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Las pasiones de Conchita

Las pasiones de Conchita

Por Ricardo R. González

Preámbulo

Cuando un grupo de científicos cubanos cifran las esperanzas con la vacuna Soberana para mitigar los efectos de una pandemia que ha transformado al mundo, vale reconocer, también, los aportes de otras personalidades que, justo en su momento, realizaron hallazgos para beneficio de todos.

Es el caso de la Dra. Concepción Campa Huergo, autora principal de la única vacuna existente en el universo contra la menigoencefalitis tipo B.

Con ella tuve la oportunidad de conversar varias veces en la era en que no existían las ventajas de la digitalización, pero creo que vale la pena transcribir todo ese material para aproximarnos a los que han desafiado peligros, a los que tuvieron que minimizar sentimientos, cohibirse de expresarlos, y entregarse por completo a una causa admirada por todos.

El agradecimiento a Conchita se hace eterno, por pensar tanto en la humanidad y dedicarle a ella las bondades que salen del alma.

 

Apenas supo que Psicovilla 2002 incluiría un espacio dedicado a la medicina natural, la Dra. Concepción Campa Huergo prometió su asistencia. Atenta escuchó el taller relacionado con las ventajas de las esencias florales. Hizo sus correspondientes anotaciones, apreció la profesionalidad científica de los coterráneos y la de esa reserva juvenil que busca nuevos hallazgos en favor de la humanidad.

«Por eso cada vez que vengo a mi provincia (sagüera de nacimiento) me lleno de vitalidad», declaró en el diálogo con el reportero sin reparar en el tiempo. Entonces vino su primera confesión al considerarse admiradora de las flores «porque bien indicadas, constituyen una excelente fuente preventiva de numerosas enfermedades que hoy cubren de desdichas el mundo.

Para muchos la Presidenta y directora del Instituto Finlay —encargado de producir vacunas y sueros en la isla— incursionó por los caminos de Hipócrates. Sin embargo, prefirió la bioquímica, y su diploma de titular universitaria le confiere la licenciatura en Ciencias Farmacéuticas.

Mas, el vínculo de Conchita con las especies florales deviene algo inestimable que supera el simple detalle de nacer un día 13 del llamado mes de las flores: mayo. Quizás desde los tiempos de estudio, cuando por sus resultados académicos participó en una investigación realizada en torno a la vicaria, junto a personalidades húngaras.

Lo anterior no me lo dijo, pero lo sé. Ella prefiere que obvien distingos y que la sigan viendo como aquella sagüera que nunca ha marchado de su terruño. Ese que le propicia gratos recuerdos de la infancia entre el ir y venir en su bicicleta por la calle Máximo Gómez, o el de las pláticas con su hermana María Aurora —especialista en cardiología pediátrica—

Ha pasado el tiempo, Víctor, su papá, ya no está, Y en el momento de la entrevista Concepción, la mamá, defendía a ultranza su identidad con la Villa del Undoso y comparte con su hija la predilección por la flora.

— Conchita, ¿por qué las flores?

— Aunque mi trabajo es crear vacunas he podido constatar que la medicina natural respeta más al hombre, a su entorno, y está al alcance del pueblo. Resulta económica e inocua, y aunque los fármacos sean indispensables, y en muchos casos vitales, sus compuestos químicos no quedan exentos de ocasionar reacciones.

De aquí la clave de su afinidad por la microbiótica o la llamada «larga vida» que influye en la corrección de hábitos dietéticos para mejorar la salud del individuo. «La mayoría de las preferencias alimentarias de los cubanos inducen a enfermedades lamentables. Ocurre también en otros países. Por ejemplo, en los propios Estados Unidos más del 70 % de las entradas salariales se invierten en problemáticas atribuibles al organismo.

Muchas se pudieran eliminar si desde temprano aplicamos métodos alejados de nutrientes acidificantes, entre ellos, grasas, azúcares y muchos otros. Conozco bien que cambiar patrones tradicionales no resulta algo sencillo, mas tampoco imposible ¿Por qué entonces no incluimos los imprescindibles vegetales en la dieta diaria?

SUEÑOS DESDE EL «FINLAY»   

Desde pequeña Concepción Campa decía a sus padres que su mayor deseo era el de hacer una medicina para curar a las personas.

Hace más de una década surgió esa vacuna antimeningocóccica que revolucionó el universo.

El equipo lo formaron diez integrantes. Trabajaron de manera inicial con los meningococos A y C. Un día le propusieron la acción directa con el germen vivo del B cuando no había ningún tipo de protección, no obstante, cada uno expresó sus compromisos.

En agosto de 1991 Conchita relató a este reportero que sintió un temor horrible, «me vi —hipotéticamente— varias veces con el padecimiento, y tuve que cohibirme de acariciar a mis dos hijos. Gracias a mi esposo y a todos los que ayudaron concluimos el empeño».

Siete años de incesante búsqueda hasta lograr los resultados finales para lo cual siempre contaron con el apoyo de Fidel. Luego enfrentar las difamaciones e intrigas por parte de los enemigos externos. Por suerte, cada prueba rebasó las exigencias extremas, incluso, en los laboratorios de mayor prestigio internacional.

Por eso nunca le han faltado motivaciones y habla de sueños. Todo el colectivo está enfrascado en vacunas contra la leptospirosis o el cólera, o en proyectos conjuntos para tratar de detener los azotes del cáncer, pero han decidido incluir un capítulo dedicada a la medicina natural asiática, la terapia floral y la dietoterapia o curación a través de alternativas.

«Hay enormes deseos de trabajar y damos pasos firmes. Requiere de mucha ciencia. A eso nos dedicamos la comunidad científica cubana, a pensar en la humanidad y en las formas de que podamos contribuir a su bienestar. Sufrimos cada vez que una prueba arroja un saldo negativo. Es entonces cuando no admitimos depresiones porque un minuto perdido resulta imperdonable para el prójimo.

A quien rige los destinos de este prestigioso instituto y la Universidad Médica villaclareña la declaró Doctora Honoris Causa, le fue postergada, en fecha reciente, la visa para viajar a los Estados Unidos. «La concedieron 48 horas después de iniciadas las sesiones de trabajo

Mira, este mismo evento (Psicovilla) confirma que los hombres y mujeres de ciencia no solo velan por el bienestar de su pueblo, si no que piensan en la forma de tender la mano a quienes la necesite, sin detenerse en fronteras ni divergencias políticas. Allí están nuestros colaboradores internacionalistas en la mejor muestra de hermandad sin límites».

Algunos países rechazaron el envío de la vacuna cubana. Así ocurrió con Uruguay cuyo gobierno de entonces la rechazó. «Cuántas personas y niños murieron por falta de ella, pero el gesto de Cuba de enviar donativos, gratis, nos llena de vida».

Sepa que esos primeros lotes se procesaron en una madrugada de sábado para domingo. «Buscamos a las personas a altas horas de la noche. Nadie preguntó por qué ni para qué, y hasta vinieron con sus respectivas familias».

Vuelvo a remontarme a aquel agosto de 1991 cuando también le pregunté a Concepción Campa cuál era su mayor deuda: «De y por siempre con la humanidad. Para ella mis fuerzas y el trabajo hasta que los años lo permitan».

Ha pasado el tiempo, pero no las intenciones. El corazón de esta cubana sigue tan noble como en aquellos años de la infancia en su Sagua natal. Asume con ternura los trances difíciles de la vida y demuestra que hay motivos para agradecer esas pasiones incalculables que rondan por el alma de Conchita.    

(Entrevista publicada en el periódico Vanguardia, de Villa Clara, en junio de 2002).

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