue un momento muy bonito y se trabajaba mucho para el cine, no porque ese fuera el trabajo del Grupo…

Amaury. …Pero hicieron muchísimo.

Sara. Muchísimo porque nos tenían a toda esa gente todo el día metidas juntas en el mismo sitio.

Amaury. ¿Las primeras canciones tuyas surgieron…

Sara. A partir de ese trabajo, “Qué dice usted”; “El programa del Moncada”; otra cosa más que yo hice para un documental sobre el 13 Congreso. Muchas cosas, yo compuse mucho.

Amaury. Ahora Sara. ¿Cuando tú entraste al Grupo ya estaba Ana Besa, la oboísta?

Sara. Sí, ya estaba.

Amaury. ¿Y hubo alguna resistencia por ser mujer, no tienes que decir nombres porque no hace falta?

Sara. Mira Amaury, las cosas se dicen o no se dicen, o se callan para siempre o se dicen y la gente tiene que tener la valentía de decir las cosas, porque lo que no se puede es matar la historia y la historia está, y más tarde o más temprano se va a saber.

Por ejemplo, yo tenía en contra, no en contra, vamos a decir la verdad, tenía una persona con reservas. ¿Esto dará resultado? Porque realmente yo no venía de nada, yo venía de estudiar música. Yo no vengo con una historia como la tenía el mismo Pedro Luis (Ferrer) o el mismo Mike (Porcel)

Aspiraba medio mundo a estar en el Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC, eso era lo más grande. Todos querían estar ahí. Y entonces yo de repente, la sanaca esta que no había cantado nada ni nadie la conocía, de repente llega y ya está con un tema para no sé qué y hace un programa de televisión con Pablo Milanés. Tuve suerte. En esto hay que tener también un poco de suerte en la vida, no solamente con el talento caminas, hay que tener suerte. Hay que ser oportuno, que no es lo mismo que oportunista.

Amaury. Y también seguir el destino, cada cual tiene un destino.

Sara. Saber en qué momento tienes que hacer las cosas y cuando no las debes hacer.

Amaury. Y ahí entonces ¿quién se opuso, quién decía no, yo creo…?

Sara. Alfredo Guevara. Con todo mi respeto. Que él jamás en la vida demostró ni tú me caes mal, tú eres pesada. El decía: “Yo no conozco a este personaje, ella no trae ninguna historia, vamos a esperar. Lo que dijo fue, ¡vamos a esperar!, no dijo un no rotundo, si él dice un no rotundo, jamás me hubieras visto en la historia de la papeleta esta. Si él dice un no rotundo hubiera sido así. Pero no dijo no rotundo, él dijo: Vamos a esperar, vamos a probar, vamos a esperar. Hasta que se hace aquel concierto en la Cinemateca, que era por los encuentros de Música Latinoamericana que se daba en la Casa de las Américas y ahí yo canto para el público. Al otro día yo estaba ya contratada, pero tuve que demostrar que tenía algo para dar, o algo que enseñar, o algo que compartir.

Amaury. De todas maneras es una bonita experiencia que tú viviste y un privilegio.

Sara. Y había gente que creía más en mí que otros.

Amaury. Pero bueno, eso es normal.

Sara. Te digo, es normal, es que yo no venía con ninguna historia. La duda podía ser el ente que me persiguiera más rápidamente.

Amaury. Además, y el Grupo del ICAIC era una idea de Alfredo que había tratado de rescatar a aquel grupo de muchachos con Leo y gente que venía de la Casa de las Américas y eso. Pero bueno, hablando de la Casa de las Américas, tu primer disco y, eso es una cosa que siempre me ha llamado la atención. Tu primer disco no es cantando tus canciones, o canciones de cualquiera de ellos, tú haces un disco musicalizando a Martí, ese es tu primer disco.

Sara.  Esa es una oportunidad también muy bonita. Creo que la idea surge porque ya hay una obra que Pablo Milanés ha musicalizado de Martí, con suficiente peso e importancia y de ahí es que surge la idea. La gente pensante de la Casa de las Américas, que qué bonito sería tener una colección de estos poemas y empezar a hacer una serie. Y fíjate, que el primero que hace Pablo es una cajita, yo me acuerdo que era una cajita con los discos en 45.

Amaury. Sí, los discos pequeños.

Sara. Disquitos pequeñitos sin acompañamiento, nada más que de la guitarra, fueron así. Estando eso en proceso de salida y todas esas cosas, Pablo habla de que yo también, que fue lo primero que hice, que ya yo tenía un material. Si porque yo en el momento ese que yo tenía un material, yo tenía tres versos sencillos, que es cuando yo te conozco a ti.

Amaury. Me cantabas las canciones por teléfono.

Sara. Porque yo de repente tan fresca, tan caretúa que me llaman de la Casa de las América y me dicen: ¡Estás grabando el mes que viene un disco de la poesía de Martí! Digo: ¡Ah, me va a quedar bello, usted va a ver!

Me fui para mi casa y dije: ¡Caballero, mira que yo estoy loca! ¡Si yo nada más tengo tres cosas! Bueno, ahí puse a mi prima Martha Eugenia a buscar, a seleccionar, y me decía: ¿Qué te parece esto? ¿Qué? ¿tú le ves música? Bueno, por suerte que Martí tiene una música.

Amaury. Que ya tiene su música.

Sara. La cosa es encontrársela. Y a ti te tenía totalmente enloquecido.

Amaury. Me encantaba.

Sara. Tú vivías pegado al teléfono esperando que yo te llamara: ¡Oye este pedazo! ¿Qué tú crees? Sigue, por ahí, sigue por ahí.

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