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Ojo con las IRA en la edad pediátrica villaclareña

Ojo con las IRA en la edad pediátrica villaclareña

Por Ricardo R. González

Villa Clara experimenta un aumento de las infecciones respiratorias agudas (IRA) en la edad pediátrica en consonancia con lo que ocurre, tradicionalmente, en el período de septiembre a marzo.

Lo corrobora la Dra. Dianevys Arango Inerariti, vicedirectora de Asistencia Médica en el hospital pediátrico universitario José Luis Miranda, al precisar que son los meses con mayor circulación de los virus provocantes de estos padecimientos, sobre todo en menores de cinco años.

La especialista de I Grado en Medicina General Integral y en Pediatría advierte el incremento de casos en el Cuerpo de Guardia habilitado para la atención a pacientes con IRA en el contexto de la Covid-19 a razón de 20 a 25 incidencias diarias, algo que no ocurría antes de septiembre.

Entre los síntomas comunes de estos procesos respiratorios aparece la fiebre, considerada como temperatura normal hasta los 37oC, y a partir de esta cifra comienza la febrícula o destemplanza llamada a observarse.

Al marcar el termómetro los 38oC es considerado franco período de fiebre, y ya en los 39oC resultan valores más serios que demandan un seguimiento facultativo.

En el cuadro clínico figuran, además, las obstrucciones nasales o tupición, las propias secreciones, tos, y puede aparecer falta de aire (disnea) que reclama el seguimiento de los adultos «porque también estamos en los meses que inicia la bronqueolitis como enfermedad benigna que afecta sobre todo a los menores de dos años, pero pudiera acarrear complicaciones.

«Ello lleva a extremar la vigilancia en tiempos de pandemia, a tenor de que también constituye una enfermedad respiratoria», argumenta la Dra. Dianevys Arango.

Un punto en extremo peligroso recae sobre la automedicación ya que induce a una reinfección bacteriana ante la resistencia de ese germen al antibiótico administrado sin prescripción médica, por lo que complejiza las acciones en torno al control de la infección.

En el caso de los antipiréticos utilizados para bajar la fiebre se corre el riesgo de que el infante haga una hipotermia o disminución considerable de la temperatura con marcados contratiempos ante un descenso brusco.

Si de recomendaciones se trata lo principal en procesos infecciosos resulta la higiene con énfasis en el lavado de las manos, el uso obligatorio de la mascarilla facial o nasobuco y su empleo adecuado.

«Es necesario ocluir la nariz y la boca al ser orificios que se comunican directamente con el aparato respiratorio y permiten la entrada de virus, no solamente del SARS-CoV-2, si no de otros causantes de procesos sépticos», precisa la experta.

Ante cualquier síntoma insiste en la necesaria consulta médica para el oportuno tratamiento, y vigilar signos de alarmas como fiebre, decaimiento, falta de apetito y dificultades en el ritmo respiratorio del infante.

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